Entretiempo

El XXI es el siglo de la identidad. Solo el entretiempo parece contradecir esta general progresiรณn identitaria con su triste excepciรณn.
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Si escribo โ€œiba yo a comprar el panโ€, el corrector de mi ordenador me conmina a la elipsis del sujeto. Que a la revoluciรณn tecnolรณgica seguirรญa la castraciรณn del ego no es ninguna sorpresa, pero quรฉ insolencia la de este algoritmo que viene a enmendar a Umbral. El caso es que iba yo a comprar el pan. Y sin paraguas, porque nadie espera nunca que llueva en Madrid. Pero llovรญa. 

Mi amigo Gonzalo se habรญa quedado sin existencias en el mesรณn y me habรญa mandado al Hรญper Usera a hacerme con seis pistolas. Era ya tarde, solo quedaban dos barras, y otra mรกs pequeรฑa. Dos y media. En la cola del sรบper me precedรญan una seรฑora latinoamericana y su hijo, que iba disfrazado de algo espantoso con ocasiรณn de Halloween. La mujer estaba dejando los yogures en la cinta de la caja sin prestar demasiada atenciรณn al niรฑo, que, con las manos cargadas de dulces y un gesto muy serio, le explicaba a su madre: โ€œMamรก, tengo ganas de que lleguen ya la Navidad y los Reyesโ€. 

Hay revelaciones que una no espera que la golpeen mientras hace la compra. Asรญ que me volvรญ y lo mirรฉ con una sonrisa, mรกs bien una risa, que censurรณ mi mascarilla. Era viernes por la noche, comenzaba un puente que serรญa chorreante, pero surtido de chocolates y chucherรญas. Sin embargo, aquel chico ya aguardaba con impaciencia la prรณxima fiesta. Y ese apetito por el maรฑana, cuando todavรญa no se han consumido las golosinas de hoy, condensa el espรญritu de una รฉpoca. De la nuestra. 

Imagino al niรฑo el dรญa de Reyes, sentado dentro de un corro de juguetes, envoltorios de regalo y cajas de cartรณn, confesando a su progenitora que no ve el momento de que lleguen las vacaciones de verano. Todo lo que queda en medio de esos dos eventos, las provisoras pascuas de invierno y la molicie estival, solo es un entreacto menguante, molesto y repleto de deberes: el โ€œmaterial de rellenoโ€ de los aรฑos, por renovar la sentencia que Kojeve urdiรณ con Hegel para la historia despuรฉs de Napoleรณn. 

El carรกcter de nuestra รฉpoca nos invita al vรฉrtigo, pero tambiรฉn el cambiante clima parece conspirar por la aceleraciรณn del tiempo. El domingo celebrรฉ una comida familiar en mi terraza, en mangas de camisa, y aun tuve que desplegar las capotas, adargas contra los afilados rayos del sol de noviembre. Pero esta misma maรฑana de martes los coches aparcados en la ribera del parque Calero almacenaban escarcha en el techo, y alguno no arrancaba. ยฟQuรฉ fue del entretiempo?

Este desconcierto no solo atribula a niรฑos y humanos mรกs crecidos, tambiรฉn se observa en otras zoologรญas. Hay cigรผeรฑas que ya no migran, ยกincluso en Burgos! Total, deben de pensar, la templanza estรก a la vuelta de la esquina. Y cada vez mรกs insectos nacen a deshora. A los olmos de la Avenida Donostiarra les cuesta un triunfo sacudirse los escarabajos que engullen sus hojas, y solo lo consiguen al precio de desprenderse de ellas. Pero tambiรฉn a esta desnudez llegan ahora tarde los รกrboles caducifolios. 

El otro dรญa, por ejemplo, se nos metiรณ una mosca en casa. En el verano de Retuerta estos dรญpteros son irritante legiรณn, pero la mosca de otoรฑo extraรฑa este mundo de temperaturas veleidosas y vida solitaria. Me he dado cuenta de que busca la compaรฑรญa. Se posa en el espejo del baรฑo cuando me cepillo los dientes, se monta en la grupa de las perras que sestean en el sofรก y cruza por delante de la tele mientras Jorge y yo vemos Narcos. Hemos decidido que puede quedarse con nosotros. Haber nacido a destiempo merece alguna compasiรณn y ademรกs su biografรญa habrรก terminado antes de que los roces y las respectivas manรญas puedan agriar la convivencia. En cualquier caso, Lana se la quiere comer. 

El XXI es el siglo de la identidad. De la identidad de gรฉnero, de los vinos con identidad y el cine con identidad; el figรณn mรกs cochambroso tiene identidad y tiene una rotunda identidad tu barrio y hasta tu canario. La publicidad te enseรฑa el coche que necesitas, pero ya no te habla de caballos de vapor: fรญjate quรฉ identidad. Solo el entretiempo parece contradecir esta general progresiรณn identitaria con su triste excepciรณn. 

El otoรฑo es apenas la antesala de una Navidad que, llegando antes cada aรฑo, nos parece que siempre se retrasa demasiado. Asรญ, los pequeรฑos la convocan llegando Halloween, como aquel del Hรญper Usera; y los adultos aun mรกs temprano, bien pertrechados de Loterรญa del Niรฑo reciรฉn despedido septiembre. Hace un mes que papรก me urge a que compremos decoraciรณn navideรฑa y, en su eterno retorno, Twitter discute de nuevo si es o no pronto para que las grandes ciudades hayan colgado las luces. Tambiรฉn yo me confieso: hace dos fines de semana que desayuno panettone. 

Pero el entretiempo no solo se desangra por su otoรฑo, tambiรฉn lo hace por una primavera que no es mรกs que el largo anuncio de un verano cuya distancia se mide, como la de sus tormentas, mirando la luz, aunque no sea la del relรกmpago. Una ve crecer los dรญas como quien mira crecer una prometedora cosecha, con un entusiasmo que engorda cada jornada, hasta que llega la noche de San Juan y la invade una inefable tristeza. Pues a cada dรญa sucederรก ya, irremediablemente, otro mรกs corto, y no importa si las vacaciones aรบn no han comenzado. Porque, mientras las vacaciones se acercan, son un excitante โ€œcasiโ€, un โ€œprontoโ€ preรฑado de potencia; pero cuando por fin llegan son, todo lo mejor, un โ€œtodavรญaโ€ perecedero y apremiante. Quรฉ encontrado sentimiento, vivir en los adverbios. 

Sin embargo, no se prolongarรก mucho la congoja; enseguida veremos asomar una Navidad flamante tras el malogrado verano. Y me parece bien asรญ. No me malinterpreten, que no desdeรฑo el entretiempo, al contrario: me esmero en retratarlo con la cรกmara y coleccionar sus vestigios, porque en el paso de las estaciones se registra la cumbre de la belleza del mundo. Pero vivo deprisa, lo admito, y jamรกs concedo una siesta porque nadie me restituirรก ese tiempo. Un tiempo que luego malbarato sin remedio, claro, pero que prefiero despilfarrar despierta. Como en este largo texto. En realidad, solo querรญa decir lo que ya explicรณ mejor un niรฑo, la noche de Halloween, en la cola del sรบper: que yo tambiรฉn estoy deseando que llegue la Navidad.

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Aurora Nacarino-Brabo (Madrid, 1987) ha trabajado como periodista, politรณloga y editora. Es diputada del Partido Popular desde julio de 2023.


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