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Nostalgia por la opresiĆ³n

La idea del preso con libertad de conciencia es romƔntica, pero nadie necesita tanto de la libertad del cuerpo como quien es libre de pensamiento.
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Algunos autores ingleses hacen la diferencia entre las palabras freedom y liberty. En pocas palabras, dicen que la primera tiene que ver con la conciencia y la segunda con lo externo. Digamos que uno tiene freedom para pensar y expresarse; tiene liberty para moverse de un sitio a otro y dedicarse a lo que guste. O bien, uno podrĆ­a tener freedom incluso cuando estĆ” en prisiĆ³n.

Esto me recuerda aquella escena en la que el gobernador Sancho Panza condena a un mancebo a que duerma una noche en la cĆ”rcel. El muchacho responde: ā€œPor mĆ”s poder que vuesa merced tenga, no serĆ” bastante para hacerme dormir en la cĆ”rcelā€. Y ante el azoro de Sancho, agrega: ā€œProsuponga vuesa merced que me manda llevar a la cĆ”rcel y que en ella me echan grillos y cadenas y que me meten en un calabozo y se le ponen al alcaide graves penas si me deja salir, y que Ć©l lo cumple como se le manda; con todo esto, si yo no quiero dormir y estarme despierto toda la noche sin pegar pestaƱa, ĀæserĆ” vuesa merced bastante con todo su poder para hacerme dormir, si yo no quiero?ā€.

No sĆ© si estĆ© bien separar freedom y liberty como dos formas de libertad o si haya que juntarlas como esenciales, parafraseando la mĆ”xima de Juvenal: ā€œMente libre en cuerpo libreā€. La idea del preso con libertad de conciencia es romĆ”ntica, pero nadie necesita tanto de la libertad del cuerpo como quien es libre de pensamiento. ā€œĀæY yo, con mĆ”s albedrĆ­o, tengo menos libertad?ā€, se lamenta Segismundo. Lo que no deja de admirarme es la vocaciĆ³n de la humanidad para perder sus libertades y hacer que otros las pierdan.

No hay frontera entre sentirse bueno y la intransigencia. Por eso el bueno de Torquemada es el ƭdolo de nuestros dƭas. Habrƭa que levantarle una estatua en cada pedestal del que derriban a los hƩroes del pasado.

No es de extraƱar que los informes de Freedom House indiquen que cada aƱo el mundo es menos libre.

La mayorĆ­a de los gobiernos del mundo son organismos que gustan de roer las libertades. Vean ustedes fotografĆ­as de Egipto en los aƱos sesenta y compĆ”renlas con el presente. Hace apenas unos aƱos TurquĆ­a era considerada una democracia que, con leves ajustes, serĆ­a aceptada en la UniĆ³n Europea; hoy es una dictadura impresentable. Polonia se ha vuelto un paĆ­s menos libre que hace diez aƱos, gracias a estar gobernada por un perturbado que se ha sabido rodear de gente pequeƱita y que cuenta con el apoyo de una iglesia catĆ³lica muy poco cristiana. Puede verse el caso de HungrĆ­a, de Bielorrusia, de Ucrania. LatinoamĆ©rica es una pugna constante entre gobernantes y libertades, en la que las libertades suelen perder.

En el Ćŗltimo informe de Reporteros sin Fronteras sobre la libertad de prensa, MĆ©xico aparece entre los coleros, acompaƱado de paĆ­ses como Argelia, Camboya, Burundi, Venezuela y SudĆ”n del Sur.

El poco recordado poeta espaƱol Juan Bautista Arriaza y Superviela escribiĆ³ cuando les cayĆ³ encima el gobierno de JosĆ© Bonaparte:

Ayer para escribir lo que se piensa

ClamĆ³ esa voz por libertad de prensa

Y hoy querƩis que se quite hasta el tintero

Al que no escriba por JosƩ Primero.

MĆ©xico comenzĆ³ su vida independiente con el tobillo torcido. Aunque la IlustraciĆ³n y la RevoluciĆ³n Francesa habĆ­an estimulado a varios prĆ³ceres, los galos habĆ­an aspirado a la ā€œlibertĆ©, Ć©galitĆ©, fraternitĆ©ā€, mientras que aquĆ­ las tres garantĆ­as fueron ā€œindependencia, uniĆ³n y religiĆ³nā€. HarĆ­an falta aĆŗn muchas guerras y muertes para allegarse a la libertad.

Nuestra civilizaciĆ³n ha avanzado gota a gota. Venimos de un pasado en el que no habĆ­a libertad de pensamiento, de prensa, de asamblea, de expresiĆ³n, de movimiento, de oficio, de ascenso econĆ³mico, de educaciĆ³n, de religiĆ³n, de lectura, de elecciĆ³n, de vestido, de conciencia, de creaciĆ³n, de borrachera, de propiedad, de herencia, de matrimonio, de divorcio, de comercio, de privacidad, de litigio, de habitaciĆ³n, de copular, de parir, de abortar, de morir, de bailar y de tantas otras cosas. No podemos, por apatĆ­a, ignorancia o conveniencia, dar ni medio paso atrĆ”s.

Cervantes, que conociĆ³ el cautiverio, que volĆ³ en sus pensamientos sin ataduras, y que desconociĆ³ muchas de las liberties o freedoms que ahora tenemos, puso en boca de un cautivo ā€œno hay en la tierra, conforme mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad perdidaā€; y en palabras de don Quijote: ā€œLa libertad, Sancho, es uno de los mĆ”s preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, asĆ­ como por la honra, se puede y debe aventurar la vidaā€.

ĀæFue alguien mĆ”s, o fui yo

(memoria, te vas volviendo dƩbil)

quien trocĆ³ su feliz libertad

por la tan esperada guerra santa?

Eso lo escribiĆ³ NikolĆ”i Gumiliov en un mundo en el que mataban poetas. A Ć©l le volaron los sesos. Era la suerte de los escritores.

ĀæPor quĆ© tanta gente siente nostalgia por ese mundo?

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(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.


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