Una (no) reseña de la Electronic Literature Collection, volumen 1

¿De qué hablamos cuando hablamos de literatura electrónica? Este mes se cumplen diez años del lanzamiento del primer volumen de la Electronic Literature Collection.
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¿De qué hablamos cuando hablamos de literatura electrónica? Un concepto básico apunta a la creación de textos por y para dispositivos digitales (computadores, tabletas, celulares, entre otros). La mayoría de los elementos que componen estos textos son “imposibles” de imprimir. No existe un tiraje tradicional y la distribución de un texto nacido en lo digital se basa en la transmisión, el procesamiento y el almacenamiento. A partir de esta enunciación, una duda común es cómo se preservan las piezas de literatura electrónica.

Uno de los principales proyectos de la Electronic Literature Organization, fundada en 1999, es la Electronic Literature Collection (ELC), una publicación de piezas de literatura digital. A la fecha, la colección cuenta con tres volúmenes. El primero está disponible en línea y en CD-ROM; el segundo fue presentado en 2011 (igualmente se distribuye en memoria USB) y el tercero fue lanzado a inicios de este año. Un punto a destacar son los derechos de autor, el contenido de la ELC se ofrece bajo la licencia Creative Commons para que las piezas digitales puedan instalarse, que se entiende como una duplicación pero la repetición de una pieza no es posible, ni aunque el código sea open source.  

El primer volumen, que este mes cumple diez años de su lanzamiento (fue editado por N. Katherine Hayles, crítica literaria,  Nick Monfort, profesor asociado de medios digitales en el MIT, Scott Rettberg, profesor de cultura digital en la Universidad de Bergen y Stephanie Strickland, poeta), es un esfuerzo titánico de compilación debido  a la hibridez de las piezas: es posible encontrar hipertextos, textos kinéticos (que abundan en los videos de publicidad o música), juegos para computadora o páginas web, que invitan a la reflexión acerca de lo literario (o, en este caso, lo e-literario). Agrupa sesenta piezas, 27 de ellas realizadas por o en coautoría con mujeres. Una pieza sumamente importante de este volumen es RedRidinghood de Donna Leishman, una lectura feminista del cuento de Caperucita Roja. 28 piezas son son poemas electrónicos. Las piezas de mayor antigüedad son de finales de los noventas y el volumen cierra con obras que datan de mediados de la década pasada. ELC engloba diversidad de géneros y técnicas, pero me parece importante hacer hincapié en que el software de realización que prevalece es Flash, una herramienta ideal para personas que no tienen conocimientos avanzados de programación. La interfaz de este programa, intuitiva y amigable, permite visualizar las animaciones en tiempo real. Ejemplos de piezas sencillas creadas con Flash incluidas en este volumen son Carving in Possibilities de Deena Larsen y Matt Hansen; Oulipoems, un Wordtoy, de Millie Niss y Martha Deed  y The Jew’s Daughter de Judd Morrissey y Lori Talley. Esta última pieza ejemplifica claramente el objetivo de la literatura electrónica: la no linealidad y la progresión. La interactividad es sutil, debido al incipiente desarrollo de algunas de las herramientas y los lenguajes de programación conocidos a inicios de este siglo. Un clic puede reconfigurar lo que aparece en la pantalla o no, como en The Dreamlife of Letters Brian Kim Stefans  que no requiere acción alguna del usuario: los poemas en movimiento (inspirados en la poesía concreta) son bidimensionales y el resultado es lúdico.

Esta palabra es para subrayarse: si bien sería sumamente difícil interpretar algunas piezas fuera de su contexto como objeto (por el soporte utilizado, incluso hay piezas que funcionan para Netscape Navigator, ya extinto), el aspecto lúdico las “universaliza”: el juego es un lenguaje universal. Eso permite la experimentación con subgéneros, otrora nuevos, como las code movies. En la realizada por Giselle Beiguelman y Helga Stein observamos una complejidad que nos hace repensar el acceso (amplio o limitado) que tenemos como cibernautas a pesar de no ser una pieza visualmente apantallante o demasiado elaborada. La premisa de la que parte es interesantísima: si un texto electrónico es, por sí mismo, una noción rudimentaria de espacio (un hipervínculo, por ejemplo), ¿podemos hablar de un código que es manipulable? ¿Somos nosotros los que tenemos el control sobre una información que se revela a través de una dirección de internet? ¿La traducimos o es una mera migración de datos que se codifica y/o decodifica? El texto se traduce, ¿el formato se transcodifica?

Entre las piezas también destacan desde textos reapropiados (como Regime Change, de Noah Wardrip-Fruin, David Durand, Brion Moss y Elaine Froehlich, una intervención digital a un artículo periodístico sobre la invasión estadounidense a Iraq, y Star Wars, one letter at a time de Brian Kim Stefans) hasta algoritmos de viralización (carrier (becoming symborg) de Melinda Rackham y Damien Everett) en donde sobresale el diálogo entre el ser humano y la máquina.

La gradualidad se acompaña con imágenes (abundan las fotografías) y/o sonidos (casi la mitad de las piezas contienen algún sonido) permiten una exploración a la palabra desde una cultura gráfica y audiovisual. Piezas como Nio de Jim Andrews y Rice de geniwate y Oscar Ferriero  tiene un peso más auditivo  que textual, a pesar de sus animaciones de texto, por sus poderosos efectos de sonido. Incluso podría afirmar que varias de estas piezas (pienso en windsound de John Cayley) no funcionan en su totalidad si no son escuchadas a diferencia de lo que se denomina una máquina textual, cuyo principal reducto yace en el texto (aunque sean más sofisticadas visualmente). Lexia to Perplexia de Talan Memmott es una experiencia fragmentaria de lectura promovida por los espacios en blanco entre el usuario (quien lee electrónicamente) y el servidor (al que llaman “exe.termination of terms” haciendo alusión a un archivo ejecutable).

Si bien existe una amplia variedad de registros, este primer acercamiento de la ELC cuenta con un porcentaje pequeño de piezas realizadas fuera de EUA (y la mayoría son occidentales). Apenas aparecen obras en otro lenguaje como Jean-Pierre Balpe ou les Lettres Dérangées de Patrick-Henri Burgaud, que está en francés. Una web en español (o un proyecto similar para Hispanoamérica) que recopile la e-lit realizada en la región es tarea urgente.

Con el claro objetivo de archivar, más que de imponer un canon, en la ELC impera la multilinealidad que permite el trabajo colaborativo (las biografías están conformadas por narradores, poetas, dramaturgos, músicos, fotógrafos). Y esa es su pertinente vigencia.

 

 

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es escritora. Con su libro Teoría de cuerdas obtuvo el Premio Nacional de Literatura "Gilberto Owen" 2018. En su página web POETronica (poetronica.net) dialoga con poesía y multimedia.


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