Foto: Nayra Halm/Fotoarena via ZUMA Press

Visiones desde la cuarentena: Rio de Janeiro

Conforme la pandemia del Covid-19 se extiende, una parte cada vez mƔs grande de la humanidad se ve forzada a resguardarse en su casa. Hay pocas certezas de cuƔnto durarƔ el encierro y cuƔles serƔn sus consecuencias en las personas y en las sociedades. Desde distintas latitudes, reuniremos en esta serie testimonios de la cuarentena mƔs extensa de la historia.
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Rio de Janeiro, lunes 16 de marzo de 2020

 

Oficialmente entramos en cuarentena el pasado viernes 13 de marzo. Fue decidido por el gobierno estatal y municipal que universidades y escuelas suspendieran sus actividades por dos semanas o hasta nueva orden. Algunas empresas y Ć³rganos pĆŗblicos permitieron a sus funcionarios, en la medida de lo posible, trabajar desde casa. Noticieros, periĆ³dicos y redes sociales divulgan continuamente las medidas de precauciĆ³n que ya todos conocemos: lavarse las manos constantemente, usar alcohol en gel, evitar aglomeraciones, salir de casa lo menos posible, evitar el contacto con personas que tengan sĆ­ntomas de gripa o tos persistente.

El Ćŗltimo final de semana en Rio el cielo estuvo totalmente despejado, de un azul intenso, sol fuerte y temperaturas en torno de los 30 grados, algo que no ha sido tan comĆŗn en un verano que este aƱo ha sido mĆ”s bien lluvioso, gris y con temperaturas mĆ”s bajas de lo acostumbrado. A pesar de la circulaciĆ³n de informaciones serias sobre el virus y los modos de protegerse, buena parte de los cariocas no parecĆ­an tan preocupados por la gravedad de la situaciĆ³n y por las posibilidades de un contagio masivo. Obviando las recomendaciones, las playas de Rio estuvieron llenas, los parques recibieron cientos de familias, los bares y restaurantes parecĆ­an atender un dĆ­a cualquiera del verano carioca. QuizĆ” pensaban que el aire caliente y el aire libre actuarĆ­an como escudos protectores contra el posible contagio o que no dejarĆ­an que ningĆŗn virus venido del extranjero pudiera acabar con su alegrĆ­a. (Nadie en este momento parecĆ­a recordar lo que estaba pasando en Italia, y si lo recordaban preferĆ­an olvidarlo rĆ”pidamente con una cerveza o una caipirinha helada).

SĆ³lo algunas diferencias sutiles comenzaron a ser notorias este fin de semana: los juegos de fĆŗtbol del campeonato estatal no fueron cancelados, pero en el MaracanĆ” el juego entre Flamengo y Portuguesa fue realizado a puerta cerrada, sin permitir el ingreso de torcedores. La misma medida fue aplicada en los estadios de SĆ£o Paulo, aunque no en los juegos realizados en el interior de los estados. Los periodistas deportivos cuestionaban las razones para esta diferencia. ā€œEn el interior no habrĆ­a tanto riesgoā€, parecĆ­a ser el argumento de los directivos de la ConfederaciĆ³n BrasileƱa de FĆŗtbol. Un periodista en tono de burla se preguntaba: ā€œĀæPedirles sensatez a los directivos del fĆŗtbol brasileƱo? Ā”Por favor!ā€. Los bares el sĆ”bado a la tarde continuaban llenos de hinchas de Flamengo, que habĆ­an visto el juego por televisiĆ³n y conmemoraban una nueva victoria de su equipo.

Infelizmente, la actitud del presidente de la repĆŗblica tampoco fue la deseada en tĆ©rminos de prevenciĆ³n y contenciĆ³n de la epidemia durante este fin de semana. Al igual que su idolatrado Donald Trump, Bolsonaro intentĆ³ desde el inicio disminuir la gravedad de la crisis, sugiriendo incluso que se trataba de otra de las conspiraciones de los grandes medios para causar pĆ”nico y perjudicar su gobierno. Hasta hoy, 11 miembros de la comitiva que lo acompaĆ±Ć³ en su Ćŗltimo viaje a Estados Unidos han dado resultado positivo para el Covid-19C, y hay sospechas de que el propio presidente tambiĆ©n estĆ© contagiado, aunque Ć©l lo ha negado. [La cifra ha subido a 18 miembros al dĆ­a de la publicaciĆ³n de este texto].

DespuĆ©s de apoyar en sus redes sociales las manifestaciones a favor del gobierno y contra el Congreso y el Supremo Tribunal Federal ā€“algo obviamente inconstitucionalā€“ convocadas para el domingo 15 de marzo, Bolsonaro tuvo que dar marcha atrĆ”s a causa del riesgo del virus y pedir que las manifestaciones no fueran realizadas. Aun asĆ­, sus seguidores mĆ”s fieles no cancelaron los actos y salieron a manifestarse en varias ciudades del paĆ­s.

Esto incluyĆ³ una pequeƱa marcha en la playa de Copacabana. Algunos manifestantes, muchos de ellos mayores de 60 o 70 aƱos, improvisaron mascarillas pintadas con los colores de la bandera de Brasil. Llevaban pancartas con pedidos de intervenciĆ³n militar y ataques contra los lĆ­deres del Congreso y el Supremo Tribunal. En Brasilia el presidente decidiĆ³ ir al encuentro de los manifestantes. Yendo en contra de todas las recomendaciones mĆ©dicas y de salud pĆŗblica emitidas por el propio gobierno, se acercĆ³ a ellos, los abrazĆ³, se tomĆ³ fotos. El Ministerio de Salud no se pronunciĆ³ oficialmente sobre la actitud del presidente.

Un asistente a la protesta, de unos setenta aƱos, con una camiseta de la selecciĆ³n brasileƱa y una mascarilla blanca, sostenĆ­a una pancarta en que se veĆ­a un soldado sobre un tigre, al fondo la bandera de Brasil y al lado la inscripciĆ³n: ā€œCovid 19 sobre nosotros. Vamos a morir por el CapitĆ”nā€, en alusiĆ³n al excapitĆ”n del ejĆ©rcito Jair Bolsonaro.   

Hoy en la maƱana, los noticieros resaltaban la caĆ­da de mĆ”s del 9% en la bolsa de SĆ£o Paulo, una nueva subida del dĆ³lar y el constante pĆ”nico en los mercados financieros. A pesar de la circulaciĆ³n de los bomberos en la playa, advirtiendo que las personas se queden en casa, el malecĆ³n de Copacabana se veĆ­a bastante lleno para ser lunes.

En el supermercado ya se notaba falta de algunos productos y filas mĆ”s largas de lo normal. Fui a la farmacia a comprar mĆ”s alcohol en gel. Sigue agotado. Cuando salĆ­a de la farmacia, una mujer vieja usando un inmenso sombrero de paja decĆ­a en tono alto, como quejĆ”ndose al cielo: ā€œĀ”Maldito coronavirus!ā€.

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es escritor, crƭtico literario y traductor. Desde 2016 coordina la editorial PapƩis Selvagens EdiƧƵes en Rio de Janeiro.


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