Foto: Isabellacota.com

“El Ejército es un mal agente económico.” Entrevista a Isabella Cota

Una conversación con la periodista a propósito de su libro "Suerte o desastre", un balance crítico de la gestión económica del gobierno de López Obrador.
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Se encuentra en librerías el libro Suerte o desastre (Aguilar, 2024), de la periodista Isabella Cota. Comienzan los balances críticos del gobierno de López Obrador. El libro de Isabella Cota aporta muchos elementos para la crítica y el juicio. El prólogo adelanta las ideas centrales: “En lo económico, el de López Obrador fue un no-gobierno. No trabajó para atraer nueva inversión, no invirtió en la infraestructura que el país desesperadamente necesita, no facilitó los trámites para hacer negocios en el país y no garantizó ni la seguridad ni el Estado de derecho que los grandes capitales buscan. No invirtió en educación que detonara actividad económica y no protegió a quienes viven en extrema pobreza. Sus secretarios de Hacienda y Economía fueron no-secretarios, actuando como si no tuvieran el poder de decisión que tenían en sus cargos; incapaces de opinar, humillados, silenciados y/o sin interés para defender el poco presupuesto que le corresponde a la salud, la educación, el transporte y la seguridad de los ciudadanos. Canalizaron cada peso que pudieran a los megaproyectos emblemáticos del presidente.” Isabella nos concedió esta entrevista de manera virtual.

Existe una gran disparidad entre el marco ideológico del presidente y sus acciones en el terreno económico, una de ellas –emblemática- es la firma del TMEC. ¿Cómo explicas esta contradicción entre ideología y acción?

La explica el desconocimiento del presidente sobre la economía. Platiqué largamente con Carlos Urzúa, quien falleció recientemente. Él trabajó de cerca con López Obrador sin dejar de tener un punto de vista crítico muy técnico. Urzúa comentaba que le llamó mucho la atención que López Obrador no tuviera idea de economía. Esto explica muchas decisiones de esta administración, nos ayuda a entenderlas mejor. La firma del TMEC y la manera en la que López Obrador ha manejado su relación con Estados Unidos y con Canadá muestra una gran confusión, comprensible por su falta de conocimiento sobre la economía, que se tradujo en una incompetencia de su gobierno en general.

Desde hace algunas décadas la economía dejó de manejarse “desde Los Pinos”. ¿Qué tanto de la estabilidad económica de este gobierno –nivel de deuda, peso fuerte, inflación controlada– se debe a López Obrador y a sus políticas y qué tanto a la autonomía del Banco de México o al contexto internacional favorable?

Voy a recordar esta administración como una que navegó entre estas dos situaciones: la suerte o el desastre. Por una parte tuvo mucha suerte en que el contexto internacional haya escrito la narrativa de México como un destino atractivo para la inversión, a pesar de que la administración de López Obrador no solo no buscó la inversión de manera activa sino que hizo muchas cosas para impactar de manera negativa en ella. Hay un gran mérito de esta administración en cuanto a la disciplina fiscal. Las administraciones pasadas, sobre todo la de Peña Nieto, se lanzaron a emitir deuda, sobre todo a través de Pemex, dejando a la empresa hipotecada. López Obrador impuso disciplina fiscal, para no alertar a los mercados. El nivel de deuda se va a incrementar en el último año, pero no de forma alarmante. Esta disciplina sí es mérito de la cuarta transformación. La inflación es un tema distinto. El gobierno de López Obrador no tuvo injerencia en la baja de la inflación. El Banco de México se vio muy asertivo, pero la realidad es que los canales de tasas de interés son muy limitados en una economía como la mexicana. El mérito no es del todo del Banco de México, a pesar de que hicieron muy buen trabajo. No debemos olvidar que tuvimos una inflación por encima del ocho por ciento, aunque ahora haya bajado. El control de la inflación tiene que ver con el modo en que se ajustaron las cadenas de valor después de la pandemia. En este contexto la disciplina fiscal fue un elemento bueno.

El presente gobierno se autodenomina como gobierno de los pobres. Las medidas que ha adoptado, los programas sociales, el aumento del salario mínimo, ¿pueden terminar con la pobreza en México?

Hay distintas pobrezas. Las ayudas sociales, si son bien focalizadas, se ha demostrado en muchos países que sí ayudan a erradicar la pobreza. Pero la pobreza también se mide en el acceso a servicios públicos. Si se le quitan recursos de salud y educación para darlo en transferencias directas, solo estás canalizando un tipo de pobreza a otro. Más allá de que las ayudas sociales pueden ser universales, la gran oportunidad perdida de esta administración fue que pudieron haber focalizado las transferencias sin descuidar los sistemas de salud y educativo. Hicieron todo lo contrario.

The Financial Times consideró que la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México fue “la peor estupidez de un presidente”. ¿Compartes esta opinión?

No podría ser tan dramática. En mi libro aporto datos que comprueban que fue una mala decisión. Comenzamos este sexenio con una contracción económica en el 2019, que no tenía nada que ver con la pandemia, y luego viene la cancelación del aeropuerto. Esto ahuyentó la actividad económica y la inversión. En el balance neto se trató de una mala decisión.

En tu libro comentas que los empresarios le han fallado al país en este sexenio, ¿podrías abundar sobre este tema?

Los empresarios le han fallado al país, no solo en este sexenio. Mariana Mazzucato equipara a los empresarios en América Latina con parásitos. Son en su gran mayoría, con notables excepciones, empresarios dedicados a extraer rentas, a concentrar recursos y a comprar poder político. Comparto esta visión. La promesa de separar los intereses económicos de los políticos es exclusiva de López Obrador. Los empresarios no salieron a decir “de ahora en adelante nos vamos a portar mejor y vamos a tomar la responsabilidad que conlleva ser un empresario”. El que hizo eso fue López Obrador, pero no cumplió su promesa. La clase política le ha fallado tanto al país como la clase empresarial.

Durante la pandemia, el gobierno decidió no apoyar a las pequeñas empresas. Consecuencia de esto fue la quiebra de más de un millón de pequeñas y medianas empresas. Transcurrido el tiempo, ¿consideras que fue adecuada esta política?

López Obrador no entendió la diferencia entre apoyar a las empresas medianas, pequeñas y micro, y dar apoyo a la totalidad de las empresas. Su manera muy simplista de ver la economía tuvo un impacto muy negativo durante la pandemia. Se debió haber encontrado una manera de apoyar y subsidiar el desempleo en las pequeñas, medianas y microempresas, que eran las que lo necesitaban. Nadie estaba abogando por salvar aerolíneas, ni cerveceras. Me parece que fue una mala decisión. Debió haber ejecutado una política focalizada.

Durante este sexenio hemos tenido tres secretarios de Hacienda: Carlos Urzúa, Arturo Herrera y Rogelio Ramírez de la O. ¿Podrías hacer un breve balance de este último?

Rogelio Ramírez de la O prácticamente se ha mantenido escondido. Al principio de su gestión acudió a un evento internacional virtual en el que dijo que la agenda de reformas constitucionales del presidente estaba completa. No pasó ni un día y López Obrador ya estaba anunciando una nueva reforma constitucional. Luego de ese evento fallido, prácticamente no se le volvió a ver. Para mí fue particularmente duro, y al mismo tiempo interesante, ver la forma en la que Ramírez de la O encontró la manera de convertir el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) en dueño de trece plantas generadoras de Iberdrola solo para poder sacar una placa que señala “se nacionalizaron”.

Antes de llegar al poder, López Obrador ofreció que iba a regresar a los militares a sus cuarteles; posteriormente, en una entrevista, afirmó que si por él fuera desaparecería el ejército. Luego de la liberación de Ovidio Guzmán habló repetidamente del riesgo de un golpe de Estado. Finalmente no regresó a los militares a sus cuarteles, en vez de eso les concedió grandes contratos de construcción. ¿Se trató, a tu juicio, de una medida política de contención y cooptación o de una acertada medida económica?

Por definición, el ejército es un mal agente económico. No es una organización que vaya a invertir sus réditos para seguir creciendo, y por lo tanto, generando mayores impuestos, generando desarrollo e innovación. No es un buen agente económico. Fue una mala decisión incorporarlo. Tras bambalinas, en conversaciones off the record, sus propios funcionarios nos comentaban que les incomodaba el poder económico que el presidente le quería dar al Ejército. Es importante guardar proporciones. El presupuesto que tiene el ejército mexicano, si se compara con el de otros países de igual tamaño, es reducido. Hasta ahora las empresas que se han formado en su mayor parte son de papel, todavía está por verse su impacto.

En tu libro pones varios ejemplos de políticas neoliberales adoptadas por López Obrador, aunque él y sus seguidores se autodefinen de izquierda. ¿Cómo explicas esa contradicción entre discurso y acción?

No la puedo explicar. La definición más simple de neoliberalismo comienza con la idea de la autoridad del Estado. Quizá sus seguidores y el propio López Obrador no lo saben. Se trata de algo básico. Si se deja de gastar en estancias infantiles y en escuelas de tiempo completo para mandarles transferencias a los papás, que no van a poder gastar en una escuela o en una estancia infantil, eso es una política cien por ciento neoliberal. López Obrador y sus seguidores se autodenominan de izquierda, pero si están de acuerdo con esta política, lamento informarles que no lo son.

Más allá de su eficacia electoral, ¿los programas sociales impulsados por este gobierno han resultado positivos? ¿Cuál es tu balance?

Analizar las ayudas sociales para saber si han ayudado o no es poner la atención en el lugar equivocado. No estoy en contra de que un joven realice prácticas en alguna empresa y por ello reciba una ayuda del gobierno, y que con esa ayuda se compre, por ejemplo, un celular. A mí lo que me preocupa es lo que dejaron de recibir en esta administración, concretamente: escuelas de mejor calidad, aulas en buenas condiciones. Perdimos mucho durante la pandemia y no lo vamos a recuperar porque le quitaron presupuesto a la educación. No está mal que los programas sociales ayuden al consumo, lo que está mal es que a cambio les quites los servicios públicos de calidad.

Se supone que la corrupción sería la gran bestia negra de este gobierno. Sin embargo, observamos adjudicaciones directas a granel, contratos sin transparencia, compadrazgos, tráficos de influencias. ¿Consideras que la corrupción es el gran lastre económico de México?

López Obrador adjudicó tantos contratos directos en la obscuridad como Peña Nieto. No empeoramos, nos quedamos igual. La corrupción es un lastre económico muy grande. Asimismo, la corrupción ha servido como una especie de lubricante de la burocracia. No sé si es malo o bueno, más bien es malo, pero es lo que somos. López Obrador no buscó enriquecerse a sí mismo y eso no nos hizo un país menos corrupto.

Hablas en tu libro de tu experiencia en el AIFA, un aeropuerto bonito pero que no cumple lo que prometía el NAIM. La refinería de Dos Bocas sigue sin producir una sola gota de combustible y el Tren Maya parece que no va a ser en términos económicos redituable como tren de pasajeros. ¿Las grandes obras emblemáticas son en realidad elefantes blancos?

No se pueden adelantar conclusiones sobre el Tren Maya. Cuando se trata de turismo y de pasajeros, estas cosas son un poco menos blanco y negro. Hay que tener paciencia. En cuanto la refinería y el AIFA, eso sí queda clarísimo. Son obras que ya existen. Se tomaron todo el sexenio para hacer Dos Bocas y hasta ahora no ha salido una sola gota de combustible. Claramente han sido un hoyo negro de recursos perdidos. No hemos visto ningún beneficio y no tenemos la seguridad de que vaya a haber alguno. Los mexicanos sacrificamos mucho por estas obras emblemáticas. Sacrificamos demasiado. Este solo hecho me dice que sí son elefantes blancos.

Nos encontramos en los umbrales de un nuevo cambio de sensibilidad con la llegada de una mujer a la presidencia. No sé si has tenido oportunidad de revisar el paquete de ofertas de las candidatas. Quizás es muy temprano, pero algo se ha bosquejado de sus ideas económicas. ¿Consideras que la agenda feminista pueda cumplirse con una más que con otra?

Es muy temprano para que pueda responder, apenas estamos empezando a tener la oportunidad de cuestionar a las candidatas. Voy a aprovechar la pregunta para hacer una reflexión. No cometamos el mismo error que cometimos en el pasado. Sé que gente de izquierda le adjudicó a López Obrador sus propios valores, y como ellos se definían de izquierda… En cuestiones como el feminismo y el aborto, López Obrador resultó simplemente gris, es claro que no conecta con estos valores. No hay que caer en el mismo juego. En mi libro cuestiono lo que López Obrador propuso en su Proyecto de nación, hablo de todas las promesas incumplidas, de todas las mentiras. Más allá de las expectativas por el discurso de las candidatas, hay que ser muy críticos con lo que nos están prometiendo.

El crimen organizado cuenta con una inmensa fuerza de trabajo, que se calcula en 175,000 personas. Además de la inyección de recursos hacia nuestro país a través de las remesas. El narcotráfico es un agente económico. ¿De qué forma impacta este agente ilegal e informal en la economía real de México? ¿Cuál va a ser la perspectiva en los próximos años respecto a esto?

No hay muchos datos. La gente se puede morir recabando esta información. Cuando el lector lea una nota sobre la economía informal, debe tomar en cuenta que un componente de esta economía es la economía criminal. Una parte de la economía mexicana es una economía criminal. Es invisible, no sabemos en realidad a ciencia cierta qué montos manejan y cómo fluye el dinero en esas organizaciones. En México se han intentado posiblemente todas las estrategias de seguridad ciudadana que existen. La Guardia Nacional, la militarización, la Policía Federal, estatal… hemos tenido todo y no ha podido contenerse el crimen organizado. Lo que está fallando es el componente judicial. Si hay impunidad, esto no se va a detener. Le toca al poder judicial cumplir para que el crimen organizado pague las consecuencias de sus actos. Si eso llegara a suceder veríamos sin duda un cambio positivo en la economía.

Un reciente libro coordinado por Ricardo Becerra –que reúne ensayos de intelectuales de izquierda, que intentan hacer el balance de este gobierno en varios rubro– tiene como título El daño está hecho. ¿Consideras que en términos económicos “el daño está hecho” o decir esto es una exageración?

No conozco el libro. Propongo una visión menos simplista. Hay un daño, sin duda. Pero también llegaron oportunidades. Se tomaron decisiones económicas desastrosas en esta administración, pero también hubo aciertos. Ahora México pasa por un buen momento. No soy fatalista, estoy en espera. Mucha gente me pregunta: ¿cómo le va a ir a México? Estoy a la expectativa. Hay que estar bien informados acerca de dónde estamos parados.

La historia de México puede verse como la historia de sucesivas modernizaciones frustradas. ¿Puede decirse que este gobierno contribuyó a modernizar la economía, que la estancó o que retrocedimos?

Sufrimos un retroceso. Estoy segura que gente en el sector energético va a leer esto y va a decir: “quieres regresar al pasado, crees que los recursos deben estar en manos de los privados.” Hay que ser muy prácticos en una economía como la mexicana. Si el Gobierno no tiene la capacidad para desarrollar innovación, hay que permitir que las privadas lo hagan, cumpliendo la ley, con las condiciones del mercado laboral y las mejores prácticas. No diría que este gobierno regresó la economía al pasado, pero sí que regresó a varios sectores económicos al pasado. Eso definitivamente. El Estado se retrajo de muchos frentes que había ganado. Los perdimos y eso va a resultar en un daño que nos llevara mucho tiempo corregir. ~

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