Foto: Lev Radin/ZUMA Press Wire

“Hay muchos rusos que no están de acuerdo con lo que ocurre ahora”. Entrevista con Vera Krichevskaya

La directora del documental F@ck this job, que narra las tribulaciones del canal independiente de noticias ruso Dozhd, habla sobre los desafíos de alzar la voz en la Rusia de Putin.
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La sentencia de prisión podría ser de hasta quince años para todo aquel que distribuya falsa información sobre el uso de las fuerzas armadas de la Federación Rusa. Así fue establecido en el artículo 207.3 del código penal de la federación, modificado y expandido a principios de marzo, poco después de la invasión de Ucrania. El 4 de marzo, el presidente Putin firmó las leyes 31-FZ y 32-FZ, que aprobaban dichas modificaciones. El organismo regulador de los medios en Rusia, el Roskomnadzor, ordenó que solo se podría publicar información proveniente de fuentes oficiales. Cualquier uso de la palabra “invasión” o “guerra” sería penalizada. El termino correcto, indicó el regulador, era “misión militar especial”.

Desde entonces, decenas de periodistas han dejado el país. El 3 de marzo, la estación de radio independiente Echo Moskvy se vio obligada a salir del aire. El mismo día, el canal de televisión independiente Dozhd anunció que cesaba de operar debido a las nuevas condiciones en Rusia. El editor en jefe, Tikhon Dzyadko, anunció que tanto él como varios colaboradores habían dejado el país por temor a su seguridad.

El 2 de marzo estaba planeado el estreno de F@ck this job, documental que muestra la actividad periodística de Dozhd así como los desafíos a los que se ha enfrentado desde su creación en 2010. El estreno fue cancelado bajo presiones y amenazas, pero el documental sigue apareciendo en festivales en todo el mundo. En Bruselas fue mostrado en One World, y a raíz de ello pude entablar una conversación con la directora del film, Vera Krichevskaya.

¿Cuál fue tu motivación para hacer esta película?

Recuerdo muy bien el momento en que pensé: “tienes que hacer esta película”. Era mayo de 2019. Tuve una reunión con Natasha (Natalya Vladimirovna Sindeyeva, fundadora y dueña del canal Dozhd) y lucía fatal. Tenía un aspecto deprimido, algo muy raro en ella. Dijo: “Ya no quiero trabajar”. Era la columna vertebral de esta empresa, de este equipo de reporteros independientes. Las cosas parecían muy difíciles. Así que pensé: “si ella va a cerrar la empresa tengo que hacer una película sobre ello”. La habíamos creado juntas nueve años antes, en 2010. Dozhd había sobrevivido a muchos acontecimientos políticos terribles en Rusia. Tenía que documentarlo antes de que desapareciera.

¿Cómo elaboraste la estructura?

Hay dos arcos narrativos. El de Natasha, que muestra su trayectoria personal, y el de Rusia como país, su evolución política y social. Las dos trayectorias están entrelazadas. Lo que ha ocurrido en Rusia tuvo un impacto en el desarrollo del arco narrativo de Natasha. Intenté entrelazarlas para que los espectadores pudieran verlas juntas. Vemos el desarrollo de Natasha, como personaje, que al comienzo era una persona apolítica. Tal vez sabía quién era Putin y Medvedev, pero no sabía nada de noticias ni de política. Nunca había votado en las elecciones. Y vemos dónde está ahora.

En Rusia hay un estereotipo de cómo son las mujeres como Natasha: hermosas, efervescentes, glamorosas. Creo que el Kremlin y las autoridades rusas la subestimaron porque no parece una persona “seria”, que pueda ser un peligro para el Estado. Al mismo tiempo, no está fingiendo. Es quien es naturalmente. Está enamorada del tango. Para los hombres rusos “serios”, no parecía una amenaza en absoluto.

El estreno estaba previsto para el 2 de marzo. ¿Qué ocurrió?

El 1 de marzo tuvimos un ensayo en un gran cine del centro de Moscú, no lejos del Kremlin, donde se suponía que se estrenaría al día siguiente. El ensayo fue un éxito. Pero tanto el distribuidor como yo mismo empezamos a recibir amenazas. Ese día, cerca de las 8 de la noche, recibí una llamada del distribuidor para decirme que el estreno no tendría lugar. Por desgracia, no recibí mayor explicación. Todos los cines cancelaron la película. Teníamos programada una gira por Siberia y lugares muy remotos, y las funciones estaban agotadas. El 2 de marzo, el cine del centro de Moscú recibió una amenaza de bomba. Todo el edificio fue evacuado. Solo hubo un cine independiente donde pudimos proyectar la película durante un par de semanas (antes del estreno). Fue un gran éxito hasta que programamos una sesión de preguntas y respuestas, y entonces recibimos una amenaza. La sesión se canceló.

El marido de Natasha, Sasha, tiene un papel importante en la película. ¿Cómo le afectó todo lo ocurrido con Dozhd?

Cuando lo conocí en 2008, era un tipo brillante y con mucho éxito; un banquero sagaz e inteligente. El caso de Sasha es inusual porque la sociedad rusa es muy patriarcal. Es muy raro que un hombre siga los sueños de su mujer. Estaba claro que Dozhd se convertiría en algo “tóxico” en muchos círculos empresariales, por los temas que desvelaba. Lo veían como un paria. Tenía la etiqueta en la cara. Nadie quería verse asociado con él. Arriesgó todo por Dozhd y su esposa, pero estaba decidido. Un día comprendí que el dinero no era importante para él. Desde 2014, aceptó todo tipo de carencias, y de buena gana. Otros hombres ricos lo veían como un loco, un hombre que pierde su riqueza por sus valores. Él y Natasha nunca tuvieron una discusión sobre puntos de vista políticos. Su separación no tuvo nada que ver con ello.

¿Qué importancia tenía para ti estrenar el documental en este momento?

Ucrania es uno de los temas principales de la película. El público descubrirá cómo empezó todo en 2014, con la anexión de Crimea. Doy una imagen muy clara, desde las primeras semillas. Otra motivación importante es mostrar que no todos los rusos son bichos raros. Quiero romper el cliché que existe en algunas partes del mundo. Hay muchos rusos que no están de acuerdo con lo que ocurre ahora, que comparten los valores de muchos países de las sociedades occidentales. Para mí eso es crucial, especialmente ahora.

La popularidad de Putin, por lo que se puede ver, no ha bajado. ¿Por qué crees que, al menos un parte de la población, sigue apoyando lo que él representa?

En Rusia, cuando alguien está en el poder durante más de veinte años se convierte en una especie de mesías. Algunas personas no pueden imaginar su vida sin él. Por eso es crucial que toda sociedad cambie de gobernante después de seis años o el periodo que sea. De lo contrario, se convierte en un desastre. Lo mismo ocurrió con Stalin, con los zares. Rusia no es un país que tenga experiencia en ver un cambio regular de los que están en el poder. La gente esta cegada por la propaganda. En cierto modo son rehenes. Les han lavado el cerebro. Si miras la historia, cada vez que Rusia perdió una guerra, hubo una revolución. Se puede decir que los rusos no son muy buenos para perder.

El subtexto del film va más allá de Rusia

Empecé esta película en 2019, cuando Trump estaba en la Casa Blanca. Las noticias falsas eran el hashtag más popular. Eran y siguen siendo un problema. Lo que se ve en el documental es una historia global. Es sobre el precio que tienen que pagar los periodistas independientes por hacer su trabajo. Se trata de lo esencial que es ofrecer la verdad, o lo más cercano a la verdad que se pueda conseguir. Lo interesante es que hace unos meses estuvimos en DocNYC, el mayor festival de cine documental de Estados Unidos, y mucha gente me dijo: es una historia sobre nosotros.

¿Qué impacto tuvo en ti, como cineasta y artista, el hacer este documental, lo que viste de tu país mientras le dabas forma a este proyecto?

Antes de tu pregunta, nunca había pensado en el impacto que tuvo en mí. Hice el documental viviendo en el Reino Unido. La distancia era importante para contar la historia. Cuando lo edité, seguí mi instinto. Cuando empiezas, no tienes la imagen completa en tu mente, especialmente con los documentales. Resultó que la película mostraba cómo Rusia llegó a este punto catastrófico. Ofrece una visión tanto a los rusos como a los extranjeros de por qué estamos donde estamos. Al principio pensé que estaría encantada de haber hecho la película, pero la realidad es diferente. Estoy viajando por Europa para recaudar fondos para el relanzamiento de Dozhd en junio. Esto es lo que ocupa mi tiempo. No he tenido un día de descanso desde el 24 de febrero.

¿Qué riesgos corres? ¿Qué haces para afrontarlos?

No pensamos en ello. Todo el equipo de Dozhd ha salido de Rusia. Desgraciadamente, todavía están sin tarjetas bancarias y hay que resolver muchos problemas de tipo legal. Papeleo. Estamos trabajando en ello. Es duro porque se encuentran como refugiados o exiliados políticos, incluida Natasha. Está viajando por Europa con dos maletas. Estamos tan ocupados con otros asuntos que no tenemos ni tiempo de pensar en los riesgos.

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es periodista y narrador. Ha vivido en Bélgica, Estados Unidos y Noruega. Es autor de las colecciones de cuento Y sin querer te olvido (Felou, 2014) y Silencios al sur (Felou, 2017). Parte de su obra ha sido traducida al francés y al neerlandés.


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