Hace dos aรฑos muriรณ en Parรญs, a los noventa, el gran historiador medievalista francรฉs Jacques Le Goff. Discรญpulo de Fernand Braudel y Maurice Lombard, Le Goff fue, junto a Georges Duby, uno de los historiadores franceses que mรกs hizo por renovar la tradiciรณn historiogrรกfica inaugurada por la รcole des Annales en los aรฑos treinta. Como sus maestros, Le Goff le dio una importancia enorme al tiempo, que consideraba la โmateriaโ de la historia. No el pasado sino el tiempo.
Es comprensible que un medievalista pensara que el historiador es un estudioso del tiempo. La dimensiรณn temporal de la Edad Media, como la de la Antigรผedad, era lo suficientemente prolongada como para desconfiar de las rupturas y las periodizaciones modernas. Le Goff, estudioso de lo maravilloso y lo cotidiano y de la vida intelectual en los siglos XII y XIII โno faltรณ quien le reprochara que el traslado del concepto moderno de โintelectualโ al periodo escolรกstico era anacrรณnicoโ, pensaba que la Edad Media habรญa durado mรกs de lo que aseguraba el consenso historiogrรกfico.
Por fortuna, antes de morir, el historiador dejรณ escrito ยฟRealmente es necesario cortar la historia en rebanadas? (fce, 2016), un volumen que resume sus ideas sobre el problema de la periodizaciรณn en la historia escrita. Un problema que Le Goff desplaza a la pregunta radical sobre si es analรญticamente correcta la fragmentaciรณn historiogrรกfica del tiempo o si no es falaz y arbitraria la divisiรณn tradicional del pasado en edades, eras, siglos o dรฉcadas. Al fin y al cabo, el siglo XX, como gustaba decir a Eric Hobsbawm, comenzรณ en 1914 con la Primera Guerra Mundial o en 1917 con la Revoluciรณn de Octubre. Y el siglo xviii europeo, segรบn el propio Le Goff, no habรญa arrancado realmente en 1700 sino en 1715 con la Paz de Utrecht y la muerte de Luis XIV.
Recuerda el historiador francรฉs que las primeras periodizaciones en el mundo judeocristiano se remontan al profeta Daniel, que dividiรณ el tiempo antiguo en cuatro reinos, que correspondรญan a las cuatro estaciones, y a san Agustรญn, que prefiriรณ repartirlo en seis edades, como las de la vida humana. Argumenta Le Goff que, durante la Edad Media, la periodizaciรณn de san Agustรญn tuvo mucha resonancia y fue suscrita por Isidoro de Sevilla y Beda el Venerable en el siglo vii y por Vincent de Beauvais y el rey san Luis IX de Francia en el siglo XIII.
Fue en la Edad Media que el nacimiento de Cristo se impuso como aรฑo cero que marcaba el fin de la antigรผedad pagana y el inicio de la era cristiana. Pero Le Goff insiste en que esa idea del nuevo periodo de la cristiandad, especialmente despuรฉs de la conversiรณn del emperador Constantino en el siglo iv, tenรญa muy poco que ver con la nociรณn de lo medieval que se volverรก de uso extendido, no en el Renacimiento, como generalmente se piensa, sino en el siglo xviii. Le Goff encuentra indicios de una idea de la Edad Media en Petrarca y Giovanni Andrea Bussi, aunque el historiador sostiene que la representaciรณn de un largo y oscuro periodo medieval, hasta la caรญda de Constantinopla en 1453, se harรก comรบn en la Ilustraciรณn del siglo xviii con autores como Leibniz y Rousseau.
No escapa a Le Goff la rareza de la periodizaciรณn de Voltaire en su libro El siglo de Luis xiv (1751), en una รฉpoca en que, si bien no se ha establecido plenamente la nociรณn de Renacimiento, comienza a dividirse el tiempo, cada vez mรกs, a partir de la convenciรณn cronolรณgica del siglo de cien aรฑos. La extravagancia de Voltaire consiste en fragmentar el tiempo en cuatro edades, como en la profecรญa de Daniel, a las que llama โsiglosโ: el siglo de Alejandro y Pericles, el de Cรฉsar y Augusto, el que โsiguiรณ a la toma de Constantinopla por Mehmed IIโ, es decir de 1453 a 1643, y el de Luis XIV.
Era evidente que Voltaire no pensaba los siglos como lapsos temporales de cien aรฑos, definidos por el calendario. Pero a Le Goff le interesaba tambiรฉn la falta de precisiรณn conceptual que poseรญan la Edad Media y el Renacimiento en su periodizaciรณn. Esa imprecisiรณn tenรญa que ver, a su juicio, con que la categorรญa temporal de Edad Media y, sobre todo, la de Renacimiento, que funciona como su antinomia, no acaban de perfilarse plenamente hasta el siglo XIX con historiadores como Jules Michelet y Jacob Burckhardt.
Jacques Le Goff, que estudiรณ los orรญgenes precisos de la idea del Purgatorio en el siglo XII, pensaba que esa apariciรณn tardรญa del concepto de Renacimiento obligaba a revisar crรญticamente la identidad del periodo. A partir de su maestro Braudel insistรญa en que la civilizaciรณn material y espiritual de la รฉpoca renacentista era, fundamentalmente, la misma que la de la Edad Media. De ahรญ que el historiador francรฉs propusiera extender la duraciรณn del periodo medieval hasta mediados del siglo xviii.
No se trataba, para Le Goff, de un ajuste caprichoso en la periodizaciรณn de la historia universal sino de una necesaria respuesta, desde la historiografรญa occidental, al reto de la mundializaciรณn de la historia en el siglo XXI. Si la historia global, especialmente la que se abre camino en universidades de Estados Unidos, y que en aรฑos recientes han defendido Lynn Hunt y Sebastian Conrad, propone, sobre todo, pluralizar los espacios y los sujetos del pasado, el testamento del viejo historiador francรฉs llamaba la atenciรณn sobre los equรญvocos de una fractura injustificada del tiempo. ~
(Santa Clara, Cuba, 1965) es historiador y crรญtico literario.