Las cenizas de Octavio Paz reposan junto a las de Marie Jo, su esposa, en el memorial creado por Vicente Rojo en el sitio mismo donde transcurre “Nocturno de San Ildefonso”, poema en el que Paz, tras cumplir los sesenta aรฑos, recuerda al joven Paz caminando por los claustros venerables de la Escuela Nacional Preparatoria. Su destinatario es todo joven que camine ahora por ellos.
Se trata de un poema muy conocido, pero no bien comprendido. Es un lamento sobre las ilusiones perdidas y el desdichado amor a la Revoluciรณn rusa, un mea culpa ante la verdad histรณrica de la URSS, por mucho tiempo eludida. Y un acto de contriciรณn que lo honra.
Como Paz y sus amigos en 1931, muchos jรณvenes arrastrados por “el viento del pensamiento” se inventaron “sinos de relรกmpago”. Pero pocos fueron capaces de una confesiรณn como la que Paz vertiรณ en ese poema:
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย todos hemos sido,
en el Gran Teatro del Inmundo;
jueces, verdugos, vรญctimas, testigos
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย todos
hemos levantado falso testimonio
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย contra los otros
y contra nosotros mismos.
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย Y lo mรกs vil: fuimos
el pรบblico que aplaude o bosteza
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย en su butaca.
La culpa que no se sabe culpa,
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย la inocencia,
fue la culpa mayor.
ย ย ย ย ย ย Cada aรฑo fue monte de huesos.Conversiones, retractaciones,
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย excomuniones,
reconciliaciones, apostasรญas,
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย abjuraciones,
zig-zag de las demonolatrรญas
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย y las androlatrรญas,
los embrujamientos y las desviaciones:
ย mi historia,
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ยฟson las historias de un error?
La historia es el error.
En su juventud, Paz no preveรญa que el marxismo, su fe revolucionaria, desembocarรญa en un rรฉgimen como el soviรฉtico, una de las encarnaciones de lo que Hannah Arendt llamรณ el “mal radical” en el siglo XX. Paz es un poeta siempre contenido pero en ese poema el dolor se desborda. Cuando lo leรญ por primera vez en Plural (septiembre de 1974) me cimbrรณ, pero pensรฉ que el “Gran Teatro del Inmundo” remitรญa genรฉricamente a los juicios de Moscรบ en los aรฑos treinta, recreados en la cadena verbal del poema. Me pareciรณ la comprobaciรณn de que el rรฉgimen soviรฉtico se habรญa vuelto una gigantesca rรฉplica de la Santa Inquisiciรณn. Esa interpretaciรณn era vรกlida, pero incompleta. Paz terminaba con la pregunta y la respuesta sobre el error en la Historia, pero no escribiรณ solo “la Historia”, sino “mi historia”. Y los versos que anteceden seรฑalan claramente a un “nosotros” que lo incluye. El pasaje no es genรฉrico sino especรญfico. Habรญa un nudo en esa culpa. Lo entendรญ despuรฉs.
El poema alude al Congreso de Escritores Antifascistas reunido en Valencia, en julio de 1937, en el que participรณ. Ahรญ ocurriรณ el pandemรณnium que evoca en las primeras lรญneas. Se discutรญa el libro Retour de l’URSS, en el que Andrรฉ Gide โantiguo comunistaโ revelaba, con tristeza, la realidad de ese sistema. Josรฉ Bergamรญn propuso una resoluciรณn de censura a Gide llamรกndolo “enemigo del pueblo espaรฑol” y a sus libros “propaganda fascista”. La delegaciรณn mexicana โa la que pertenecรญa Pazโ no la objetรณ. ยฟPor quรฉ? Quizรกs รฉl mismo no lo dilucidรณ plenamente. Pero se culpรณ por ello. En el poema se refiere a esos hechos. La vileza del “aplauso o el bostezo en la butaca” es el silencio que guardรณ รฉl mismo ante la condena que se hizo al libro de Gide. En el poema Paz asume y purga todos sus silencios. รl sรญ, a diferencia de Gide, era culpable de la culpa mayor, la de la falsa conciencia de sentirse bueno e inocente mientras en la URSS se acumulaba cada aรฑo un monte de huesos.
Quizรก esa culpa fue un motor de su pasiรณn crรญtica. Al leer en 1974 el Archipiรฉlago Gulag, se le vino encima la dimensiรณn del horror en aquel universo penitenciario que habรญa esclavizado a cerca de 18 millones de seres humanos y matado a la cuarta parte. Cierto, en 1950 habรญa denunciado en la revista Sur los campos de trabajo en la URSS. Pero todavรญa en los sesenta su opiniรณn sobre Lenin, Trotski y la Revoluciรณn seguรญa bรกsicamente intocada. El testimonio de Solzhenitsyn quemรณ, literalmente, su pasiรณn. El poema era un acto pรบblico de expiaciรณn. Y un llamado a los jรณvenes de mi generaciรณn. Pocos lo escucharon.
Esa historia reverbera de muchas formas, en Mรฉxico y en el mundo. Tambiรฉn ahora “cada aรฑo es un monte de huesos”. Y hay responsables. Ojalรก los jรณvenes de ahora no cierren los ojos ante la realidad brutal y la vean de frente, ojalรก no permanezcan en su butaca, entre el aplauso y el bostezo. Ojalรก no incurran en “la culpa mayor, la inocencia que no se sabe culpa”. Ojalรก lean a Paz: poeta de la verdad en la historia.
รl ya descansa donde querรญa y con quien querรญa:
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย Mujer:
fuente en la noche.
ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย Yo me fรญo a su fluir sosegado.
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.