Imagen: Aquintero82, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

La verdadera independencia

A mรกs de 200 aรฑos de la Independencia y 500 de la Conquista, es necesario recordar, con Alfonso Reyes, que una naciรณn que no acaba de reconciliarse con su pasado no puede aspirar a la genuina emancipaciรณn.
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En 1930, Alfonso Reyes escribiรณ en โ€œMรฉxico en una nuezโ€:

La verdadera independencia no existe mientras quedan resabios de rencor o de pugna. La verdadera independencia es capaz de amistad, de reconocimiento, de comprensiรณn y de olvido [โ€ฆ] No era todavรญa independiente el hispanoamericano que aรบn maldecรญa del espaรฑol. En la varonil fraternidad โ€“que no se asusta ya de la natural interdependenciaโ€“, en el sentimiento de amistad e igualdad se reconoce al independiente que ha llegado a serlo de veras.

No deja de ser sintomรกtico que, casi cien aรฑos despuรฉs de escritas estas palabras, mรกs de doscientos de la Independencia y quinientos de la Conquista, se haga necesario recordarlas. Un individuo o una naciรณn que no acaba de reconciliarse con su pasado y reconocerlo รญntegramente, que niega alguno de sus orรญgenes, no puede aspirar a la madurez, ni a la paz interior, ni a la genuina emancipaciรณn. En el caso de Mรฉxico, esa reconciliaciรณn pasa necesariamente โ€“como seรฑalaron en su momento, ademรกs de Reyes, Octavio Paz o Carlos Fuentesโ€“ por el reconocimiento y aceptaciรณn plenos tanto de su plural pasado indรญgena como, por supuesto, espaรฑol.

Una de las cosas mรกs penosas, cultural y diplomรกticamente, del gobierno a punto de terminar (y mรกs reveladoras de la psicologรญa, la visiรณn de la historia y la dimensiรณn intelectual de quien lo ha presidido) es la confrontaciรณn con Espaรฑa y su gobierno, y la instigaciรณn de viejos resentimientos. La historia es de sobra conocida: la exigencia presidencial de disculpas a la corona espaรฑola por los abusos de la Conquista, el silencio real y luego la โ€œpausaโ€ en las relaciones. Era razonable esperar que una de las primeras cosas que hiciera el nuevo gobierno fuera reparar ese desencuentro absurdo, mostrando a Mรฉxico y al mundo que comenzaba una nueva etapa, mรกs abierta y conciliadora, moderna y cosmopolita, segura de sรญ misma, no lastrada por limitaciones o traumas personales o colectivos; al parecer, era mucho esperar (uno solo puede imaginar el sonrojo interior de algunos de los nuevos funcionarios, empezando por los encargados de la diplomacia).

El episodio del renovado desencuentro โ€“la no invitaciรณn al rey de Espaรฑa a la toma de protesta del nuevo gobierno y la natural negativa del gobierno espaรฑol a enviar a un representanteโ€“ es lamentable, pero eventualmente se superarรก y la relaciรณn entre Mรฉxico y Espaรฑa seguirรก siendo lo que ningรบn odio, ni prejuicio, ni torpeza (ni de aquรญ ni de allรก) pueden evitar que sea: la de dos paรญses que, como pocos en el planeta, estรกn indisolublemente unidos por su historia โ€“hecha, como todas, de luces y sombrasโ€“, su lengua, su cultura, su literatura y su forma de habitar el mundo.

Para que lo sea mรกs plenamente, es necesario desterrar, como querรญa Reyes, todo resabio de rencor o de pugna, y quizรก no haya mayor y mรกs ardua independencia que la que se conquista de las propias taras y resentimientos. Entonces se es libre de veras, independiente de veras. ~

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(Xalapa, 1976) es crรญtico literario.


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