After Sebald

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Teju Cole

Ciudad abierta

TraducciĆ³n de Marcelo Cohen, Barcelona, Acantilado, 2012, 295 pp.

La madre del narrador de esta novela es alemana. Su padre, nigeriano. Ɖl no hablĆ³ el inglĆ©s hasta los cinco aƱos, de modo que es su tercera lengua. Lee libros traducidos de idiomas europeos. Evita los medios de comunicaciĆ³n norteamericanos. Vive, marcado por la perpetua traducciĆ³n, un sinfĆ­n de experiencias urbanas en que se van tramando las lecturas literarias, la mĆŗsica, los museos, las librerĆ­as, las visitas al profesor Saito y las jornadas laborales en el hospital. Porque el narrador, que en algĆŗn momento es descrito por otro personaje como un “sabelotodo”, es psiquiatra de profesiĆ³n. Y casi todo en su vida tiene que ver con sus pacientes o con su consumo cultural (menos la pantanosa relaciĆ³n que mantiene con su exnovia, NadĆØge, de quien no puede liberarse del todo). Teju Cole, fotĆ³grafo y escritor estadounidense de origen nigeriano, nacido en 1975, ha apostado por esos elementos para su primera novela, Ciudad abierta. En su versiĆ³n castellana, Marcelo Cohen ha sabido captar el tono de su relato, casi monocorde, en el que la reflexiĆ³n es mucho mĆ”s importante que la acciĆ³n y en el que el lenguaje es un alien, un octavo pasajero. El seƱor Saito, que durante la novela se irĆ” apagando lentamente, fue su profesor de literatura inglesa y le enseĆ±Ć³ los modos en que la escritura sugiere, seƱala, susurra. EstĆ” claro que Julius –pues ese es el nombre de nuestro protagonista– aprendiĆ³ bien la lecciĆ³n.

El aƱo pasado Cole publicĆ³ en The New Yorker una crĆ³nica de viaje a la tumba de W.G. Sebald. No es casual, porque es esa la referencia que resuena con mĆ”s insistencia en las pĆ”ginas de Open City. La visiĆ³n de la metrĆ³polis, incluso la del mundo, es muy similar a la que observamos por ejemplo en Austerlitz: el yo melancĆ³lico, la caminata terapĆ©utica, las visitas crepusculares, la construcciĆ³n de metĆ”foras mediante animales que actĆŗan como correlato de los personajes al mismo tiempo que comunican una complejidad que no se deja reducir. Incluso el Ć©nfasis en la literatura como persecuciĆ³n implacable de la verdad evoca al autor de Campo Santo. Tres son los horizontes en que Cole se distancia de su modelo. El primero es histĆ³rico: estamos ante una narrativa poscolonial (o, si se quiere, posposcolonial, la de los hijos de los emigrados), en la que la triangulaciĆ³n no se lleva a cabo en diferentes zonas de Europa, sino entre continentes diversos (NorteamĆ©rica, Ɓfrica negra, Europa Central); y ademĆ”s su gran catĆ”strofe no es la Segunda Guerra Mundial, sino el 11-S. No es casual, en ese sentido, que open city refiera a las ciudades que, por poseer semejante estatus, no fueron bombardeadas por los aliados; y que el ataque de Al Qaeda sea puesto en el contexto global (el de Vietnam, el de Irak, el de las “guerras mentales” que atenazan a la sociedad estadounidense). El segundo es, digamos, generacional, porque implica un papel de la ciencia y de la tecnologĆ­a que es por completo ajeno al maestro (“¿QuiĆ©n, en la era de la televisiĆ³n, no se ha observado frente a un espejo e imaginado su vida como una serie que acaso ya miran multitudes?”) y, sobre todo, una desgarradora presencia de la sexualidad (de la violencia sexual). En los pasajes ambientados en Bruselas, gracias a la voz de un personaje incĆ³modo y fascinante, llamado Khalil y capaz de argumentar en favor de la causa palestina y del terrorismo islĆ”mico, encontramos –traspasado el ecuador de la novela– el tercer horizonte postsebaldiano, que es el que mĆ”s se aleja del escritor alemĆ”n:

Olvida a los camboyanos, olvida a los negros norteamericanos, el de los judĆ­os es un sufrimiento incomparable. Pero yo esta idea la rechazo. No es un sufrimiento incomparable. ¿Y los veinte millones de muertos bajo Stalin? No mejora nada que te maten por razones ideolĆ³gicas. La muerte es la muerte, asĆ­ que, lo siento, los seis millones no son tan especiales.

En los libros de Sebald el exterminio perpetrado por los nazis es el nĆŗcleo indudable y sus vĆ­ctimas, trascurrido el tiempo, mal digeridos los traumas, son los protagonistas cuyo testimonio rescata el narrador. Aparecen otros genocidios, pero jamĆ”s se discute la centralidad del judĆ­o. Eso ocurre –narrativamente– porque no se le da espacio a la expresiĆ³n de un pensar alternativo. De un modo u otro, todos los grandes personajes de Sebald integran una misma comunidad ideolĆ³gica: estĆ”n de acuerdo. Cole, en cambio, abre una grieta y esa grieta se llama Khalil. Es la voz de la contraposiciĆ³n y, por tanto, de la disidencia.

Me interesan las lecturas que despliegan redes. No solo mediante nodos explĆ­citos y conscientes, sino tambiĆ©n con vectores inesperados que conectan con puntos en que el autor probablemente no ha pensado. En el propio Ć”mbito de la cultura de los Estados Unidos, Ciudad abierta me ha hecho pensar en la novela Terrorista (Tusquets, 2007), de John Updike, y en la serie Homeland: sendos intentos de penetrar en el cerebro del enemigo. Cole no otorga un espacio protagĆ³nico y por tanto equivalente a ese discurso, pero ofrece algo que no encontramos en esos otros relatos: un alto nivel intelectual. Los argumentos de Khalil son cuestionables, pero siempre brillantes. Fuera del sistema cultural estadounidense, en el que esta novela se inserta plenamente, porque se trata de una mĆ”quina capaz de convertir en econĆ³mica y simbĆ³licamente rentable todo aquello que en principio incomoda desde sus mĆ”rgenes, la alusiĆ³n en Ciudad abierta a TĆ”nger me ha hecho pensar en otro tĆ­tulo reciente, Calle de los ladrones (Mondadori, 2013), la Ćŗltima novela de Mathias Ɖnard, donde tambiĆ©n la ciudad del estrecho de Gibraltar resulta clave para entender la geopolĆ­tica de nuestra Ć©poca. Es interesante que en ambas se defienda el modelo narrativo de Mohamed Chukri, que Cole relaciona con cierta idea de “ficciĆ³n autĆ©ntica” y contrapone a Tahar Ben Jelloun, como autor orientalista que traduce en sus ficciones la idea que los occidentales nos hacemos del mundo Ć”rabe. Ambas obras comparten sujetos que inoculan duda en los discursos dominantes. O que simplemente nos recuerdan que ya no queda nada que pueda dominar. ~

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(Tarragona, 1976) es escritor. Sus libros mƔs recientes son la novela 'Los muertos' (Mondadori, 2010) y el ensayo 'Teleshakespeare' (Errata Naturae, 2011).


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