Las habilidades y costumbres constructivas de los animales nos han fascinado siempre (a los humanos), y desde hace mucho venimos estudiando sus métodos y materiales. Castores, arañas, termitas, golondrinas, hormigas, oropéndolas… ¿cómo y por qué hacen lo que hacen? ¿Podríamos nosotros aplicar algunas de sus técnicas?
Con el título de Refugios del cuerpo y la imaginación, Laura Lio Martorelli acaba de publicar en Ediciones Asimétricas, editorial especializada en arquitectura, arte y diseño, un libro dedicado a las relaciones entre las construcciones de los animales y el arte contemporáneo, estudiando de paso también qué hemos aprendido de las técnicas constructivas de los animales para nuestras propias construcciones. Es un estudio muy amplio basado en la tesis doctoral de la autora, nacida en Buenos Aires e instalada en España desde 1990. Lio Martorelli no es solamente estudiosa, es también artista, y parte de su práctica se refleja en el libro, uno de cuyos encantos es la abundancia y la estupenda selección de fotografías e ilustraciones, fundamentales para seguir el hilo.
El libro lleva sendas introducciones por parte del arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa, reputado teórico y autor él mismo de algunos ensayos sobre arquitectura animal, y de la también arquitecta María Mallo, especialista en bioarquitectura y geometrías naturales. Ambos defienden, desde esas primeras páginas, una aproximación a la arquitectura que tenga en cuenta que nosotros somos también animales, sujetos a la evolución y a ciertas necesidades, y que no vivimos aislados del entorno (“… necesitamos estudiar y comprender los roles performativos y estructurales de las formas y procesos del mundo natural orgánico, en lugar de simplemente aceptarlos como nuestras preferencias visuales y estéticas” [ Pallasmaa], “… apostemos por crear (ya sea arte o arquitectura) con lógicas del mundo vivo, con materiales vivos, incluso en colaboración con otras especies” [Mallo]).
El estudio se divide en cuatro grandes bloques. En “¿Qué pueden los animales fuera de su hábitat?”, parafraseando a Spinoza y apoyándose en referencias a Pitágoras, Descartes, Schopenhauer, Jakob von Uexküll, John Berger, J.M. Coetzee o Barbara Noske se define el paradigma en el que vivimos, cómo hemos concebido a los animales, con respecto a nosotros los humanos, a lo largo de la historia, recordándonos cómo particularmente a lo largo del último siglo se ha dado tanto un movimiento humano masivo hacia las ciudades como un correspondiente desplazamiento de los animales de su hábitat (“[les hemos robado] la dignidad de una vecindad largamente pactada en el seno de las sociedades agrarias”, y se ha transformado “el entorno rural en una periferia urbana en la cual los animales, salvajes o domésticos, se han vuelto raros”). Esto supone una distorsión en muchos aspectos de nuestra vida, que nos ha colocado a todos en una situación crítica, y de paso la pérdida del sentido simbólico que les otorgábamos a los animales ha empobrecido nuestra relación con el mundo.
El siguiente capítulo está dedicado a “Los otros arquitectos”. Es un capítulo precioso, de aire enciclopédico, que se detiene en las costumbres constructivas de termitas, hormigas, abejas, avispas, arañas, aves y algunos mamíferos. ¿Tienen ellos también un sentido estético? Comparten con nosotros la capacidad de aprender, el trabajo en equipo y la transmisión genética del conocimiento, pero el humano es capaz de tener ideas nuevas, dedica parte de su tiempo al estudio y la investigación, utiliza archivos documentales… los humanos son arquitectos y los humanos constructores, pero qué constructores. En las muy documentadas descripciones de su actividad constructiva se ofrecen muchos datos, pero intercalados con citas y reflexiones que recuerdan la tesis de las conexiones entre sus maneras de funcionar y las nuestras. Por ejemplo, en la sección dedicada a las arañas, se compara la resistencia de los hilos que tejen ellas con algunos materiales fabricados por el hombre, que por supuesto son menos resistentes y más sucios, pero también leemos que “crear a partir de la propia sustancia es una forma muy precisa de nombrar la naturaleza del acto creativo, donde el hacer por fuera, a su vez, nos construye por dentro”. Diría que se invita a una observación de la actividad animal para que nosotros hagamos uso de nuestras capacidades equivalentes, y es por esa vía como podemos encontrar un modelo valioso, más allá de lo mecánico, en el reino animal. Se comparan las técnicas de construcción (esculpido, apilamiento, moldeado, plegado, pegado, tejido) de las distintas especies, se encuentran las similitudes entre el trabajo de una abeja y el de un albañil.
“Funcionalismo ecológico” nos recuerda que la sociedad en que vivimos favorece una mirada utilitaria hacia todo lo que nos rodea, y hace una lista de los atolladeros en los que nos hemos metido en las últimas décadas. En su aplicación en la arquitectura la autora diferencia entre biomimetismo (que propone como una de las vías de salida y que “consiste en el conocimiento del funcionalismo ecológico de las construcciones de los animales para ser aplicado al funcionamiento de la edificación”) y zoomorfismo (que “entabla semejanzas formales entre el aspecto exterior de los cuerpos de animales y el exterior de los edificios”). Dedica varias páginas a las arquitecturas populares y de vanguardia, señalando en ellas lo que podría recordarnos a la tarea animal. Se nos recuerdan las previsiones de Frank Lloyd Wright, que ya en 1953 avisaba de que la vida en las ciudades, tal y como se estaba desarrollando, llegaría a complicarse mucho.
Al llegar al capítulo “Ecos en el arte contemporáneo” hemos recorrido ya un camino muy clarificador que permite apreciar las afinidades entre la actividad animal y la de los artistas, y se repasa la obra de muchos artistas que trabajan o bien en colaboración con animales o bien inspirándose en las maneras de hacer de estos, como Mario Merz, Xu Bing, Magdalena Anakanowitz, Gego o Louise Bourgeois, entre muchos otros. No solo cumple la interesante función de ofrecernos una visión amplia y detallada de una parcela del arte, sino que a estas alturas nos sugiere, además, nuevas maneras de relacionarnos con el mundo.
Otra cita reveladora: “La verdadera belleza de la arquitectura animal radica, como ya dijo Juhani Pallasmaa, en su total integración en la forma de vida de su constructor”.
Refugios del cuerpo y la imaginación
Laura Lio Martorelli
Ediciones Asimétricas, 2023
185 páginas
Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).