Aventura. Una filosofía nómada, de Rafael Argullol

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Rafael Argullol:
elogio del
equilibrio precarioRafael Argullol, Transeuropa, Alfaguara, Madrid, 1998.
——, El afilador de cuchillos (un poema), El Acantilado, Barcelona, 1999.
——, Aventura. Una filosofía nómada, Plaza & Janés, Barcelona, 2000.Los libros más recientes en la amplia escritura de Rafael Argullol —el inmediato anterior fue Sabiduría de la ilusión, de 1994— guardan entre sí una estrecha relación que casi los convierte en trilogía. Los tres giran en torno a la metáfora del viaje y elaboran en tres géneros diferentes (novela, poesía y ensayo, respectivamente) un balance del siglo y una toma de postura frente al momento actual del hombre. Transeuropa es una novela acerca del origen y de la voluntad, que tiene por escenario el viaje de un ingeniero, hijo de un niño de la guerra emigrado a la Unión Soviética, para construir un puente entre Kazán, la ciudad más oriental de Rusia, y una de las islas del Volga. Moscú, capital de numerosos fantasmas del pasado, y Kazán, pequeña ciudad en el limbo, ni occidental ni asiática, constituyen el particular corazón de las tinieblas de una novela conradiana en muchos aspectos. El siglo XX es bastante más que un escenario; el ingeniero se enfrenta a verdades familiares intrincadas con la historia con mayúscula: "ya no tenía dudas de que se mehabía introducido en un extraño teatro para que asistiera a la fulgurante representación de mi propia época. Pero lomaravilloso, lo subyugante, lo que me mantenía en un estado de creciente expectación, a pesar del dolor que se me obligaba a contemplar, era que aquel descenso al corazón turbio de mi época era un descenso a mi propio corazón. Aunque aparentemente ajeno a mi biografía personal, el mundo en el que me anegaba formaba parte de mi intimidad" (p. 182). La Historia como hecho íntimo, poderosamente individual, y la búsqueda de la propia identidad a través de sus poco honrosos entresijos, constituyen el eje de una narración meticulosa, cuyo desenlace, que se reserva con un rigor casiirritante, enfrenta al personaje con una realidad que en verdad más le valía no haber descubierto, pero al mismo tiempo lo dota de una nueva sabiduría para asumirla, un viaje iniciático en toda regla en el que individuo y siglo quedan en tablas. No se trata, sin embargo, de una novela de tesis, ni de la novela de unfilósofo en la que el autor, saltándose las convenciones del género, nos venda algunas convicciones: el lector llega a ellas por la interpretación de los hechos narrados, no porque el autor intervenga con aclaraciones ajenas al desarrollo de lanovela. El afilador de cuchillos, publicado originalmente en catalán (L' esmolador de ganivets) en 1998 y en español el año siguiente, traza una trayectoria paralela a la de Transeuropa. Se trata de un poema unitario, dividido en 33 secciones, que en su formato tiene una cierta semejanza con Noche más allá de la noche de AntonioColinas, el autor de su generación al que Argullol se encuentra más cercano como poeta. De nuevo el punto de partida es "el siglo hecho jirones, murmullos,aullidos,/ mercancía barata si debemos juzgar/ por lo que antes costó y ahoravale" (p. 17), a través del cual camina un individuo que se ha quedado solo tras un gran terremoto interior y ha aprendido a extraer fuerza de la reordenación de sus sentidos: "abandonaste para siempre la patria firme,/ y eres isla, nave, balsa, agua, burbuja a la ventura" (p. 34). Desposeído de todo, ingenuo y extrañado, elindividuo desciende hacia sus orígenes, donde aguarda el afilador, personaje protegido en el recuerdo de la infancia: "hoy, sin proponérmelo, he viajado/ a través de los ojos de mi padre/ para que éstos me condujeran a los del suyo/ y, en tranquila sucesión, como la barca/ que remonta parsimoniosamente el río,/ a los de todas las generaciones precedentes" (p. 71). Cumplido su viaje de reconciliación, el individuo se siente por fin despierto: "entre el anciano que observa y el niñoobservado/ he aprendido mucho del mar nocturno/ que une las dos riberas" (p. 43); no se ha salvado, pero al exponerse almenos al riesgo del conocimiento ha obtenido como premio la superación de un siglo absurdo. La búsqueda de un sentido personal a la historia cercana, el uso abundante de alegorías y símbolos de sentido netamente transparente, unsentimiento místico en el que la palabra poética juega un papel fundacional, así como un cierto tono de invocación, son características que insertan a El afilador de cuchillos en una tradición de poesíareflexiva, con dos de cuyas obras yaclásicas, Piedra de sol, de Octavio Paz, y Diálogos del conocimiento, de VicenteAleixandre, tiene Argullol una deuda evidente. Esta manera de hacer poesía no es precisamente la más extendida en el panorama español, atrapado hoy día entre el realismo y el tono menor, por una parte, y un culteranismo poco afortunado, por otra, y provoca cierta ingenuasorpresa en algunos lectores, acostumbrados a los poetas que parecen estar de vuelta de todo. Rafael Argullol no está de vuelta, por suerte, y demuestra queestar siempre de ida es más fructífero.
     Aventura. Una filosofía nómada es untrabajo de reflexión espontánea, unextenso monólogo filosófico acerca de la libertad y el azar, que resume y actualiza las opiniones ya expresadas en otros ensayos, sobre todo en Territorio del nómada (1987) y en El cansancio de Occidente. Diálogo con Eugenio Trías (1993), pero con una estructura más libre que la del ensayo convencional. De hecho, Argulloldecidió cumplir con el encargo que le hizo una colección divulgativa utilizando material estenográfico, procedimiento de riesgos más que evidentes pero que confiere a este libro sus mejores cualidades. Además de su extrema lucidez yhumildad, sorprende en el libro una cierta música desprendida de su carácter oral, que lo dota de un ritmo poético y de una particular cercanía con el lector, al que no le parece estar recibiendo cátedra sino escuchando una confesión en voz baja. Desprovisto de notas y de referencias eruditas, el discurso va directo a los asuntos; Argullol ha prescindido lo más posible de la parte investigativa de todo ensayo, de la que reúne y comenta académicamente los datos, y ha idodirectamente a la parte reflexiva, sustituyendo la cita por la paráfrasis yrecurriendo a pocos argumentos de autoridad. En esta filosofía en voz alta hay un compromiso mayor y al mismo tiempo una mayor amenaza de volatilidad, que el autor ha evitado estableciendo de antemano las 33 etapas de su viaje, que se corresponden con otros tantos capítulos. El personaje es de nuevo el individuo del siglo XX que se vuelve para contemplar el potencial destructivo de la verdad y de su implantación totalitaria, cercado por contradicciones incómodas y alparecer insalvables: "Este siglo acaba ofreciéndonos un balance extraordinariamente significativo y lúcido sobre los deseos y proposiciones del hombre. La posesión totalitaria de la perfección conduce al desastre […] estamos viviendo la resaca de la transformación de la ciudad celeste en ciudad infernal, aquella que podríamos traducir a través de ciertos nombres clave del siglo XX como pueden ser los campos de concentración nazis, el Gulag o Hiroshima, o a través de la posibilidad misma de la destrucción de la humanidad por sus propios medios" (pp. 144-145). De acuerdo con la tesis de Argullol, la desconfianza permanente, el amor trágico de la perfección, la precariedad, la conciencia de que la verdad es deslizante y fragmentaria son antídotos contra la verdad dogmática y totalitaria, que tendrán que convertirse en nueva vía del pensamiento. Para volver al equilibrio sin recurrir a utopías ni a mesianismossólo queda practicar la fe en lo humano con un amplio margen de error, asícomo una hospitalidad esencial del conocimiento. Argullol ofrece una puesta al día del humanismo que debe mucho a la tragedia griega y a Heidegger: una idea del hombre como criatura limitada, vulnerable al azar y a la contingencia,cuya alternativa es aprender a vivir a la ventura del conocimiento y de frente a sus contradicciones. Un individuo que poco tiene que ver con el triunfalismo tecnológico y con el culto desorbitado del progreso (en última instancia unaproyección del historicismo) que probablemente caracterizará al siglo XX en los manuales futuros. Más allá de la crítica coyuntural, el ensayo propone una rica interpretación de la cultura moderna y de los modelos de hombre que ha propiciado, presente también en El afilador de cuchillos y Transeuropa.
     En definitiva, los tres libros tienen como característica común el partir de la precariedad para buscar el equilibrio. Están poblados por personajes humildes, conscientes del poder del azar, que buscan con cautela. Sujetos que desconfían de lo encontrado, temerosos de que esto se establezca como verdad inapelable y pierda por lo tanto su condición depeldaño, de señal que conduce hacia otra cosa. Como única forma de reconciliación consigo mismo y con su tiempo, el Argullol novelista, el poeta y el ensayistaoptan por un viaje que conduce al equilibrio, siempre provisional y precario, del conocimiento. –

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(Tuxtla Gutiérrez, 1973) es profesor titular de filología griega en la Universidad de Salamanca y coeditor con J. A. García Alonso y M. P. de Hoz de The Alexandrian tradition: Interactions of science, religion and literature (Peter Lang, 2014).


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