El gรฉnero literario de la fรกbula tiene 4.000 aรฑos de antigรผedad, segรบn las รบltimas investigaciones: es uno de los artefactos narrativos mรกs antiguos que conocemos. Y ha sobrevivido hasta nuestros dรญas, lo que tiene mucho mรฉrito: quiere decir que no ha dejado de ser รบtil. Su presencia en la literatura actual, sin embargo, no es posible sin transformaciรณn o parodia: una forma tan reglada โy tan constreรฑida a un fin didรกctico, es decir, moralizanteโ no cabe en la sociedad posmoderna a menos que se la aligere de certezas y se la dote de un espรญritu menos taxativo, se la vuelva permeable a una realidad cartilaginosa y movediza. Eso hacen el poeta Daniel Samoilovich y el dibujante Eduardo Stupรญa (ambos nacidos en Buenos Aires, en 1949 y 1951, respectivamente) en El libro de las fรกbulas y otras fabulaciones, con el que, aunando palabra e imagen, texto e ilustraciรณn, fraguan un magnรญfico artilugio literario โy tambiรฉn un persuasivo objeto artรญsticoโ. Las fรกbulas de este libro respetan las reglas fundamentales del gรฉnero: sus protagonistas suelen ser animales que obran y hablan (y hasta escriben, como las orugas de la 29); el asunto resuelve, a menudo, un dilema moral; y muchas concluyen con la tradicional moraleja: โEsta fabulita nos enseรฑaโฆโ, gusta de concluir Samoilovich (aunque, en la 48, la frase se complete asรญ: โโฆalgo importante, aunque no sepamos quรฉโ). Sin embargo, todas ellas reniegan de lo previsible, practican la desacralizaciรณn y celebran el humor. De hecho, cabe ver El libro de las fรกbulas y otras fabulaciones como una obra humorรญstica, como una recopilaciรณn de facecias, algunas irรณnicas, otras disparatadas y casi todas surrealistas. Samoilovich (y Stupรญa por la parte que le toca) pertenece a una estirpe de escritores juguetones, como el hispano-mexicano Gerardo Deniz, el chileno Nicanor Parra o los espaรฑoles Cristรณbal Serra y Rafael Pรฉrez Estrada; y tambiรฉn el inglรฉs Lewis Carroll, cuyo Alicia en el Paรญs de las Maravillas, con sus rompecabezas lรณgicos y sus paradojas โo parajodas, que decรญa Cabrera Infanteโ, ha influido sensiblemente en El libro de las fรกbulas y otras fabulaciones: autores que gozan con la multiplicaciรณn del ingenio, con el quebrantamiento festivo de lo sabido o lo esperado, con la iconoclasia no meramente destructiva sino tambiรฉn inteligente, con el placer avasallador de la invenciรณn. Su literatura es lรบdica y gozosa, e induce al lector a un estado de grave ligereza, de sonrisa legรญtima y efervescencia bien articulada. โLas opiniones de X acerca del asunto Y me parecen inteligentรญsimas; empero, sospecho de mi parecer, porque mis propias opiniones referentes al asunto Y coinciden con las de Xโ, leemos en la 4.
En fรกbulas, algunas largas, otras muy breves (de una lรญnea, incluso: cercanas al aforismo), algunas โla mayorรญaโ en prosa, otras en verso, estas con aire de tonadillas populares (aunque utilice metros poco populares, como el alejandrino), Samoilovich y Stupรญa lo critican casi todo: a los dioses, en particular, y tambiรฉn a sus brazos armados, las religiones; a los poderosos โotra forma de divinidadโ; a los pedantes; a la Argentina (que, en la 171, desobedeciรณ el mandato divino de que no hubiera acoplamientos en el Arca de Noรฉ, para evitar crisis de superpoblaciรณn o โhistorias de swingers y los consiguientes culebrones de celos y venganzasโ, pero a la que Dios no castigรณ de ningรบn modo, โjuzgando que en su propio pecado tenรญa castigo suficienteโ); y, con especial saรฑa, cumpliendo el deber de flagelarse uno mismo a la vez que flagela a los demรกs, a la poesรญa y los poetas. En la 234, le preguntan a un escritor cuรกl considera que es el mejor escritor vivo de su paรญs. Al letraherido se le nubla la mente, se le traba la lengua y se le contrae el rostro, pero no se atreve a dar la respuesta que le grita el cerebro: โยฟPor quรฉ me pregunta eso, so imbรฉcil, canalla? ยฟNo me ha leรญdo, acaso?โ
El libro de las fรกbulasy otras fabulacionestiene a la historia y a la cultura como materias principales del libro: los autores se inspiran, reescriben, traducen o ponen cabeza abajo (o boca arriba) hechos histรณricos o artรญsticos, como en la estupenda fรกbula 31, en la que aparecen Monterroso y su dinosaurio, Borges y la mariposa de Chuang Tzu, y tambiรฉn el รบltimo hombre sobre la Tierra, destruida por un cataclismo irreversible, que recibe una llamada telefรณnica: es una grabaciรณn que le ofrece una lavadora semiautomรกtica en veintisiete cuotas al 45% de interรฉs anual. Sobre esta base tumultuaria, El libro de las fรกbulas y otras fabulaciones se erige en mรบltiples obras: es una actualizaciรณn de la mitologรญa โsobre todo, la griega y la bรญblicaโ, a la que recurre a menudo para proveerse de personajes o conflictos; tiene algo de ensayo filosรณfico, aunque burlรณn, fragmentario y azaroso (โโNo puedo contarte ahora โdijo la Duquesaโ por quรฉ es el Ser y no mรกs bien la Nada [โฆ] Ah, ya lo recuerdo: lo que pasa es que si fuera la Nada, no habrรญa nadie para hacer la preguntaโ); es un compendio de curiosidades, reales o inventadas, al modo de aquellas antiguas lecciones de cosas, pero ahora engrosadas en este vasto conjunto de 237 fรกbulas; es un bestiario, en el que aparecen seres existentes y otros fantรกsticos, de regusto no necesariamente medieval, sino tambiรฉn contemporรกneo, como los plon-chargeurs, unos monos pequeรฑos que comparten con el hombre el 91% del adn y el 9% restante โcon el revรณlver pimentero Lefacheux de seis tiros y disparador plegableโ; y es, en fin, un tratado de poรฉtica, en la que se airean dudas literarias o se formulan principios estรฉticos, con sorna, como siempre: โEstando preso Danton observรณ [โฆ] que el verbo โguillotinarโ no se puede conjugar en primera persona en el pasado perfecto de la voz pasiva. Esta historieta enseรฑa que la reflexiรณn sobre el lenguaje puede ser un fruto obligado del ocio, pero nunca es ociosa; y que, eventualmente, no impide que uno pierda la cabezaโ, leemos en la 167. Samoilovich lleva a cabo esta reflexiรณn lingรผรญstica con una prosa โy una poesรญaโ, coherentemente con el sentido lรบdico del libro, en la que abundan los juegos de palabras, algunos basados en la repeticiรณn: โUn diablo cayรณ al fuego / otro diablo lo sacรณ / y otro diablo preguntaba / ยฟcรณmo diablos se cayรณ?โ, dice la 141, una cuarteta; y otros en el orden de esas mismas palabras: โโNo quiero para mรญ nada que no quiera para los demรกsโ, dijo el poeta Walt Whitman, de West Hills. โNo quiero para otros nada que no quiera para mรญโ, replicรณ el autor. Puede parecer lo mismo, pero no lo es. El de Whitman es un programa para la santidad: el autor, en cambio, se contentarรญa con portarse decentementeโ, reza la 148.
Sin embargo, la comicidad de El libro de las fรกbulas y otras fabulaciones, con ser poderosa, es solo una coartada para la tristeza. Porque la oculta, la vuelve digerible, permite exponerla sin รฑoรฑerรญa ni acritud. Uno de los tres epรญgrafes del libro, del gran Arnaldo Calveyra, dice asรญ: โYo no bromeo, estoy hablando en serio, yo siempre hablo en serio, yo soy un niรฑoโฆโ Samoilovich y Stupรญa, aunque hablen en broma, tambiรฉn hablan en serio. En tono satรญrico โy muchas de estas fรกbulas son sรกtirasโ hay alguien que se lamenta por la distancia que advierte entre el mundo real y su ideal รฉtico, y que expresa ese lamento โy su frustraciรณnโ con palabras cรกusticas, mientras esboza una sonrisa amarga. En la 61, un faquir se fuma al Rey del Mundo โun habanoโ en el aeropuerto de Nueva York y tiene โuna suerte de alucinaciรณn: [โฆ] que el mundo era bello y tenรญa sentido: que es uno de los sueรฑos mรกs insensatos jamรกs soรฑadosโ. El humor enmascara el dolor. Y aunque lo haga con tanta finura, chispa y naturalidad como en El libro de las fรกbulas y otras fabulaciones, ese dolor se percibe: hace que la broma abulte. Pero aun asรญ nos reรญmos, porque reรญrse es una de las formas mรกs humanas de sobrellevar la calamitosa condiciรณn humana. ~
(Barcelona, 1962) es poeta, traductor y crรญtico literario. En 2011 publicรณ el libro de poemas El desierto verde (El Gato Gris).