Steven Pinker
El instinto del lenguaje
Traducciรณn de Josรฉ Manuel Igoa y Alenjandro Pradera, Madrid, Alianza Editorial, 2012, 568 pp.
Condillac, Herder y Rousseau escribieron sobre los orรญgenes del lenguaje, pero muchos siglos antes Herodoto contaba ya con algunas ideas egipcias sobre cuรกl fue la primera lengua, una bรบsqueda que se desechรณ en el siglo XIX. Hoy las preguntas son otras. La idea mรกs consistente durante varios decenios del siglo XX se debe a Noam Chomsky, quien pensรณ que todos los seres humanos compartimos una gramรกtica universal: el esquema que subyace cuando eliminamos, comparativamente, toda variaciรณn. Pero ciertos estudios neurolรณgicos refutaron esta idea y Chomsky fue adaptรกndola hasta alcanzar un cierto galimatรญas muy razonado y sin duda valioso. Tambiรฉn pensaba, junto con Jay Gould, que la evoluciรณn del lenguaje era ajena a la selecciรณn natural.
La idea central de Chomsky respecto a la existencia de un sistema mental que computa la representaciรณn simbรณlica estรก en la base de las arduas investigaciones del psicolingรผista Steven Pinker sobre la naturaleza del lenguaje en su libro El instinto del lenguaje, reeditado ahora en una versiรณn puesta al dรญa. Desde el tรญtulo se afirma que el lenguaje es innato, aunque las lenguas, obviamente, no lo sean: nadie habla por sรญ mismo inglรฉs o espaรฑol, pero estรก en la naturaleza del ser humano aprender la lengua o lenguas de su entorno. El hecho de que aprendamos lenguas, de que no hablemos de manera natural una lengua sino que sea producto del aprendizaje social, quizรกs se deba a la enorme impredecibilidad del entorno, y por lo tanto la naturaleza no habrรญa podido incorporar a la estructura del cerebro las contingencias a las que responden. Aquรญ cabe hacerse una pregunta: ¿por quรฉ comenzรณ ese desplazamiento hacia el aprendizaje complejo que caracteriza al ser humano? Aunque hay lenguaje, asรญ sea muy elemental, en pรกjaros y mamรญferos, la complejidad del lenguaje humano tiene que ver con el hecho de que somos (¿gracias al lenguaje?) conscientes de ser conscientes.
Pinker, a diferencia de Chomsky y Gould, considera al lenguaje una adaptaciรณn evolutiva, y por lo tanto formado por partes (cerebrales) que han tenido funciones diversas. El descubrimiento de un gen relacionado con el lenguaje (FOXP2), existente en otros mamรญferos pero con una secuenciaciรณn especial en nosotros, ha puesto en evidencia que ha sido objeto de la selecciรณn natural durante doscientos mil aรฑos. Ademรกs, se han descubierto diversos genes y localizaciones cromosรณmicas vinculadas a la actividad lingรผรญstica, algo que apunta, como seรฑala Pinker, a la riqueza genรฉtica del lenguaje, es decir, y para que se den por aludidos los que creen (aunque solo como especulaciรณn) en el milagro: el lenguaje no es el resultado de una mutaciรณn afortunada, la mano de Dios o del azar, sino de un lento proceso evolutivo en el que han participado diversas รกreas cerebrales, aunque su motor sea la famosa รกrea de Broca. Cuando decimos, sobre todo a partir de Marx y Ortega y Gasset, que el hombre no tiene naturaleza sino historia, incluso aรฑadiendo que la historia es su naturaleza (Octavio Paz), no dejamos de expresar una exageraciรณn producto de una tradiciรณn historicista; salvo si pensamos, de manera mรกs amplia, que la naturaleza tiene historia. Que nuestras cรฉlulas tengan historia no significa que no sean naturales y que su historia sea su verdadera naturaleza. Es cierto, nosotros somos mรกs ambiguos porque somos un poco libres y sobre todo morales: respondemos de nuestros actos, incluso cuando afirmamos que actuamos sin querer. Es mucho lo que hacemos en el espacio social, como bรบsqueda y transmisiรณn, asistidos por lo que llamamos cultura, algo que no se explica del todo por el determinismo, aunque esta indudable realidad difรญcilmente niega que la selecciรณn natural haya tomado cartas en el asunto. Pero volvamos a Pinker y su libro.
Un aspecto importante estudiado por Pinker es la relaciรณn entre pensamiento y lenguaje. La popular frase “lo tengo en la punta de la lengua pero no sรฉ decirlo” expresa, al parecer, una verdad profunda. La afirmaciรณn de que el pensamiento es puramente verbal es, de nuevo, una exageraciรณn que pervierte la realidad y que ha hecho a muchos repetir el dictum de Wittgenstein: de lo que no se puede hablar es mejor callarse, ya que lo que no se puede expresar es lo mรญstico, lo que se muestra a sรญ mismo. Pinker no discute con el filรณsofo austriaco a este respecto, pero es obvio que no estรก de acuerdo. No se estรก hablando de un pensamiento concreto (la filosofรญa de Heidegger, por ejemplo) sino en tรฉrminos antropolรณgicos, donde el lenguaje no moldea el pensamiento. El determinismo lingรผรญstico es deudor de Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf: las categorรญas del lenguaje determinan el pensamiento. Y su derivado relativista: las diferencias de lenguas suponen formas distintas de pensar en sus hablantes. Pinker y muchos otros psicolingรผistas piensan que el pensamiento es mรกs complejo que el lenguaje, pero nos vemos obligados a expresarlo con palabras de manera lineal, aunque es cierto que a una gran velocidad en la emisiรณn y recepciรณn de sonidos. Segรบn Pinker la complejidad de la mente “no es consecuencia de un proceso de aprendizaje; antes bien, el aprendizaje es consecuencia de la complejidad de la mente”. Me pregunto si Pinker no estรก desplazando u olvidando que el lenguaje no solo (y ya es mucho) expresa una parte de la complejidad de lo que รฉl denomina “mentalรฉs”, ese pensamiento que trata de hallar su forma en las lenguas, sino que la lengua es capaz de alcanzar conceptos (significados) como los expresados por Platรณn, Kant, Hegel o Wittgenstein, sin olvidar el otro lado, el creativo, que funde la forma en su expresiรณn: Shakespeare, Gรณngora, Mallarmรฉ. Pero este asunto exigirรญa un espacio del que no disponemos.
La arbitrariedad de la relaciรณn entre el sรญmbolo y su significado ya se halla en la mente del niรฑo, y antes de poder pronunciar una sola palabra ya evidencia un pensamiento latente. Pinker rastrea esa arbitrariedad a lo largo de muchas pรกginas, apoyรกndose en sesudas demostraciones lingรผรญsticas, psicolรณgicas y experimentales. Esto, y los recientes estudios neurocognitivos, le llevan a concluir que hay un instinto del lenguaje, y que cada cerebro humano estรก equipado con una gramรกtica universal. Aunque las lenguas son ininteligibles entre sรญ, “bajo sus superficiales variaciones se oculta el diseรฑo computacional รบnico de la Gramรกtica Universal, con sus nombres y sus verbos, sus estructuras lรฉxicas y sintagmรกticas, sus declinaciones y auxiliares”. Si el lenguaje es un instinto, parece obvio pensar que ha evolucionado, de acuerdo con el darwinismo, como el resto de los instintos, por selecciรณn natural. Aprendemos, es cierto, aunque, insiste Pinker, lo hacemos porque poseemos un mecanismo innato que nos permite aprender. Pero lo que tambiรฉn parece cierto es que lo que aprendemos (y lo hacemos, en tรฉrminos antropolรณgicos, a una velocidad enorme) influye en lo que denominamos innato. ~
(Marbella, 1956) es poeta, crรญtico literario y director de Cuadernos hispanoamericanos. Su libro mรกs reciente es Octavio Paz. Un camino de convergencias (Fรณrcola, 2020)