El libro como obra

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Margo Glantz y Carmen Segovia

Simple perversiรณn oral

Prรณlogo de Valeria Luiselli

Mรฉxico, La Caja de Cerillos/CNCA, 2014, 40 pp.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jorge Ibargรผengoitia y Alejandro Magallanes

What became of Pampa Hash?

Prรณlogo de Jorge F. Hernรกndez, Mรฉxico, La Caja de Cerillos/CNCA, 2014, 32 pp.

Un libro รกlbum, al menos como lo definรญa el experto Uri Shulevitz, es un libro que no se puede contar por telรฉfono. No se puede porque la imagen carga buena parte de la narrativa. Sin ver las ilustraciones, la historia no se entiende. En este sentido, los libros de la colecciรณn Ilustres de La Caja de Cerillos Ediciones no son propiamente libros รกlbum. No lo digo porque sea importante ajustarse a una etiqueta –no lo es– sino para seรฑalar que lo que estรกn haciendo es otra cosa. Su pรบblico es distinto, para empezar. Pensados para adultos, estos libros se liberan de la exigencia de una trama trenzada entre palabras e ilustraciones –algo importante para el pรบblico infantil que escucha el texto mientras lee las imรกgenes–. Aquรญ hay espacio para un tejido mรกs complejo porque el lector lee, a la par, texto e imagen, y estos dos medios de expresiรณn van ya no completando la historia sino dotรกndola de nuevas capas de significado. El resultado podrรญa leerse por telรฉfono, pero una parte del gozo se perderรญa en la lรญnea. Porque si bien los ilustradores no aportan a la narrativa, sรญ aportan a la experiencia.

La hazaรฑa de construir cada libro como un mundo aparte, uno que valga la pena visitar, se logra porque los editores estรกn pensando en el libro como un autor piensa en una obra: como el resultado de un proceso creativo con etapas y exigencias propias. Podrรญamos entonces decir que La Caja de Cerillos es una editorial de autor. Quizรก por eso los nombres de los editores (Andrea Fuentes Silva y Alejandro Cruz Atienza) figuran atรญpicamente en la pรกgina legal de los libros que publican. Este dato me parece significativo. Echar luz detrรกs de las cรกmaras รบnicamente te hace brillar si hiciste muy bien tu trabajo. Lo interpreto como la aceptaciรณn no solo de un mรฉrito real, sino tambiรฉn de cierto sentido de la responsabilidad. “Creemos que sรญ importa quรฉ tipo de obras se hacen, quiรฉn las hace y para quรฉ”, afirman en la introducciรณn a su catรกlogo.

What became of Pampa Hash?, de Jorge Ibargรผengoitia, es un texto tan breve como genial. Se merece un libro entero y si algo permite el รกlbum es editar una obra con muy pocas palabras. Pero, claro, cada una debe valer su peso en oro. Por suerte, si alguien escribรญa duro y a la cabeza, sin sobrantes, era Ibargรผengoitia. Su genialidad aquรญ radica no en contarnos la divertida historia de una gorda gringa de la que el narrador se enamora y desenamora, sino en que lo hace sin usar ni una sola vez la palabra gorda, ni la palabra gringa.

Alejandro Magallanes emula muy bien este arte de no decir las cosas sino sugerirlas. Ambos autores son maestros de la metonimia. Con aguadas de tinta negra sobre fondos blancos o rosas, el ilustrador vierte en imรกgenes una de las mayores virtudes del escritor: que sabรญa soldar con gracia las contradicciones mรกs abismales. Aquรญ Pampa Hash –tanto en texto como en imagen– resulta tan ridรญcula como sensual. Tan tierna como repugnante. Tan perfectamente humana como redondamente personaje.

En Simple perversiรณn oral, de Margo Glantz y Carmen Segovia, volvemos a encontrar un matrimonio feliz, por asรญ decirlo: una ilustradora que supo tomar del texto el tono y logrรณ ampliar el recorrido con su interpretaciรณn de los muchos sรญmbolos en juego. Hay una libertad enorme, plรกstica, en el punto de vista inestable: estรก en el texto (a ratos habla el personaje Nora Garcรญa, a ratos la propia Glantz) y en la ilustraciรณn, que trastoca fondo y forma para capturar ese oscilar casi lรญquido entre lo exterior y lo interior: me miras, te miro, miramos dentro de mรญ, de mi boca y de mis obsesiones.

Ambas plumas mezclan registros y tradiciones: Glantz ahora narra, ahora ensaya; Segovia ahora dibuja, ahora pinta, ahora imita un collage. Quizรก lo mรกs bello de este libro es cรณmo la ilustradora consigue adoptar la alquimia glantziana por excelencia: ese divagar sin rumbo que no aburre. Y cรณmo vemos reflejado en cada imagen el estilo de una prosa que, mรกs que construir mundos, traza puentes insรณlitos entre mundos que ha visitado –en vida o en literatura– y que recuerda.

Ambos libros cuentan con un prologuista tan bien elegido como su ilustrador. Valeria Luiselli, ademรกs de sus propias, ricas investigaciones dentales (patentes en su รบltima novela), goza del mismo raro talento que Glantz para traer a la mesa escritores y sus anรฉcdotas sin que aquello se convierta en un infumable name dropping. Por su parte, Jorge F. Hernรกndez entiende y celebra (y posee) el humor de Ibargรผengoitia como la llave para cualquier otra profundidad emotiva, ademรกs de que conoce su obra por completo. Y, sin embargo, los prรณlogos son para mรญ la pata de la que cojean estos libros. El lugar donde se meten el pie solos. Porque por bien que casan con el texto y bien escritos que estรกn, dejan de lado la misiรณn de la colecciรณn Ilustres. Ambos dedican, por varias pรกginas sobre el texto, una sola menciรณn al ilustrador.

Dicen los editores que decidieron tener prรณlogos para consolidar su propรณsito de desvanecer al autor รบnico y realzar la nociรณn de un libro como un trabajo en equipo. La intenciรณn es coherente, pero es como si no le hubieran enviado el memo a los prologuistas, o no hubieran ejercido su exigencia de editores-autores para pedir cambios. El foco estรก en el texto y no figuran los otros elementos del conjunto: ni el diseรฑo de Santiago Solรญs (en apariencia invisible, algo que solo logran los mejores diseรฑadores) ni las guardas (elegantes, y coherentes a la vez con el tomo en turno y con la colecciรณn) ni, en general, la razรณn de ser de estos libros: la uniรณn de palabra e imagen. Asรญ, en un giro involuntario, el ilustrador regresa al sitio inmerecido que –antes del boom del libro รกlbum– le estaba reservado: el de mera decoraciรณn.

El hecho es que seguimos teniendo al escritor en un pequeรฑo pedestal respecto al ilustrador. Pero, hay que decirlo tambiรฉn, el camino hacia la aboliciรณn de este pedestal se ha iniciado, va por buen camino y son precisamente editoriales como La Caja de Cerillos quienes lograrรกn acabar con el prejuicio y convencernos (no machacรกndolo como hago yo aquรญ, sino imponiรฉndose vรญa el gozo de unos libros muy bien hechos, libros que nos hagan dejar de lado el telรฉfono) de que los ilustradores tam- biรฉn son autores, que los editores tambiรฉn son creadores y que un libro es, o puede ser, una obra de arte. ~

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(ciudad de Mรฉxico, 1983) es narradora. Umami, su primera novela, saldrรก en Literatura Random House en febrero 2015.


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