El trauma insuperable

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Enrique Moradiellos

Historia mรญnima de la Guerra Civil espaรฑola

Ciudad de Mรฉxico/Madrid, El Colegio de Mรฉxico/Turner, 2016, 298 pp.

La historiografรญa y la teorรญa polรญtica del siglo XX avanzaron considerablemente en la definiciรณn conceptual de la guerra civil, dentro de la amplia variedad de conflictos bรฉlicos modernos. El historiador Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) parte de esa conceptualizaciรณn en su mรกs reciente ejercicio de historia compacta de la Guerra Civil espaรฑola, entre 1936 y 1939. La espaรฑola fue guerra civil por antonomasia, por la fractura de la comunidad nacional que produjo y por el exterminio fratricida de los bandos rivales, โ€œviviendo la misma vida, rozรกndose en las arterias de las grandes ciudades con el sentimiento neto, constante, de que una de las dos debe matar a la otraโ€, como escribiera Vรญctor Serge.

Moradiellos advierte que, como toda guerra civil, la espaรฑola transcurre en un lapso especรญfico de tiempo, de 1936 a 1939, pero sus causas se remontan mucho mรกs atrรกs y sus efectos pueden marcar a varias generaciones, durante mรกs de un siglo. No hay guerra civil, en China o en Rusia, en Estados Unidos o en Mรฉxico, que no nutra la escisiรณn ideolรณgica del conflicto con viejas disputas por la naciรณn. Y tampoco hay guerra civil que no legue a los hijos y nietos de quienes se mataron entre sรญ una pesada carga de memoria u olvido, verdad o justicia. Es cierto que el dilema de โ€œlas dos Espaรฑasโ€, que tanto obsesionรณ, en un sentido u otro, a los intelectuales del 98, ocultaba la multiplicidad del conflicto, pero, tras la sublevaciรณn militar de Marruecos en julio de 1936, una imaginaria frontera transversal, que iniciaba en Badajoz y terminaba al norte de Huesca, partiรณ en dos al paรญs.

Los antecedentes inmediatos de la Guerra Civil se ubican en el turbulento periodo de la Segunda Repรบblica, que arranca con la caรญda de la dictadura de Miguel Primo de Rivera y, mรกs claramente, con la consulta electoral de abril de 1931. Moradiellos ve a la Espaรฑa de entonces, no partida en dos sino en tres, como la mayorรญa de los paรญses europeos. Las opciones mรกs o menos delineables eran la Reforma, la Revoluciรณn y la Reacciรณn. Dicho de otra manera: la democracia, el socialismo y el fascismo. En contra de una visiรณn que, tanto desde la derecha como desde la izquierda, ha intentado identificar โ€œrepรบblicaโ€ con โ€œcomunismoโ€, al historiador le interesa comprender la complejidad del quinquenio republicano, en el que en muy poco tiempo se pasa de una hegemonรญa legislativa del psoe, a otra de la Confederaciรณn Espaรฑola de Derechas Autรณnomas, y que culmina con el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936.

Ninguno de aquellos polos era monolรญtico: en la izquierda habรญa radicales partidarios de la bolchevizaciรณn como Francisco Largo Caballero, socialdemรณcratas como Indalecio Prieto, republicanos liberales como Manuel Azaรฑa, ademรกs de bases anarquistas, trotskistas, comunistas y socialistas de todo tipo, mientras en la derecha habรญa lรญderes civiles como Josรฉ Marรญa Gil Robles y Josรฉ Calvo Sotelo, monarquistas, catรณlicos, carlistas, falangistas seguidores de Josรฉ Antonio Primo de Rivera y, sobre todo, una amplia zona de la oficialidad de las fuerzas armadas, que veรญa la Espaรฑa tradicional amenazada por el Frente Popular. Cuando se produce el levantamiento, aquella pluralidad interna de cada bando no se deshizo, pero sรญ contuvo sus disensiones en aras del enfrentamiento militar y polรญtico.

La sublevaciรณn militar, encabezada por Emilio Mola en el Paรญs Vasco, Miguel Cabanellas en Zaragoza, Gonzalo Queipo de Llano en Sevilla y Francisco Franco en Marruecos y Canarias, aunque encontrรณ una fuerte resistencia en el este de la penรญnsula, sumรณ pronto a mรกs de 140,000 hombres sobre las armas. A esa mayorรญa militar se agregรณ una centralizaciรณn del mando polรญtico, en la persona de Franco, que muy pronto comenzรณ a reproducir la simbologรญa caudillista de los totalitarismos de derecha y que dotรณ de cohesiรณn al bando nacionalista. Los republicanos, en cambio, ademรกs de poseer menor capacidad defensiva, estaban polรญticamente divididos entre los sindicatos โ€œantiestatistasโ€ de Largo Caballero, la Confederaciรณn Nacional del Trabajo y la Uniรณn General de Trabajadores, los trotskistas del Partido Obrero de Unificaciรณn Marxista y diversas columnas milicianas, como la de Durruti en Fraga, los Aguiluchos en Huesca, Sabio en Guadarrama y el legendario Quinto Regimiento de los comunistas, que en muchos casos cuestionaban las รณrdenes de la jefatura mรกxima.

Moradiellos entiende las diferencias entre los lรญderes republicanos, Largo Caballero, Azaรฑa, Prieto o Negrรญn, como proyecciones de la diversidad ideolรณgica interna del campo republicano. Pero tambiรฉn โ€“y esta es una las zonas en las que mรกs ha avanzado su trabajo historiogrรกfico, como prueba su anterior libro El reรฑidero de Europa (2001)โ€“ como expresiรณn espaรฑola de las divisiones internacionales del periodo de entreguerras. Franco tuvo a su favor un momento preciso de la geopolรญtica occidental, que le valiรณ el apoyo de la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini y el Portugal de Salazar, a la vez que la causa republicana carecรญa de respaldos equivalentes a pesar de las simpatรญas que suscitรณ en Gran Bretaรฑa, Francia y Estados Unidos y de la solidaridad de la Uniรณn Soviรฉtica y Mรฉxico. El Pacto de Mรบnich en 1938 hizo saber a los republicanos que estaban solos.

Moradiellos es consciente de que historia la Guerra Civil luego de varias generaciones de revisionismo historiogrรกfico, probablemente, desde los libros pioneros de Gerald Brenan, Pierre Vilar, Hugh Thomas, Burnett Bolloten y Raymond Carr. De ahรญ que entre con inusual soltura en el espinoso tema del coste humano del conflicto. El historiador rehรบye cualquier equivalencia pero seรฑala tanto las ejecuciones militares sumarias y los โ€œpaseosโ€ de los nacionalistas como los โ€œasesinatosโ€ de las milicias armadas socialistas, anarquistas o comunistas de los republicanos. A partir de los estudios de Paul Preston, Juliรกn Casanova, Francisco Espinosa, Josรฉ Luis Ledesma, Carlos Gil Andrรฉs o Julius Ruiz, Moradiellos calcula unas 350,000 vรญctimas directas de la guerra, mรกs los ejecutados de un bando u otro, 130,000 por los franquistas y 55,000 por los leales a la Segunda Repรบblica. Hubo asesinatos emblemรกticos como el de Federico Garcรญa Lorca, pero pocas veces se menciona el de Pedro Muรฑoz Seca, un dramaturgo nacionalista ejecutado por milicianos anarquistas.

Dentro de la estadรญstica sombrรญa de la Guerra Civil, Moradiellos incluye al medio millรณn de espaรฑoles que se exiliรณ y que, en su gran mayorรญa, comenzรณ a hacerse a la idea de un no retorno a partir de 1945. Frente a una rica historiografรญa que destaca el aporte cultural y econรณmico de ese exilio a paรญses latinoamericanos, como Mรฉxico y Argentina, Moradiellos enfatiza la โ€œhemorragia humanaโ€ que aquel รฉxodo masivo implicรณ para la propia Espaรฑa. Concluye el historiador que โ€œel paรญs tardarรญa mucho en superar las consecuenciasโ€ de aquella privaciรณn de la โ€œcompetencia de un altรญsimo nรบmero de brazos y cerebrosโ€. Pero habrรญa que preguntarse si hay โ€œsuperaciรณnโ€ para un trauma como el de una guerra civil tan sangrienta y un exilio tan cuantioso. ~

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(Santa Clara, Cuba, 1965) es historiador y crรญtico literario.


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