DespuĂ©s de Mi Europa, escrito en colaboraciĂłn con Andrzej Stasiuk, Ă©sta es la segunda entrega de la obra del polĂgrafo Yuri Andrujovich (Ivano-frankivska, Ucrania, 1960) que se publica en español, a la que seguirĂĄn en breve dos de sus novelas, ya en curso de traducciĂłn. Se trata de un conjunto de ensayos de diversa Ăndole, escritos a lo largo de los Ășltimos diez o doce años; esta naturaleza de aluviĂłn o de cajĂłn de sastre no resta interĂ©s al libro, salvo para el lector con manĂa estructuralista o completista. Algunos de los textos estaban destinados, como es evidente, a ser leĂdos en alguno de esos simposios o tour literarios que de vez en cuando reĂșnen, en ciudades de la Europa occidental, y muy mayormente de Alemania, a unos cuantos ârepresentantesâ destacados de la intelectualidad de la antigua Europa comunista âun cuentista rumano, un poeta esloveno, un poeta polaco⊠y un ucranioâ que merecerĂan por sĂ mismos un tratamiento literario.
Peor es que algunos de los ensayos vengan fechados al pie, como si el autor hubiera tenido la necesidad de advertir que lo que acaba de contar fue pensado asà en tal o cual fecha, pero los acontecimientos posteriores hubiesen matizado o desmentido el anålisis expuesto o las previsiones que se derivan de éste, o quizå el tono.Esto es mås grave: la fecha misma relativiza las palabras a las que pone colofón; invita a la incredulidad, incluso a la desconfianza: ¿Asà que eso pensabas en 1990? ¿Si sigues pensando lo mismo por qué lo fechas? ¿Y si has cambiado de opinión, por qué lo publicas?
Hecha esta salvedad, la competencia literaria de Andrujovich es obvia para todos los que hayan siquiera hojeado Mi Europa y apreciado, por ejemplo, las pĂĄginas vigorosas del âcatĂĄlogo de las ruinasâ: ruinas de toda clase, Ășnico legado de la Historia a la Ucrania actual, la Ucrania post-Chernobil, post-comunista y post-soviĂ©tica: enumeraciĂłn exhaustiva como una letanĂa de marcas geolĂłgicas, esqueletos de animales prehistĂłricos, bastiones militares demolidos, bĂșnqueres abandonados y pestilentes a orina, mirĂadas de fĂłsiles tapizando el lecho de mares desecados, etcĂ©tera, en las que Andrujovich propone, con un humor delirante y amargo, basar la construcciĂłn de una nueva identidad para el paĂs atormentado que se extiende al otro lado de los CĂĄrpatos. Andrujovich escribe muy bien, estĂĄ en el pleno dominio de las herramientas retĂłricas, sabe buscar objetos y anĂ©cdotas de notable potencia alegĂłrica, capaces de anclar en los hechos una tesis.
TambiĂ©n cuando conviene, cuando se adelanta por terrenos resbaladizos, sabe velar esas ideas con expresiones ambiguas o con oportunos puntos y aparte. Esas ambigĂŒedades, medias palabras y silencios oportunos se presentan en El Ășltimo territorio, por ejemplo, allĂ donde uno espera que el autor manifieste su pensamiento sobre temas que en su contexto son especialmente espinosos y delicados; como el idioma ruso y su influencia perniciosa sobre la construcciĂłn del espĂritu nacional ucraniano, o las olas de inmigrantes del este, emigrantes, al parecer, rĂșsticos y poco educados, hacia las ciudades del oeste del paĂs, ciudades en el gozne entre Oriente y la Europa comunitaria. Ciertos pasajes exasperados o despectivos acusan lo que piensa Andrujovich sobre estos asuntos, pero Ă©l es inteligente y se lo calla a tiempo, nadie podrĂĄ acusarle de xenĂłfobo.
Entre lo elegiaco, lo divertido y lo furioso, el tono, muy personal, perfila al autor como un personaje âun carĂĄcter simpĂĄtico, un hombre ilustrado pero en absoluto acadĂ©mico, mĂĄs bien bohemio y extravagante, y decidido a divertir al lector y a divertirse Ă©l mismo a la que se presente la ocasiĂłnâ que se asoma a lo contado y propone sus propias anĂ©cdotas y a veces sus desventuras como motor movilizador del discurso sobre episodios aciagos de la historia, la vigencia y los problemas del poeta ânacionalâ ucraniano, o el estado de postraciĂłn de aquella regiĂłn del mundo, lo que se le ha hecho, lo que le ha pasado, y cuĂĄn lejos estĂĄ, en tĂ©rminos de Ă©tica, de estĂ©tica y de civilizaciĂłn, de alcanzar los parĂĄmetros occidentales.
Yo agradecĂ mientras leĂa el libro que no se demore demasiado, no se entretenga en las usuales lamentaciones por la precaria salud de la lengua ucrania, que corre peligro de desaparecer, sometida a la influencia contaminante del idioma ruso; ya he tenido que pasar demasiado tiempo en hospitales de idiomas, visitando la habitaciĂłn donde agonizan esas pobrecitas lenguas minoritarias eternamente enfermas pero que ni se restablecen del todo ni se mueren de una maldita vez.
El Ășltimo territorio es una excelente aunque aleatoria, subjetiva, fragmentaria y, probablemente, inventiva aproximaciĂłn a los asuntos, la historia, el paisaje fĂsico y moral de un paĂs del Este europeo, con una historia reciente atroz, una transiciĂłn prĂĄcticamente imposible y una casta intelectual que se encuentra entre las manos un paĂs ânuevoâ y tiene que dotarlo de faramalla patriĂłtica; faramalla en la que âtanto por su misma formaciĂłn cosmopolita como por las enseñanzas de la Historia, en la que Ucrania ha sido sucesivamente la cuna de Rusia, luego parte de Polonia, del imperio Habsburgo y de Polonia, y cuyos grandes escritores lo han sido en lengua alemana, rusa o polacaâ, esa casta o elite no puede creer. Y esto hace mĂĄs interesante todavĂa el trabajo de Andrujovich. ~