Carlos Fuentes, En esto creo, Seix Barral, México, 2002, 313 pp.
DICCIONARIO PERSONAL
UN DICCIONARIO DE TÓPICOS
Alrededor de dos siglos y medio nos separan del momento en que nació un singular género literario: el diccionario personal. Desde que Voltaire redactó su Diccionario filosófico, infinidad de autores han sido atraídos por la idea de ordenar alfabéticamente sus obsesiones, de construir un museo de desvelos. Una vez tentado, el escritor se enfrenta a dos posibilidades: la primera, ofrecer una involuntaria concatenación de lugares comunes; la segunda, dar a las voces reunidas significados o matices que las reinventan. En esto creo es el debut de Carlos Fuentes en el género y, para su desgracia, dista mucho de pertenecer a la segunda categoría.
Construido mediante ensayos breves ordenados por la sabia arbitrariedad del alfabeto, En esto creo establece el credo de su autor con textos que van de la rememoración autobiográfica a las reflexiones moral, filosófica, política y artística. Los saltos a los que el volumen nos invita (de "Faulkner" a "Globalización", por ejemplo) evidencian la multiplicidad de intereses de Fuentes, pero también la poca fortuna con la que su prosa ha distribuido los conceptos en este ideario personal. Si leemos, por ejemplo, la voz inaugural ("Amistad") nos preguntamos: ¿es este un Dictionnaire des Idées Reçues? No, pero los conceptos deslizados traen a la mente el magnífico divertimento de Flaubert. La comparación, lo reconozco, es desmesurada: el Dictionnaire es un delicioso ejercicio satírico, En esto creo es un proyecto serio; la distancia entre los autores es, en todos los niveles, insalvable. Pero utilizo el paralelo porque sorprende la cantidad de lugares comunes idées reçues: literalmente, ideas recibidas, tópicos reunidos, como la primera línea del volumen: "Lo que no tenemos lo encontramos en el amigo." No es otro el tono que el lector encontrará en el libro. Nada en él convoca el sobresalto, y el espacio para la autoironía está vedado. Todo aquí es corrección, mesura, equilibrio… Las 313 páginas del volumen son peligrosas: sumen en la abulia al menor descuido.
En ciertos momentos, una duda nos asalta: ¿estamos frente al discurso de un funcionario?: "La base de la desigualdad en América Latina es la exclusión del sistema educativo. La estabilidad política, los logros democráticos y el bienestar económico no se sostendrán sin un acceso creciente de la población a la educación." Queda claro que Fuentes no es un pensador original ni un moralista agudo, sino un narrador, y cada vez que aborda un tema filosófico o político su prosa se empantana. Uno guarda la esperanza de que el escritor se asome en algún momento y, ciertamente, cuando lo hace, logra tramos de intensidad en determinados pasajes autobiográficos, esencialmente en los dispuestos para la sinceridad. Sin embargo, al hablar, por ejemplo, de sus experiencias sexuales desliza frases como ésta: "A veces, la distancia marchitaba amores con alguna mujer inolvidable que surgió de una laguna tropical con la mirada de atardecer y aurora." En otra parte, las últimas líneas de la voz "Amor" nos ruborizan: "Toma con amor la mano del último hombre, de la última mujer que has visto, y en sus ojos verás reflejados todas las necesidades, todas las esperanzas y todo el amor de la humanidad entera." La cursilería siempre ha asomado en los textos fuentesianos, pero nunca antes en dosis tan altas.
Los mejores momentos del libro se hallan, sin duda, en los escritos literarios. Más allá de sus discutibles concepciones, lo más logrado del volumen se concentra en las voces "Faulkner", "Kafka", "Quijote", "Shakespeare", "Wittgenstein"… El autor de En esto creo está en su elemento cuando discute autores o reflexiona sobre la novela. Su lectura de Balzac arroja luz no sólo sobre la obra del francés (su modelo), sino sobre su propio trabajo, una concepción novelística erigida en la síntesis de lo social y lo mítico.
Cuando se interna en meditaciones más generales se muestra, sin embargo, como un digresor poco dotado. En una incompetente pirueta verbal, escribe: "Jean François Lyotard nos dice que la tradición occidental ha agotado lo que él llama la metanarrativa de la liberación. Sin embargo, el fin de dichas metanarrativas de la modernidad ilustrada, ¿no anuncia la multiplicación de las multinarrativas provenientes de un universo policultural y multirracial que trasciende el dominio exclusivo de la modernidad occidental?" La impericia filosófica de Fuentes lo lleva a confundir conceptos críticos con propuestas cuantitativas. Repitiendo este tipo de argumentos, las voces "Belleza", "Dios", "Libertad", "Muerte" y "Tiempo" forman, en el mejor de los casos, un catálogo de idées reçues.
Fuentes se muestra como un intelectual interesado en el devenir político e histórico de América Latina, pero, como analista y promotor de ideas, es poco imaginativo. Lo digo esencialmente por la manera en que reúne los conceptos más "correctos" de la izquierda bienpensante en voces como "Educación", "Globalización", "Iberoamérica", "Izquierda", "México" y "Sociedad civil". Sus propuestas son sensatas, puede comulgarse con ellas, pero una sensación de dejà vu nos puebla al analizarlas.
El breviario del novelista mexicano nos hace añorar, salvando las distancias, la ironía devastadora de un Chamfort, un La Rochefoucauld o un Cioran. Incluso la del Diccionario filosófico de Savater, por citar un ejemplo más cercano. A pesar de ello, En esto creo podría ser útil: es un estupendo volumen tranquilizador para adolescentes confundidos. ~