Falsas memorias. Blanca Luz Brum, de Hugo Achugar

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Del comunismo a PinochetHugo Achugar, Falsas memorias. Blanca Luz Brum, ERA, México, 2001, 178 pp.La posteridad de Siqueiros está empañada por las falsificaciones: se rumora que antiguos alumnos de su taller y hasta su hija Adriana fabrican óleos apócrifos como si estos fueran un nuevo experimento del muralista desde el ultramundo. En ausencia de una biografía confiable, debemos contentarnos con unas memorias: Me llaman el coronelazo, expurgadas y sin duda distorsionadas por su viuda Angélica Arenal. Tal vez uno tenga la posteridad que se merece y no haya nada sorprendente en estas manchas póstumas, en este reguero de falsos y falsedades que rayan la noche de la leyenda. La vida de Siqueiros fue un juego muy contrastado de luz y sombra, en el que todavía falta iluminar muchos episodios. Las Falsas memorias de la que fuera su primera esposa, Blanca Luz Brum, ideadas por el novelista uruguayo Hugo Achugar, aportan una parte auténticamente inédita al lioso rompecabezas de la biografía de Siqueiros. Sobre todo se proponen la reconstrucción de una figura femenina muy similar al claroscuro Siqueiros: Blanca Luz Brum se inauguró como furiosa militante comunista en la cercanía de Sandino y Mariátegui, antes de pasar a ser peronista y terminar su vida en la devoción a Pinochet.
     Tan desconocida resulta Blanca Luz Brum en México que, hasta la fecha, ni siquiera tenía derecho a un patronímico bien ortografiado: la biógrafa de Frida Kahlo, Hayden Herrera, la llama, muy joycianamente, Blanca Luz Bloom y Julio Scherer la desvirtúa en Brun. Ahora, gracias al tesón de Hugo Achugar, sabemos más de esta hermosa uruguaya, casi todo lo que puede llegar a saberse acerca de esta rubia y turbia mujer. La forma novelada que Hugo Achugar escogió dar a esta reconstrucción no es solamente una salida ingeniosa a la falta de documentación, sino también una manera adecuada de envolver a Blanca Luz Brum en las brumas de sus propias contradicciones, mentiras y omisiones. Antes que juzgar a la mujer a quien dedicó sus desvelos de 1991 a 2000, Hugo Achugar dramatiza los huecos y los límites de la investigación en una flaqueza memoriosa del personaje. Hasta se dramatiza a sí mismo, desdoblándose en otro investigador, a quien cita en referencia bajo su propio heterónimo de Juana Caballero. Hugo Achugar no juzga, pero sí juega con los papeles y los géneros, las deficiencias de las fuentes y los desfallecimientos de la memoria, los tiempos del relato y la probable cronología de los acontecimientos. Avanza sobre la línea incierta, desdibujada, entre lo desconocido y lo misterioso; crea un suspenso policiaco con la hipótesis de un hijo que hubiera nacido de la unión atormentada entre Blanca Luz Brum y Siqueiros. Parece que Siqueiros fue el enterrador de la criatura, en Taxco, aunque existen grandes dudas sobre la autenticidad de su paternidad. ¡Otra falsificación que le habrá tocado en vida!
     "Aunque sin el reconocimiento ni las resonancias de sus estrictas contemporáneas, Frida Kahlo, Tina Modotti o Nahui Ollin, el camino vivido por Brum la coloca sin exageraciones al lado de las o los grandes protagonistas de los movimientos políticos y artísticos de los años veinte y treinta", reza la contraportada del libro. No estoy muy segura de compartir esta visión de la grandeza de Blanca Luz Brum después de leer las Falsas memorias. Pese a que la firma del pacto germano-soviético pretenda explicar el repudio de la mujer por el comunismo, resulta incomprensible que la lucidez recobrada la haya conducido a una activa colaboración con el régimen de Perón, y de allí a una audaz participación en el escape de la cárcel del fascista Patricio Kelly, y de allí a una encarnizada defensa del general Pinochet. El itinerario carece de grandeza, semeja un lento pero seguro naufragio, y en esto tal vez los medros de Blanca Luz Brum se equiparen con el cejar de Frida Kahlo y los crímenes estalinistas de Tina Modotti. Me temo que nos quieran ofrecer otro mito de falso heroísmo, cuyo combustible fuera la nostalgia por una izquierda latinoamericana tan caricatural como caduca. Es curioso que la belleza física de mujeres como Blanca Luz Brum, Tina Modotti o Frida Kahlo sea capaz de encender las pasiones hasta el punto de opacar sus pecados políticos.
     Blanca Luz Brum acabó sus días en la isla de Juan Fernández, la misma donde Robinson Crusoe se empeñó en su solitaria defensa de la civilización. En cambio, ella dedicó sus últimos esfuerzos a defender la barbarie de los militares chilenos. ¿Valía la pena rescatarla de semejante naufragio? –

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