Las mentiras de la verdad

Los genios

Jaime Bayly

Galaxia Gutenberg

Barcelona, 2023, 240 pp.

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Los genios no es un reportaje, ni una crónica, ni un ensayo de crítica literaria, géneros que tratan de plasmar fidedignamente la realidad. Jaime Bayly decidió escribir una novela para poder, “desde las licencias de la ficción”, como afirma la contraportada de su libro, falsear y modificar la realidad a su gusto. No importa, entonces, que los personajes de su novela se llamen Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, ni que se les identifique como los autores de La ciudad y los perros y Cien años de soledad. No importa señalar tal o cual imprecisión, tal o cual exageración o tal y cual mentira, porque es una novela. La novela, a través de la ficción, trata de transmitirnos la verdad, una verdad; por medio de personajes, paisajes, situaciones, el novelista intenta brindar su visión del mundo. No se tiene que juzgar a Bayly por sus mentiras e imprecisiones, porque su “Vargas Llosa” y su “García Márquez” son personajes de su imaginación, no los extraordinarios narradores que conocemos, sino instrumentos para que Bayly muestre su interpretación de la realidad, la verdad de las mentiras de su ficción.

¿Qué visión del mundo nos muestra la novela de Bayly? Que debajo de la gloria literaria hay rencores, chismes, traiciones, bajezas, infidelidades, mezquindades y demás elementos de la miseria humana. Los genios no nos muestra a Vargas Llosa y García Márquez, exhibe a Bayly. “Un libro es una especie de espejo, cuando un mono se mira en él no descubre la imagen de un apóstol”, escribió Lichtenberg. Cuando Bayly lee a García Márquez y Vargas Llosa no lee formidables ficciones, ve el barro donde se forjaron, ve las ambiciones de fama y dinero que los movieron a escribirlas, ve traiciones y venganzas, se ve a sí mismo.

Los genios no es el retrato de los novelistas afamados, Los genios retrata al “genio” de Bayly, alguien capaz de escribir los elementos más sucios de los personajes que “admira” en busca de plata. No entiendo qué llevó a los editores de Galaxia Gutenberg, antes una editorial de prestigio, a publicar esta novela. Miento: sí lo entiendo. Su intención es la de llamar al escándalo y capitalizarlo. Tal vez su estrategia sea la de publicar pornografía próximamente. Los genios es un libro pornográfico.

En la pornografía no hay amor, ni falta que hace. Lo que muestra son cuerpos reducidos a su función de copular. Su trama es simple, su mecanismo narrativo es repetitivo, un mundo irreal de quejidos y fluidos. Se trata de excitar las pasiones y los sentidos del espectador. Todos saben que lo que se exhibe es irreal, pero no importa, el espectador no quiere realismo, ni simbolismo, ni metáfora alguna, quiere ver fricciones, entradas y salidas. Al novelista Bayly no le interesa la literatura de los escritores que recrea, lo que busca es mostrarlos en cueros, infieles y ambiciosos. ¿Por qué, según Bayly, Vargas Llosa (el sujeto que en la novela responde a ese nombre) escribió Pantaleón y las visitadoras? Por la envidia que sentía de su amigo y vecino que se había hecho súbitamente rico con Cien años de soledad, para poder pagar las sirvientas que su esposa le exigía. ¿Las novelas se escriben para pagar la renta y las escuelas de los hijos? Seguramente es un factor, el factor más bajo, el de la necesidad. ¿Las novelas se escriben por envidia de una obra mayor? Probablemente sea cierto en muchos casos, en el nivel más pedestre, en el de las pasiones. ¿Se explican las obras literarias por las pasiones y las necesidades? Las necesidades importan, pero no son determinantes en la literatura. Bayly escribió una novela sobre las necesidades y pasiones de gente conocida, no lo hizo para indagar sobre la naturaleza de esas necesidades y pasiones sino para exhibir a esas personas conocidas, para mostrar que “los genios” no son gigantes sino gente como todos, como uno. La gran sinfonía explicada por la sífilis del autor. El gran poema escrito para comprarse un carro más grande. La novela inmortal para por fin tener mucha servidumbre. Una novela porno: pasiones y dinero, sexo y traición.

La pornografía consiente diversos subgéneros. El que practica Bayly es el del voyerismo. Asomarse a la intimidad de los otros. En su peor modalidad: atisbar en la intimidad de los famosos. Husmear en su basura. Espiar por rendijas para ver cómo van al baño. Recoger las colillas. Recoger estas miasmas y decir: develé la esencia de los grandes escritores. ¿Aporta esto algo a la comprensión de las obras que el libro menciona, algo al entendimiento de los autores que exhibe? Nada, ya que al situarse en el terreno de la ficción ningún hecho es verificable. Si no funciona para entender la vida ni las obras que Bayly utiliza como pretexto, ¿para qué funciona? ¿Funciona como novela?

Bayly como novelista recurre a los trucos más baratos del género. Situaciones escabrosas. Personas con psicología de bolero sentimental. Tediosas reiteraciones. Capítulos que cierran siempre con “revelaciones”. Novela que pertenece al género “del corazón”. Novela de chismes de peluquería. De efectos pobrísimos para llamar la atención. Una novela pornográfica de chismes, escrita con recursos de mala prosa. Aburrida si uno no es afecto al Hola. Con esta novela Galaxia Gutenberg ha rebajado formidablemente su catálogo.

Hay novelas cuyo motivo es el de descubrir la verdad sobre un hecho. Bayly, y el público que considera que la literatura no es un arte sino un espectáculo, juzga como algo central en la historia de la literatura latinoamericana el puñetazo que Mario Vargas Llosa propinó a Gabriel García Márquez en un cine de la Ciudad de México a mediados de los años setenta. Ambos en el pináculo de su carrera. Ambos amigos muy cercanos, compadres. Bayly ensaya una explicación que me parece baladí. Cierta o falsa, no importa, es una ficción incomprobable. La inventó Bayly a partir de chismes que escuchó. Como el asunto no daba para más de dos páginas, la aderezó de chismes y vulgaridades de todo calibre. Su fin no era resolver un misterio sino provocar un escándalo.

Hay novelas, de acción o misterio, para leerse en la playa. Las hay para leerse en el sillón preferido. Otras, de tan intensas, pueden leerse hasta en el metro porque hacen que el mundo alrededor desaparezca. Los genios es una novela digna de leerse en el cuarto de baño, en medio de humores y olores, cuarto de las necesidades, de lo bajo y lo sucio. ~

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