El fin de la democracia

La democracia constitucional en riesgo. Los autoritarismo no descansan

Lorenzo Córdova

Cal y arena

Ciudad de México, 2024, 229 pp.

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La democracia en México fue obra de varias generaciones, de miles de mexicanos que salieron a las calles a manifestarse, que presionaron al sistema desde la prensa y la academia hasta que el sistema cedió y aceptó transformarse. La destrucción de la democracia, en marcha acelerada, fue en cambio obra casi exclusiva de un solo hombre: Andrés Manuel López Obrador.

(Para que no haya confusión. Lo que actualmente se está demoliendo en México es la democracia constitucional, que implica división de poderes y respeto a la ley. En el que ahora vivimos es un régimen que entiende la democracia como una “tiranía de la mayoría”, como la tipificó Tocqueville.)

A medida que fue concentrando poder, a López Obrador comenzaron a estorbarle los contrapesos. De su discurso frente al Hotel Sheraton luego de su triunfo electoral en 2018, en el que prometía gobernar para todos y respeto a las instituciones, pasó López Obrador a recortar recursos a los órganos autónomos, al Poder Judicial y al órgano electoral, para luego desatar contra esas instituciones una lluvia de insultos, amenazas y descalificaciones.

Dos momentos fueron decisivos en este tránsito al autoritarismo. El ministro González Alcántara en entrevista ha referido que López Obrador tomó la decisión de lanzar su brutal ofensiva en contra del Poder Judicial luego de que la Suprema Corte invalidó el traslado administrativo de la Guardia Nacional a la Sedena. Por su parte, Lorenzo Córdova recuerda, en otra entrevista, que poco después de que López Obrador asumió el poder, el INE multó a Morena por el uso indebido de recursos públicos que, en lugar de utilizarse para los damnificados del temblor, fueron canalizados a las campañas de Morena: “Dos semanas después de que López Obrador me había dicho que me había ganado un lugar en la historia, ya como presidente electo públicamente dijo que el INE era el autor de una vil venganza.” Ni la reforma al Poder Judicial ni la del órgano electoral formaban parte del programa de gobierno de López Obrador. No tomó esas medidas porque las considerara beneficiosas para el país, sino que fueron actos de venganza en contra de dos instituciones que no se habían plegado a su capricho.

“La vocación autoritaria de López Obrador se manifestó cada vez que tuvo que enfrentar los controles que la Constitución le puso al ejercicio arbitrario del poder”, afirma Lorenzo Córdova en su libro más reciente, La democracia constitucional en riesgo. El talante autoritario de López Obrador, para el ex presidente del INE, no comenzó con el ejercicio presidencial sino que viene de antes. La “mentalidad autoritaria de López Obrador es algo conocido desde sus orígenes. Para él la negociación, la búsqueda de consensos y la exigencia de respeto a la ley son engorrosos y menospreciables estorbos”. Lorenzo Córdova es tajante: “A López Obrador sólo le ha interesado alcanzar, acumular y ejercer poder”.

La democracia constitucional en riesgo es un libro muy útil, porque establece con toda precisión las diferencias conceptuales entre un régimen democrático y uno autoritario, pero al mismo tiempo muy triste. Más aún: desolador. Integrado por artículos periodísticos, ensayos y discursos, el libro, en su primera parte, es casi una crónica del paulatino deterioro de nuestra democracia. Describe con detalle cómo se fue construyendo el entramado institucional gracias al cual pasamos de ser un país donde el fraude electoral era habitual a contar con un órgano electoral independiente y robusto, que permitió tener “el periodo más largo de estabilidad política y de gobernabilidad democrática de toda nuestra historia”. Más adelante, Córdova Vianello describe los peligros que padecieron las democracias en el mundo conforme iba avanzando el siglo por no haber podido resolver problemas relacionados con la pobreza, la desigualdad y la inseguridad, así como la erosión que fueron sufriendo los partidos políticos y la vía parlamentaria. La mesa estaba puesta para el surgimiento de liderazgos carismáticos que prometían terminar con esos problemas sin importar que en el camino se atropellaran leyes e instituciones.

Un libro triste porque Lorenzo Córdova, en cada uno de sus artículos, no dejó de advertir el riesgo que se corría y de hacer llamados a la ciudadanía para atajarlo mediante movilizaciones y protestas. Ese activismo culminó cuando Lorenzo Córdova fue convocado como orador de la tercera multitudinaria manifestación de “la marea rosa” celebrada en el Zócalo de la Ciudad de México en febrero de 2024. En esa ocasión señaló que la democracia estaba “bajo amenaza”. La democracia, puntualizó, “no solo son elecciones libres, significa también que tengamos la posibilidad de acudir ante un juez cuando el gobierno nos persigue injustamente […], o que los ciudadanos podamos contar con información sobre cómo el gobierno gasta el dinero público […] y también que la Suprema Corte pueda anular una ley que va en contra de la Constitución”.

El peligro era muy claro. Las advertencias, directas. López Obrador propuso un plan para reformar el INE que fracasó. Propuso entonces un Plan B que la mayoría morenista de forma desaseada aprobó en el Congreso y que pudo ser frenado por la mayoría de los ministros de la Suprema Corte. Fue entonces que López Obrador puso en marcha el Plan C: imponer en la presidencia a su candidata y lograr la mayoría en el Congreso mediante el ejercicio desbordado del gasto público (utilizado para comprar votos mediante el pago anticipado de los programas sociales, una propaganda masiva y la compra de voluntades partidistas de oposición). El gastó que se ejerció para ejecutar el Plan C implicó la mayor contratación de deuda de las últimas décadas, misma que compromete hoy de manera dramática las finanzas del gobierno.

Es una crónica desoladora la que presenta Lorenzo Córdova en este libro, porque la batalla ciudadana por impedir la cristalización de un gobierno autoritario fracasó. Desaparecieron los órganos autónomos (entre ellos el INAI), la Suprema Corte quedó inutilizada y se perfila en el horizonte próximo una reforma electoral que devolverá a manos del gobierno el control de las elecciones. Vivimos ya un régimen autoritario que irá acotando primero y luego cercenando los derechos y libertades ciudadanas.

La democracia constitucional en riesgo no es un título exacto. Ya no estamos en riesgo de perder la división de poderes y el respeto a las normas constitucionales. Eso ya ocurrió. Un título más exacto hubiera sido: La quiebra de la democracia constitucional.

Así como fueron necesarias varias décadas para construir el andamiaje para un sistema democrático, se necesitará mucho esfuerzo para volver a recuperarlo. Los partidos de oposición actuales (contando la desaparición del PRD) ya no son funcionales. Tendrán que surgir nuevos partidos y aparecer nuevos actores políticos. La ciudadanía, luego de haber atravesado el túnel del populismo autoritario en el que nos encontramos, valorará de forma distinta lo que se perdió y porfiará en recuperarlo. Quizá tuvimos que perder la democracia constitucional para construir una mejor. El de Lorenzo Córdova es un libro que podría mover a la desesperanza. Pero, como escribió Walter Benjamín, solo de los desesperanzados puede nacer la esperanza. ~

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