La guitarra azul, de John Banville

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Imaginemos un dรญa lluvioso, frรญo y a nuestro alrededor un verdor refulgente. Depositemos en esa especie de campiรฑa a cuatro amigos, dos parejas. Y a partir de ahรญ, demos paso a un conflicto en el que se vea envuelto el amor, el deseo y, por supuesto, la frustraciรณn. Ese es el cรณctel que ha preparado el irlandรฉs John Banville (1945) en su nueva novela La guitarra azul, recientemente traducida al castellano por Nuria Barrios. Una historia que nos vuelve a mostrar a este escritor, ganador de todos los grandes premios (como Man Booker y el Prรญncipe de Asturias) y al que aรบn no se sabe por quรฉ le falta el Nobel, en su plenitud estilรญstica. Porque la prosa de Banville es esa que el lector no dudarรญa en subrayar una y otra vez hasta casi rajar el papel del libro.

La novela abre con un homenaje a Melville. ‘Llamadme Autรณlico’, escribe Banville. Y como si fuera la lucha contra la ballena, desde los primeros pรกrrafos nos va a introducir es una historia incรณmoda en la que el protagonista, un pintor en horas bajas y con la mano demasiado larga para el hurto, tendrรก que batallar contra sus tribulaciones, contra lo que fue, lo que quiso haber sido. Quizรก lo que la vida no le ha dejado ser. Esta es, al fin y al cabo, una historia sobre el hombre en su mรกs pura acepciรณn del gรฉnero masculino.

Oliver Orme se llama este tipo. Un hombre que siempre se ha sentido seguro con su trabajo como pintor, con su mujer y con su vida, en general. Hasta que intenta robar lo que no le estaba permitido de ninguna manera. En un determinado momento desea –porque no ama– a Polly, la mujer de su amigo Marcus y amiga a su vez de su esposa, Gloria. Es una chispa que salta y poco despuรฉs nos enteramos de la consumaciรณn del affaire. No es la primera infidelidad de Orme, pero sรญ es la primera vez que esta relaciรณn adรบltera se mueve en aguas demasiado pantanosas que afectarรกn a otras personas. Y esto es lo que rompe la seguridad del pintor, que ya hacรญa tiempo habรญa dejado de pintar falto de inspiraciรณn.

Como sucedรญa en El mar, donde casualmente el protagonista era un historiador de Arte, el pintor atribulado se intenta guarecer en sus recuerdos infantiles y huye a la desesperada. Banville pone sobre la mesa la cobardรญa e incluso la inmadurez de ese hombre que parecรญa tenerlo todo bajo control. Y a la vez que expone los hechos fatรญdicos compone un tratado sobre el amor –la idealizaciรณn: “para mรญ eras un Dios”, dice Polly– el afรกn de transformar al otro (ese es el verdadero robo, como afirma el protagonista una y otra vez) el sobrevuelo constante del dolor, el pinchazo de los celos –“te anegan de manera inexorable como humeante lava ardiente”- y finalmente el conformismo.

Como contrapunto a Orme y sus debilidades, Polly y Gloria son el verdadero muro de contenciรณn de este chorreo de vulnerabilidad que muestran los hombres (tambiรฉn el pobre cornudo Marcus). Es otra de las caracterรญsticas de Banville, que incluso se ven con fuerza cuando escribe sus novelas negras bajo el pseudรณnimo de Benjamin Black: las mujeres son todo lo contrario a una drama queen histรฉrica, a una loca abrumada por los acontecimientos. Gloria, Polly, la hermana de Orme, son las que dicen basta cuando el mundo se tambalea.  “La mujer, caรญ, es una leyenda, un fantasma que sobrevuela el mundo, posรกndose aquรญ o allรก, en este o en aquel desprevenido ser femenino al que transforma, de manera breve pero decisiva, en un objeto de deseo, veneraciรณn y terror”, escribe Banville en esta novela.

Dividida en tres partes, La guitarra azul es un pedacito envuelto con papel de regalo de lo que significan las relaciones truncadas: el deseo ardiente, el dolor que provoca lo imposible, la indiferencia final y las heridas que quedan. Pero tambiรฉn es casi un ensayo sobre el arte y la creaciรณn, cรณmo cazamos las ideas, dejamos flotar a la imaginaciรณn, algo parimos con todo eso y sentimos el miedo del fracaso. Todo el libro estรก poblado de citas de obras teatrales y hay numerosas imรกgenes de lienzos, algunas de manera sucinta y otras con nombre y apellido, como el del pintor Cezanne. Banville expone su vasta sabidurรญa con su potente voz poรฉtica y preciosista sin resultar cargante (como les ocurre a los malos escritores que parece que tiran de Wikipedia).

Tras Los infinitos y Antigua luz, esta novela es un escaloncito mรกs hacia arriba, pese a que para el lector que haya leรญdo El mar puede que esta novela le resulte algo menor. En cierto modo, al escritor se le va un tanto la mano con las descripciones climatolรณgicas. Hace frรญo constantemente y nos lo repite para que no nos olvidemos (y tranquilo, Banville porque no lo hacemos). En ocasiones, las dudas del protagonista parecen entrar en bucle y dan ciertas ganas de apagar el disco. Pelรญn pesado se vuelve cuando recuerda a sus padres. Sin embargo, cuando, de repente, escribe “nada como el lรกtigo de seda del autorreproche para aliviar una conciencia inteligente” sentimos que estamos ante un escritor en forma que nos remueve, nos subyuga, nos hace pensar y nos da placer. Seรฑores de la Academia, no se lo piensen mรกs, por favor.

 

 

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es periodista freelance en El Paรญs, El Confidencial y Jotdown.


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