Las otras edades de la poesía

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Michel Butor

La utilidad poética

Traducción de Stéphanie Robert Le Fur, postfacio

de Frédéric-Yves Jeannet, México, auieo/Taller Ditoria/Conaculta,

2012, 144 pp.

El pensamiento cordial de Michel Butor (Mons-en-Barœul, Francia, 1926) abre esclusas y derriba muros, con el propósito de abordar, desde otro nivel y otros paisajes, temas y malentendidos de la poesía respecto de su posible utilidad en las relaciones sociales de la tribu. Resultado de cinco conferencias presentadas en Lyon a comienzos de 1994, el presente volumen conserva la hospitalidad de la conversación, el buen tacto de no fatigarse en las arenas movedizas de las jergas y los conceptos academicistas, prefiriendo una vía más inmediata, de corte mayéutico, donde expone los diversos frentes de un tema a revisión –¿toda poesía es sagrada?, ¿el lenguaje del dinero es poético?, por citar dos de ellos– para agotarlo por el camino de las preguntas o de las fábulas sin moraleja, es decir, la ruta de las visiones y de las profecías.

Aunque las coordenadas literarias y filosóficas son, especialmente, del ámbito de la cultura francesa, los temas de las cinco conferencias de Butor son aplicables y dignos de examen en cualquier medio literario o tradición poética. Desde la primera conferencia, titulada “Poesía y religión o la guerra de los dioses”, el ensayista no se anda por las ramas de la retórica o de algún solipsismo y se pregunta de golpe: “¿Para qué nos sirve eso que llamamos poesía? Podemos jugar diciendo que es inútil y que es en la medida en que es inútil que se vuelve realmente útil, etc. Son paradojas que hemos oído hasta la náusea, paradojas de supermercado.”

Desvelando esa cándida impostura, comienza una indagación histórica y mítica del lenguaje poético, apoyándose en algunos pasajes del William Shakespeare de Victor Hugo. ¿Y qué exploraciones inéditas nos comparte Butor? Para empezar, comparte con el novelista de Los miserables una revisión lírica que toca varias bandas donde nos encontraremos figuras mitológicas (Orfeo), aedas (Homero u Ossian), profetas del Antiguo Testamento (Moisés o Isaías), matemáticos (Pitágoras), filósofos (Platón o Rousseau), novelistas (Swift, Cervantes o Balzac), poetas todos ellos no obstante que su obra canónica estuvo regida por preceptos e intenciones diferenciadas del arte del verso. Con esos autores, a los que se suma, por supuesto, una nómina de poetas estelares de cada región lingüística de Europa, se ha establecido según Butor una dinámica entre los textos antiguos y fundacionales –escritos en lengua sagradas: griego, hebreo y latín– y los textos posteriores escritos en lenguas vulgares y ¿profanas? Fundamentos religiosos o míticos para los pueblos, trátese de la Biblia o de La Ilíada, desde el Renacimiento han sido leídos asimismo –desde la mirada laica del humanismo– como piezas maestras de la literatura. Este nuevo acercamiento intelectual ha dado lugar a discusiones sobre la posibilidad de glosar o intervenir dichas obras. Los fanatismos al respecto son históricos en el mundo del islam y del cristianismo; en cambio, las obras griegas, con todo su Olimpo belicista y lujurioso, tuvieron mejor fortuna en las arenas de las recreaciones y transcreaciones literarias sin derramar una gota de sangre ni poner precio a la cabeza de sacrílego alguno.

En otra de sus conferencias –“La poesía y la música o encantos, es decir cantos”–, Michel Butor pone en relieve la parte fonética del discurso poético como elemento sustantivo y diferencial respecto de otros géneros literarios. A la manera de la clásica premisa recomendada por Pound, “componer (escribir) siguiendo una secuencia análoga a la frase musical”, para el escritor francés también se impone, en el trazo de la composición poética, esa necesidad prosódica irrenunciable, espíritu órfico que imanta a las palabras de algo más que significados: atmósferas, tonalidades y cromatismos para un oído que mira “ahí, donde el sol calla”. Para ambos escritores, el inconveniente mayor de todo poeta recae en que las palabras lamentablemente significan cosas, sentimientos o acciones; para evitar que esa situación degenere en emboscada sin salida o faenas de despojo de lastre, el artista de la poesía debe relacionar sus palabras (entramarlas desde los orígenes) con las palabras de los textos antiguos, además de dotarlas de ritmos, cadencias, armonía, rimas, pausas, resonancias, silencios…

Las dos últimas conferencias –“Poesía y economía o el oro del tiempo” y “Poesía y política o el lugar y la fórmula”– permiten a Butor implicar al lenguaje poético en dos faenas de la vida humana, netamente utilitarias y pragmáticas. Si la degeneración de la política es el poder autoritario, la de la economía será el artificio de la usura; frente a esos leviatanes, la poesía tiene dos posibilidades: legitimar sus desmesuras y crímenes o cuestionar, desde el lenguaje, la naturaleza perniciosa de cada una, desmontando sus imposturas y los falseamientos perpetrados con las palabras de la tribu. Si la república platónica dejaba fuera al poeta, la economía lo arrincona en la bodega de los productos imposible de especular en la bolsa de valores. Sin embargo, como afirma Butor, el príncipe y el banquero procuran la palabra del poeta. En esa necesidad de reconocimiento se declara una paradoja y, para otros, un peligro: el lenguaje de la poesía, incluso desde la circunstancial legitimación del poder político y económico, va más allá de los posibles panegíricos y se vuelve, tarde o temprano, contra los supuestos protectores del poeta.

La aparición de La utilidad poética de Michel Butor nos permite, una vez más, poner a discusión cinco tópicos relevantes para la poesía y el poeta de nuestro tiempo. Aquí en México, además de Octavio Paz y Gabriel Zaid, de Eduardo Milán y Javier Sicilia, la exploración de las dualidades del discurso poético, en relación con esos otros lenguajes, apenas si ha recorrido algunas estaciones de nuestra lírica. Falta todavía un cotejo más puntual de la tradición de la poesía mexicana, donde, con obras y autores, se remarquen esas filiaciones y profanaciones en torno de los temas tratados en este volumen. A partir de esas dualidades, ora funestas, ora propiciatorias, la poesía rompe ciertos clichés intelectuales –el de “la inmensa minoría” juanramoniana, por ejemplo– y abre un poco más el radio de acción, reconquistando territorios donde se manifestaba, en épocas pretéritas, con gracia insumisa y rebeldía visionaria. ~

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(Ahualulco de Mercado, Jalisco, 1966) es poeta. Su libro más reciente de poemas es Tabla de restar (UAQ, 2017). La editorial Calygramma, con el apoyo del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales (2018) del FONCA, acaba de publicar su ensayo El acueducto infinitesimal. Ramón López Velarde en la Ciudad de México 1912-1921.


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