Abril Posas
El triunfo de la memoria
Guadalajara, Paraíso Perdido, 2017, 124 pp.
Las dedicatorias con las que abre El triunfo de la memoria, el primer libro de Abril Posas (Guadalajara, 1982), delimitan las dos orillas entre las que se mueven sus relatos: “Para los que, al leer, se acuerden”, “Y para mi familia, que nunca me deja olvidar”. La memoria es aquello que nos tiene sin cuidado salvo cuando un recuerdo se presenta casi sin buscarlo (y uno se maravilla del “milagro de la mente”) o cuando uno fracasa en acordarse de algo (y el milagro de la mente ya no lo parece tanto). Y en medio de todo eso: los registros, los calendarios, los diarios, los post-its, los reproches que terminan con un “¿recuerdas?”. En las páginas de este volumen, uno ratifica que la memoria es menos un depósito de sucesos y objetos –datos útiles, inútiles o definitorios de nuestra personalidad– y más una suerte de mecanismo de supervivencia.
En “Bitácora del olvido”, los objetos asociados a un personaje ausente van desapareciendo en la realidad, al vez que permanecen en la memoria. La narradora tiene que dejar constancia de cómo una película o un disco significativos para su vida simplemente se desvanecen del mundo real. El cuento puede verse como un retrato invertido del constante combate entre la realidad y el recuerdo, pero también como una ingeniosa representación de la nostalgia: el mundo cambia a una velocidad de vértigo y no es una buena idea intentar aferrarse a unas cuantas cosas que no podrán seguirle el paso a esas transformaciones. Aunque el pretexto en “Bitácora del olvido” es un rompimiento amoroso, el escenario donde la realidad decide olvidar por cuenta propia sobrepasa la mera desdicha sentimental.
Los relatos que mejor funcionan en este libro son aquellos donde la memoria y el olvido aparecen en forma de maniobra o malentendido; en una íntima relación con las cosas, con las personas y con las acciones que nos permiten relacionar ambas. En “Vamos a necesitar más cajas”, un hombre quiere deshacerse de las posesiones de su esposa fallecida un año atrás. Su hijo lo acompaña para hacer la selección de pertenencias y cada objeto le remite a una historia que poco tiene que ver con lo que recuerda el padre. El joven está convencido de que es solo un problema de memoria, pero hacia el final del cuento descubrirá que no importa qué tan exactos sean los recuerdos familiares, algún suceso que se nos escapa puede redefinir lo que pensábamos de alguien. Una tesis contraria es la de “El triunfo de la memoria”, en el que un contable sin muchos atributos –Rogelio, también conocido como Roger, Roy, el Nuevo o el Alfa, qué importa– se aparece, sin que sus compañeros se lo esperen, en una celebración del trabajo. Su presencia será apenas la menor de las sorpresas de esa noche. En medio de la borrachera anuncia una decisión radical y, sin embargo, llevarla a cabo depende de qué tanto pueda acordarse.
Posas demuestra una notable capacidad para dibujar situaciones que se mueven entre lo absurdo y lo tierno, sin llegar nunca al disparate. Los personajes bordean la grisura sin ser aburridos y sus conversaciones revelan conflictos de todas magnitudes a pesar del empeño con que fingen que nada está sucediendo. No acierta tanto cuando busca en sus historias la vuelta de tuerca o el acontecimiento, atenida acaso a la idea de que las sorpresas vuelven memorable un cuento. Sus mismos personajes desmienten ese espejismo: desconfían de los hechos y aman, al mismo tiempo, aquellos detalles a punto de esfumarse.
Hemos asociado la calidad literaria a cierta resistencia al olvido: la historia que vuelve una y otra vez, el personaje entrañable, la trascendencia, la efeméride. Pero nunca está de más traer a cuento aquella confesión de Montaigne: “Lo que retengo es algo que ya no reconozco como de otro. No es más que el material del que se ha beneficiado mi criterio y los pensamientos e ideas de los que se ha imbuido; el autor, el lugar, las palabras y otras circunstancias los olvido de inmediato.” Esa interacción con lo que recordamos y olvidamos es la parte central de este volumen y cada cuento ensaya una variante de esa labor de la que nunca podremos decir del todo que ha sido un éxito o un fracaso. Posas describe lo traicionera, poco confiable, indomable, que puede ser la memoria. Y que no todo olvido tiene que verse como una pérdida. Y que el mero acto de recordar –como pueden atestiguarlo las personas a quienes nos presentan una y otra vez en las reuniones– sostiene con alfileres eso que llamamos el contrato social.
es músico y escritor. Es editor responsable de Letras Libres (México). Este año, Turner pondrá en circulación Calla y escucha. Ensayos sobre música: de Bach a los Beatles.