La ciudad sin imรกgenes (La Caja Books, 2023) es el primer ensayo de Juan Gallego Benot despuรฉs de dos celebrados libros de poesรญa, Oraciรณn en el huerto y Las caรฑadas oscuras. Su nรบcleo temรกtico, la descripciรณn de esa condiciรณn que dificulta a su autor reconocer rostros o lugares โsobre el tema hay en Letras Libres un artรญculo reciente de Mamen Horno, โSobrevivir a la socializaciรณn a pesar de la prosopagnosiaโโ, no se aborda de manera clรญnica, al estilo de Oliver Sacks. En su lugar, trata de presentarse como una metodologรญa, una manera de pensar cuestiones como la transformaciรณn continua de las ciudades, su acumulaciรณn de estratos e historia, o la idealizaciรณn de lo rural a partir de lo urbano. Tal y como se indica en el prรณlogo, el foco estรก sobre el modo de ver antes que sobre la cosa vista: โLa enfermedad de la confusiรณn (โฆ) es entendida en estas pรกginas como una herramienta para dejar de ver en el espacio y observar mรกs bien lo extraรฑo que resulta su existenciaโ.
En cierto sentido, La ciudad sin imรกgenes profundiza temas que ya aparecรญan en sus poemarios previos, como la extraรฑeza del espacio y del paisaje o el agotamiento de los sรญmbolos, y que ahora adquieren un nuevo contexto. Frases como โyo no quiero la destrucciรณn de los iconos, sino la blandura sobre ellos, una rรกfaga opaca que pueda paralizar las esquinas, eliminar las formas del paseoโ recuerdan a algunos de sus primeros poemas: โNo quiero la limpieza / sino el barro, / no busco la redentora / verdad; la luz / que me acompaรฑa desnuda al cieloโ.
Pero este libro no se limita a justificar o hablar por los anteriores, sino que muestra al lector mรกs despreocupado la necesidad que tiene su autor de movilizar el lenguaje y el poema para interpretar el mundo: โSabemos que la poesรญa no puede hacer nada, por supuesto, pero tal vez sรญ estรฉ entre sus limitadas funciones la de hacer acto de presencia allรญ donde falla la imagenโ. El tรณpico del arte como puerta de acceso a la realidad se convierte aquรญ en un mecanismo de supervivencia frente a una afecciรณn que separa a las imรกgenes de las palabras. La reflexiรณn poรฉtica estรก ligada a la reflexiรณn sobre el espacio porque, para Gallego Benot, hay en ambos casos un ejercicio de manipulaciรณn o adecuaciรณn de los mecanismos de representaciรณn del lenguaje: โen lugar de asignar a cada imagen un sentido, y asรญ viajar por un mar de sรญmbolos, voy aprendiendo a vaciar la palabra para que deje de hablar por las imรกgenesโ. O como lo expresan unos versos de Las caรฑadas oscuras: โNo hay calle, ni reliquia, / ni ciudad, ni sรญmbolo. Tengo que inventarlo todoโ.
Las circunstancias derivadas de este problema de reconocimiento โdesubicaciรณn, confusiรณn de rostros, ejercicios de memoriaโ se combinan, hasta resultar inseparables, con la argumentaciรณn lingรผรญstica o estรฉtica en torno al potencial significativo y simbรณlico de diversas imรกgenes pictรณricas, monumentales, arquitectรณnicas o cinematogrรกficas. Al inicio del libro, por ejemplo, se relata un paseo por la National Gallery y se estudian dos cuadros estrechamente ligados a la nociรณn de ruina. El museo es un espacio que sirve de consuelo al autor porque apenas se ve alterado con el paso del tiempo. El motivo del paseo, con el รฉnfasis puesto en el escenario cambiante, y esa ruina fรญsica, histรณrica y literaria que es eco de la de Benjamin, serรกn elementos determinantes para el resto del libro
Aunque quizรก la mejor muestra de este vรญnculo entre lo patolรณgico y lo poรฉtico sea el capรญtulo final, en el que Gallego Benot realiza una fina lectura de varios poemas romรกnticos sobre el campo (Blake, Shelley, Wordsworth) y los vincula con la ensoรฑaciรณn rural tan de moda en la literatura reciente: โMe interesan esos momentos en que la invenciรณn del campo se vuelve contradictoria y frรกgil, aquellos en que la estructura mitologizadora da muestras de agotamientoโ. Este estudio breve pero detallado acerca de la visiรณn idealizada de la naturaleza que tiene un urbanita sirve a Gallego Benot para hablar de su propia parรกlisis ante la saturaciรณn de imรกgenes y sรญmbolos, que desbordan las calles de la ciudad e inundan su escritura haciรฉndole dudar de la capacidad de abstracciรณn del lenguaje o del recurso a la poesรญa como forma de escape: โLa huida de la urbe no ha evitado que sean los ritmos de la ciudad quienes dirijan el tumulto, por lo que el รบnico acto honesto consiste en colaborar con esos ritmos (โฆ). Mi intento de escapar ha sido frustrado y de ello dan cuenta solo las ruinas que estรกn frente a mรญโ.
Uno se acerca siempre con reparos a este gรฉnero hรญbrido de confesiones y reflexiones, porque es fรกcil que la cercanรญa o la escasa profundidad de sus ideas baje del pedestal a autores que de otro modo respetamos. Pienso en lo mucho que me gusta Giacometti y en lo poco que disfrutรฉ sus escritos, o en cรณmo en su dรญa quedรฉ fascinado por las novelas de Blanchot y lo poco relevantes que me parecieron sus ensayos. La ciudad sin imรกgenes constituye uno de esos pocos ejemplos en los que un poeta salta al ensayo y mantiene su interรฉs y relevancia. Y no solo en lo que respecta a su propia obra o al dibujo de sรญ mismo que realiza Gallego Benot, sino por ese modelo de lectura que puede aplicarse a otros libros futuros y que intenta dotar a la escritura de autonomรญa frente toda referencia o metรกfora gastada: โLa palabra que busco solo basta si su fin รบltimo es la destrucciรณn, sin alternativas ni planes futuros, palabras inรบtiles, irrepresentables, que pierden su deseo de narrar o dibujar un territorioโ.
Manuel Pacheco (Villanueva de los infantes, Ciudad Real, 1990) es mรบsico y filรณlogo. Es autor de 'Las mejores condiciones' (Caballo de Troya, 2022).