Poesía completa, de José Lezama Lima

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Luz en la sombra

José Lezama Lima, Poesía completa, prólogo y edición corregida y aumentada de César López, Alianza Editorial, Madrid, 1999, 590 pp.José Lezama Lima (La Habana, 1919-1976) ocupa un lugar singular en las letras de lengua española; por un lado es autor de una obra compleja, que abarca la poesía, el ensayo y la novela, llevada a cabo desde una actitud profundamente coherente, uno de esos desarrollos, lentos y esperanzados en el futuro, al que sólo encontramos semejanzas en Goethe o en Proust; por el otro, esa obra enlaza con nuestra literatura barroca, especialmente con Góngora y con cierto Quevedo, y complementariamente con la tradición mística de orientación cristiana. Este misticismo, hay que señalarlo inmediatamente, no supone ningún ascetismo sino un acercamiento a lo absoluto a través de la imagen, es decir, de la proliferación metafórica que se propone como misión (desde su primer poemario Muerte de Narciso,1937, al último, Fragmento a su imán, 1977, pasando por esa "novela" monumental e irreductible que se llama Paradiso, 1967) "empatar o zurcir el espacio de la caída". A diferencia de Eliot, que pensó en la vía ascética como respuesta a la culpa original, Lezama propone el ágape de la imagen: banquete de metamorfosis. La publicación de laPoesía completa, aumentada, prologada y editada por César López, nos permiteacceder a una de las obras centrales de la poesía hispanoamericana. Quizá no sea vano recordar que Lezama Lima fue, además de gran poeta, fundador y animador de varias revistas importantes, Verbum (1937), Espuela de Plata (1939), Nadie Parecía (1942) y, especialmente, Orígenes (1944), quizás junto con Sur, en la Argentina, y Vuelta en México, la revista literaria más importante de Hispanoamérica. Imposible olvidar su obra teórica, a veces indistinguible de ciertos momentos de su gran novela Paradiso y de su prolongación, la inacabada Oppiano Licario (1977). Susensayos, de una erudición no siempre exacta pero siempre verdadera, son admirables por su amplísima curiosidad tanto como por su capacidad de ver en la diversidad el hilo conductor, la imagen que busca y otorga el sentido. Esos ensayos nos permiten, como en el caso deBorges, conocer, sobre todo, el propio mundo de su autor. Algunos de esos libros son Analecta del reloj (1953), Laexpresión americana (1957) y Tratados en La Habana (1969). ¿Cuándo se decidirá una editorial a recoger esta obra ensayística? Hay que repetir, una vez más, que no hay literatura en el olvido de los clásicos, y la mayor parte de la novela y poesía que se publica denota ausencia de literatura.
     Lezama Lima abarcó muchos mundos y los hizo su mundo, o quizás más exactamente y muy en la línea cubana de Severo Sarduy, Cabrera Infante, Gastón Baquero o, más en nuestros días, el poeta Orlando González Esteva, cubanizó el orbe. Sinsalir de La Habana (sólo hizo un viaje a México y a Jamaica), logró convertir la isla en una matriz germinativa, capaz de reunir a Martí y la tradición popularcubana con el gnosticismo, Pascal, Santo Tomás de Aquino, Carpócrates, el Wilhelm Meister y Aristóteles. De su casa a su casa había un camino que pasaba por laChina taoísta y el París de Mallarmé; lo inmediato inexistente mediado por lametáfora. Vivió desde niño hasta su muerte en la calle Trocadero, todo un símbolo de su labor literaria: el cambio, el trueque. Forzosamente hemos de recordar a Proust, un autor con el que a menudo se le ha comparado, a disgusto delpropio Lezama, pero con el que tiene más de una semejanza más allá de los tópicos. Sin tratar de abundar en este tema (y sin tomar muy en serio la figura determinante de la madre y el asma en ambos) sólo señalaré que el autor de La recherche trata de recobrar el tiempo a través de la obra, imagen que le muestra, al final de la peregrinación, un sobretiempo, y Lezama se propone crear una sobrenaturaleza, no un doble del universo sino el mundo verdadero que nos permite oír lo inaudible y ver lo invisible.
     Lezama está lejos de pensar que la metáfora, eje de su sistema poético, sea un elemento irracional del lenguaje, como ha pretendido entre nosotros Carlos Bousoño, sino que entiende la poesía, y lamétafora como procedimiento central, como un ente de razón cuyo fundamento es irreal, misterioso, insondable en la medida que colinda con lo numénico. ¿No es lo mismo que pensó André Breton en relación con la inspiración o el mismo Pascal al definir —en cita del mismo Lezama— la poesía como un arte incomprensible pero razonable? Su operación metafórica, de carácter hermético, se conforma, como hizo notar en su notable ensayo Guillermo Sucre, de manera distinta que en Góngora: no tiene un referente que, salvando los escollos, como hizo magistralmente Dámaso Alonso, corresponda a una lógica implacable: el cuadrado pino es una mesa, aunque no hay que olvidar que Góngora no quiso decir mesa sino cuadrado pino. En el caso de Lezama la metáfora huye hacia delante apoyándose, diríamos, en su propio vértigo, de ahí la confusión y, en sus mejores momentos, la brillantez inaudita que nos entrega. Góngora, poeta tan visual como Lezama pero mucho más eufónico, trabaja del lado de la luz mientras que la gran boa de la calle Trocadero lo hace del lado oscuro: es un poeta órfico. ¿No es Dador (1960) un descenso a esa oscuridad que exige del lector la cualidad de iniciado o de iniciante? De nuevorecurro al insoslayable ensayo de Guillermo Sucre: Lezama trata de "redimir la luz en la sombra y no al revés". La imagen lezamiana a la que antes me he referido no es una amplificación retórica, como a veces ocurre en las novelas de su paisano Alejo Carpentier, sino un crecimiento, al modo de la estalactita, del ser, de aquello que es. Es curioso el estatismo de suspoemas, y también de una obra como Paradiso: extraña y fascinante petrificación del fluido heraclitano en brazos del Uno de Parménides, por recurrir a dos filósofos habituales en su imaginario. Su poesía está llena de un continuo movimiento, de erotismo agónico y tentacular, pero siempre dentro de una totalidad estática.Podría decirse que la palabra fluye fija en la imagen. Esta paradoja quizás exprese el movimiento de un poema como "Para llegar a la Montego Bay" (Dador), un ejemplo entre muchos. La manera de operación metáforica que he sugerido supone una renovación de la tradición barroca, si no fuera porque su dimensión filosófica y su complejidad religioso-poética ya otorgan a su literatura una singularidadinencontrable en el resto de la literatura barroca latinoamericana de su tiempo. En cierta medida, Lezama continúa la tradición de "Primero sueño" de Sor Juana Inés de la Cruz, y guarda algunas semejanzas con su coetánea y amiga la filósofa María Zambrano, otra escritora que indagó sobre el otro lado de la realidad, sumergiéndose en el lenguaje para redimir a la naturaleza humana, y al lenguaje mismo, de su incompletud. Pero tengo que rectificar algo: Lezama es algo más que un escritor barroco: es autor de una obra única, desmesurada, colindante con el desvarío y la lucidez. Es un escritor de genio sobre una mano torpe a la que acaba sometiendo a un alto designio.
     Las palabras alcanzan en Lezama la cualidad de máscaras en un sentidohiperbólico: es un lenguaje que se metaformosea para reconocerse. El orfismo del autor de Fragmentos a su imán (su último libro de poemas, editado póstumamente) supone la creación de una máscara que es a su vez imagen que quiere alcanzar el rostro inmóvil del reconocimiento absoluto. Sólo a través de la hipérbole podemos acceder a nosotros mismos, sólo a través de la sobrenaturaleza (poesía), el poeta revela su condición: es una creación, un deseo asistido por la imaginación que toca sus orígenes; lenguaje que se adentra en el magma y que nos permite ver lo invisible, la transparencia. –

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(Marbella, 1956) es poeta, crítico literario y director de Cuadernos hispanoamericanos. Su libro más reciente es Octavio Paz. Un camino de convergencias (Fórcola, 2020)


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