Enrique Vila-Matas
Fuera de aquí. Conversaciones con André Gabastou
Barcelona, Galaxia Gutenberg, 272 pp.
Existe un tipo de escritores para los que la experiencia vital que no es exportable a la literatura es insulsa y, por tanto, descartable. La lista puede ser de extensión variable, pero la apuesta de Enrique Vila-Matas en este sentido es la más obvia y también la más arriesgada.
Etiquetas empobrecedoras como las de metaliteratura y autoficción ya han quedado obsoletas para describir su obra. Y tampoco es nada nuevo afirmar que Vila-Matas se ha convertido en un personaje. Él mismo explica de qué manera su producción no es más que un intento de acercarse a la realidad mediante la ficción. Y está dispuesto a arriesgar lo que sea para llegar a esa realidad, aunque solo exista para él. Está muy cerca de conseguirlo, si es que no lo ha logrado ya del todo. Y con Fuera de aquí, el libro que recoge las conversaciones con su traductor al francés, André Gabastou, ha dado otro paso importante en esa dirección.
Consciente de cuánto hay de fingidor en la vida de un escritor (“No todo es Pessoa en este mundo”), también sabe que acercarse a esa realidad mediante la ficción no puede ser sino inventarla. Así, el juego de los espejos que se reflejan mutuamente no acaba nunca, sino que la figura reflejada acaba diluyéndose en las imágenes multiplicadas hasta el infinito. De la misma manera, Enrique Vila-Matas acaba diluyéndose en su literatura, ya sea manifestación del deseo de aprehender los fenómenos que le rodean o bien lo contrario, de alejarse para salir “fuera de aquí”.
En su intercambio con Gabastou –que primero fue publicado en su edición francesa–, podría parecer que es el escritor quien conversa con el traductor y entrevistador, pero igual que sucede en sus novelas, cuentos o ensayos, la voz narradora está dando forma a un personaje que nos explica las razones, los temas y las circunstancias que han ido perfilando su obra. No se trata de una entrevista al uso, de la misma manera que la suya tampoco es la página web habitual de un escritor. Por los materiales inéditos que se ofrecen, las fotografías, los artículos o los invitados que desfilan por allí, es fácil establecer una relación muy directa entre el libro y la web. Son dos ámbitos a través de los cuales es fácil acceder o profundizar en el universo literario del escritor, que es mucho más que la creación de un territorio mítico o la consecución de una voz o un estilo propio, algo que le preocupa especialmente: “Mi estilo es –sospecho– el estilo de la felicidad.” También en estos dos espacios atestados de literatura se está diluyendo el escritor: “Un estilo literario que es también un estilo de vida que ya no puedo modificar.”
De la misma manera que confiesa que comenzó apropiándose de las citas que consideraba que podría haber dicho él mismo, ocupa espacios que le ayudan a dibujar su paisaje literario, que, como él mismo afirma, no está mas que en su mente. Precisamente, gracias a este volumen –estructurado a partir de la secuencia cronológica de la publicación de cada uno de sus libros– se aprecia cómo ha ido creciendo ese paisaje, concebido como un escenario cambiante que contextualiza las diferentes búsquedas e indagaciones que el escritor lleva a cabo. El deseo de la huida o “el arte de desaparecer” es el más constante a lo largo de los libros: desde el autor de un libro que pretende asesinar a sus lectores hasta los dos jóvenes que quieren entregarse al arte de no hacer nada de Aire de Dylan, pasando por los bartlebys que se niegan a escribir. Por tanto, no es descabellado interpretar ese deseo constante de desaparecer como el eufemismo del proceso de disolución en la literatura absoluta, donde la realidad es menos dolorosa porque no deja de ser un juego.
Según la versión oficial creada y certificada por el propio escritor, sus libros solo tienen un 27% de realidad. La misma fuente relata que Vila-Matas empezó a escribir para evitar que le obligasen a ir a la playa. La pasión por la lectura llegó después, cuando las citas literarias se hacen necesarias para dar consistencia a lo que escribía con la intención de huir de los imperativos de la realidad de un país al que considera “delirante”, “una tierra baldía y desheredada”, “un país muy inculto, que además carece de una tradición democrática sólida”.
En ese rechazo por el país en el que nació y creció se vislumbra asimismo la incomodidad que le provoca tener que ubicarse en su tradición literaria. También está fuera de aquí. Aunque el paisaje de sus obras solo se puede encontrar en su mente, las evocaciones de Praga o de París están mucho más presentes que ninguna ciudad española, con la excepción del Passeig de Sant Joan de Barcelona, escenario de la infancia. De alguna manera, las confesiones que albergan estas cuidadas conversaciones parecen pedir un asilo intelectual para una vida literaria que se considera mucho mejor acogida en Francia. “Me habría sentido mucho más cómodo siendo de otro lugar más inteligente o simplemente más culto.”
Tampoco se oculta cierto resentimiento hacia determinados sectores de la crítica española a los que todavía a estas alturas les cuesta entender o aceptar su propuesta literaria. Sin embargo, el convencimiento en el propio trabajo es otra de las características de Vila-Matas. Tal vez sea así porque se ha rodeado de un buen número de autores y de enfermos de literatura como él que le han empujado y le han dado seguridad en su viaje hacia la desaparición y la disolución en la literatura absoluta. Con sus citas y sus referencias ha conseguido crear un canon literario propio con el que ha recuperado a autores infravalorados o directamente conocidos en la tierra “delirante” y “baldía”.
Con frecuencia, ahora pasea por las páginas de escritores recientes de la mano de sus autores, convertido también él en personaje. Sin embargo, el escritor que mejor maneja y desarrolla el majestuoso personaje de Vila-Matas no es otro que el propio Enrique Vila-Matas. ~