Josรฉ รngel Valente
Diario anรณnimo (1959-2000)
Ediciรณn de Andrรฉs Sรกnchez Robayna, Barcelona, Galaxia Gutenberg-Cรญrculo de Lectores, 2011, 367 pp.
Diario anรณnimo (1959-2000), de Josรฉ รngel Valente (Orense, 1929-Ginebra, 2000), cumple, como nos recuerda Andrรฉs Sรกnchez Robayna, el responsable de la ediciรณn, el รบnico requisito imprescindible para ser un diario, segรบn Philippe Lejeune: que se trate de una escritura fechada. Lo es: se inicia el 18 de octubre de 1959, con un apunte sobre Baudelaire y el simbolismo, y acaba un dรญa sin datar de 2000, con la transcripciรณn de un pasaje en francรฉs de Roland Barthes, colofรณn exacto de su propia vida: “Es escritor aquel para quien el lenguaje constituye un problema, el que experimenta su hondura, no su instrumentalidad o su belleza.” Sin embargo, pese a esta sumisiรณn a las categorรญas, que autoriza a denominarlo como tal, este Diario anรณnimo no es tanto un diario como un cuaderno de trabajo. En sus mรกs de trescientas pรกginas se acumulan reflexiones personales, citas bibliogrรกficas, transcripciones de otros autores, poemas, crรณnicas de viajes, observaciones sobre la actualidad, apuntes de teorรญa poรฉtica y crรญtica de arte, ideas para proyectos futuros, aforismos y, en general, todas esas materias que constituyen, de forma รญntima y magmรกtica, los bastidores de una sensibilidad creadora.
Que sea un cuaderno de trabajo explica lo mรกs sugerente y, a la vez, lo menos atractivo del Diario anรณnimo. Para quien conozca la obra de Valente, estas pรกginas son, en buena medida, un dรฉjร vu: la mayorรญa de las entradas integran esbozos, borradores o variantes de textos ya publicados en sus libros. Desde este punto de vista, el interรฉs de Diario anรณnimo radica en la identificaciรณn de las fuentes que nutrieron su pensamiento y de los cedazos intelectuales que aplicaba para alcanzar su formulaciรณn definitiva. En esta investigaciรณn de la intendencia intelectual del poeta y de sus mรฉtodos de trabajo, resulta especialmente relevante la acumulaciรณn de citas de numerosos poetas y ensayistas de la literatura universal, transcritas, en general, en sus lenguas originales. Se aproxima, asรญ, Valente al ideal benjaminiano del libro integrado solo por citas, y revela, por autores interpuestos, los nodos y salientes de su sensibilidad. Tambiรฉn son significativas las citas bibliogrรกficas, que apuntan materias en las que deseaba profundizar o asuntos que despertaban su interรฉs. Su lectura, sin embargo, puede resultar un tanto รกrida. En muchas entradas, como en la de mayo de 1961, encontramos simplemente esto: “Ver en Times Literary Supplement, 5 de mayo de 1961, reseรฑa de Crรญtica de la razรณn dialรฉctica. Obras de Mariano Josรฉde Larra, ed. de Carlos Seco, BAE., 4 vols., Madrid, 1960.”
El mayor atractivo de Diario anรณnimo radica en los materiales inรฉditos, entre los que destacan sus opiniones sobre la sociedad de su tiempo y la actualidad poรฉtica, y, sobre todo, sus revelaciones personales. Entre las primeras, merece atenciรณn el relato de su viaje a Cuba en 1967, una suerte de narraciรณn exenta, escrita telegrรกficamente, que fotografรญa a autores admirados, como Lezama Lima, y a otros no tanto, como Nicolรกs Guillรฉn, aburrido como el bรฉisbol, o Gabriel Celaya, un menopรกusico literario –y cuya pareja, Amparo, “es lo soez en estado puro”–, y que refleja los conflictos permanentes a los que habรญa de enfrentarse la izquierda de la รฉpoca, en la que Valente militaba: el castrismo, el franquismo o la guerra de Vietnam. El encuentro, por ejemplo, “con los vietnamitas del Frente de Liberaciรณn Popular de Vietnam del Sur” nos resulta hoy tan apolillado como escalofriante. Aรฑos despuรฉs, la adscripciรณn ideolรณgica de Valente se suavizarรก, y de ello da cuenta, paradรณjicamente, una entrada, del 5 de junio de 1989, que no tiene nada de suave:
Los vientos se han llevado, dicen, el cuerpo de Jomeini, cubierto por la baba epileptoide de sus fieles devotos y los excrementos que el Profeta, horrorizado, deja caer sobre los restos del imรกn sangriento. Deng, prostรกtico o difunto, mea paranoico la muerte sobre Tiananmen. El paranoico del Caribe aprueba todo enloquecido. Se pasea […] con un gran calzoncillo amarillento en cuyo trasero generoso brilla con letras fluorescentes la consigna inmortal: “Marxismo-leninismo o muerte.”
En el apartado de la actualidad literaria, Valente no oculta sus filias y sus fobias. Sus escritores queridos son muchos: Baudelaire, Eliot, Coleridge, Cernuda –cuya tumba visita cuando viaja a Mรฉxico en 1993– y otros que prefiguran o se aproximan a su estรฉtica del silencio, tan influida por la mรญstica, como Edmond Jabรจs, Marรญa Zambrano y Miguel de Molinos, el quietista espaรฑol, y uno de los mejores prosistas de nuestras letras, cuya Guรญa espiritual habรญa recuperado, con una magnรญfica ediciรณn, Barral en 1974. Pero, junto con estos autores que pueden considerarse clรกsicos, Valente tambiรฉn elogia libros de su tiempo, como Cien aรฑos de soledad –“un cรญrculo de tiempo perpetuo lloviendo sobre sรญmismo”–, o dedica palabras generosas a un poeta menor de su generaciรณn, Alfonso Costafreda, cuyo suicidio fue “largo, demorado, terrible”. Asimismo, cabe subrayar su aprecio por Juan de Mairena, mรกs allรก del cual “ni nuestra poesรญa ni nuestro pensamiento poรฉtico (que, por lo demรกs, apenas existe) han dado un paso”. Entre los autores despreciados por Valente, encontramos a Neruda, cuya palabra juzga “adiposa”; al ruso Evgueni Evtushenko, histriรณnico y cascabelero; al ya mencionado Celaya; a Josรฉ Hierro, “el asustado de sรญ mismo”; y a Martรญnez Sarriรณn, “sรญmbolo de la estupidez”. Con algunos crรญticos no es menos acerbo: Joaquรญn Marco es “un seรฑor de Barcelona” que ha confundido groseramente el origen del poema “Antonio Machado, 1936”; Miguel Garcรญa-Posada es “el proceloso Garcรญa”; y a un escritor anรณnimo le reserva, el 23 de julio de 1988, una de sus mejores pullas: “De un seรฑor, crรญtico y poeta, al que habรญan conferido, no se sabe bien a tรญtulo de quรฉ, el tรญtulo de acadรฉmico, pensaba รฉl que, como poeta, no era ni bueno ni malo ni todo lo contrario, y que, como crรญtico, era todo lo contrario.” Con estos precedentes, cuesta imaginar la acritud de las cuatro anotaciones “relacionadas con el medio literario” que Sรกnchez Robayna declara no haber incluido en Diario, por estar seguro de que a Valente no le habrรญa gustado verlas impresas.
El รบltimo apartado reseรฑable de Diario anรณnimo lo conforman las confesiones personales, cuyo laconismo acentรบa su intensidad. En el fluir, como de lava, de sus comentarios sobre estรฉtica y literatura, aparecen, sobre todo en el tramo final del libro, que es el tramo final de su vida, concisos apuntes sentimentales, no menos hirvientes, que confiesan un amor o un dolor. Y esta flexibilizaciรณn emocional, en una figura tan compacta, de tanta gravedad intelectual como Valente, cobra una relevancia insรณlita. Ya el 19 de diciembre de 1980, el autor de Material memoria escribe: “La infelicidad de mi familia me produce angustia. ¿Hice yo todo lo necesario para que ellos fueran felices?” Coral, su compaรฑera, es la destinataria del mensaje de amor, mรกs allรก de la muerte, que Valente encierra en la botella del 24 de mayo de 1992: “Coral, si alguna vez lees esta pรกgina, cuando yo ya no estรฉ, sabe que te quiero.” Pero es a su hijo Antonio, fallecido por sobredosis el 28 de junio de 1989, al que dedica palabras mรกs desgarradas: al principio, el dolor indecible impide hablar del dolor, y lo que Valente emite son datos escuetos, que ocupan el espacio desolado de la ausencia: “El 28 de junio muriรณ Antonio. Yo lleguรฉ a Ginebra, desde Almerรญa, en coche, el 30. Antonio fue incinerado el lunes 3, a las 2 de la tarde. El 4 de julio por la noche me trasladaron de urgencia al Hospital Cantonal. En las primerรญsimas horas del dรญa 5, tuve un infarto”, consigna el 3 de septiembre de 1989.
Mรกs adelante, los recuerdos se hacen mรกs entraรฑados, y aun lรญricos: “รl estรก ahora –siempre vivo para mรญ– solo en su noche”, dice el 22 de febrero de 1991. El primero de mayo de 1992, despuรฉs de reconocer que la religiรณn no es ningรบn consuelo para รฉl –“las procesiones de Semana Santa me dan asco”–, confirma que “su recuerdo, su presencia, no me abandonan nunca”. La evocaciรณn del hijo se alterna con las elegรญas a su muerte, como el extraordinario “In pace”, que aparece anotado el 7 de enero de 1993 y que se incluye en Fragmentos de un libro futuro. Como habituado a esta realidad de sufrimiento y desapariciรณn, Valente consigna con frialdad anatomopatolรณgica el diagnรณstico de su propia muerte:
El jueves, 3 de septiembre de 1998, los anรกlisis de una gastroscopia hecha el lunes anterior revelaron la presencia de un cรกncer en la boca del estรณmago. El prรณximo lunes 7 me examinarรกn en el escรกner, supongo que para saber si el tumor en cuestiรณn tiene otras derivaciones. La operaciรณn de corazรณn inflexionรณ mi vida. Es esta, ahora, una nueva, considerable inflexiรณn.
Lo fue, sin duda: acabรณ con รฉl, pero no con su obra, una de las mayores de la lengua espaรฑola de la segunda mitad del siglo XX, que este Diario anรณnimo enriquece ahora con una luz pelรกgica, interior. ~
(Barcelona, 1962) es poeta, traductor y crรญtico literario. En 2011 publicรณ el libro de poemas El desierto verde (El Gato Gris).