Un soplo en el corazón de la patria, de Sabina Berman

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A poco más de un año de las elecciones más controvertidas de la historia reciente de México, la lectura de esta colección de crónicas de Sabina Berman, escritas como testigo directo y privilegiado al calor de los acontecimientos, da pie para reflexiones detenidas que rebasan el recuento de la agitación política y social de aquellos días, y muestran un nervio que quedó más expuesto que nunca desde entonces: ¿de qué hablamos los mexicanos cuando hablamos de verdad?

Sabina Berman procede escogiendo algunas voces de distintas proveniencias sociales y geográficas, así como de diferentes filiaciones políticas para encauzar los hechos y el impacto en la mentalidad de la gente. Algunas de estas voces son anónimas y otras tienen nombre y apellido. Así, el mosaico se antoja muy completo y representativo: el lector pronto se identifica con alguna de estas mentalidades, o bien halla el punto exacto de la discordia y, en el mejor de los casos, gracias a la atención y serenidad que se puedan alcanzar, da con las condiciones para la concordia.

Como emociones registradas por la autora en este libro, no sé cuál resulte más perdurable, si el entusiasmo esperanzado en pos de AMLO o el desencanto posterior de muchos de los votantes que éste se allegó después de las resoluciones antidemocráticas que tomó tras su derrota. Por supuesto que Berman permanece imparcial en su relato, pues uno de sus asuntos centrales es ofrecer todos los datos posibles para desvelar si hubo o no hubo fraude. Relata que, ante los ojos de muchos de sus allegados, quedó mal parada precisamente por no aceptar a ciegas el presunto fraude. Queda en vilo la pregunta: ¿Qué fuentes tuvieron los demás a las que ella no tuvo acceso, pese a sus contactos profesionales y genuinos intereses ciudadanos de raigambre de izquierda?

Desde luego, Sabina Berman no pasa por alto las irregularidades que hubo en algunas casillas, con votos contados a granel, errores aritméticos cometidos por ignorancia o prisa, o alterados dolosamente. Pero fraude en grande y orquestado no lo hubo, según se desprende de las indagaciones de la autora. Sí, en cambio –y esto a nadie se le escapa–, métodos sucios en la campaña por parte de empresarios y partidos y, sobre todo, la execrable parcialidad del ex presidente Fox: procedimientos de baja estofa que dejan maltrecha la incipiente democracia mexicana.

También queda registrada esa parte de nuestra idiosincrasia que hace que nos sea más fácil mentir que decir la verdad. Así, sin importar la filiación política de cada cual, en este país todos seríamos priistas, expertos en formular verdades estratégicas, y capaces de mentir callando la verdad, de tal suerte que México sería el país de la verdad sospechosa.

El mayor tino de estas crónicas consiste en que la autora consigue poner en clave compartible y concreta las ideas, rumores y creencias que afloraron en aquellas elecciones, cuyas repercusiones aún perduran y tardarán en orientarse. Al no ser un libro interpretativo sino testimonial, el lado humano aparece por encima de la contingencia histórica.

En este sentido, el lector se mete de lleno en los distintos escenarios donde se llevaron a cabo los hechos que el volumen aborda, y comparte las entretelas de la conciencia y de las emociones. Desde el gusto sabroso y honesto de la comida pueblerina que se servía en los campamentos del “plantón de Reforma”, hasta la apostura de Katia –el personaje que funge como delicado hilo narrativo y que le da cohesión al conjunto–, cuyo bebé, nacido con un problema físico durante la época de las elecciones, simbolizaría el estado crítico de la patria: con un soplo en el corazón.

La comparación de la patria con Alan, el bebé con síndrome de Down de Katia, se antoja bien conseguida merced a que ella logró, con amor y esmero absolutos, que el bebé consiguiera por sí mismo reparar el defecto cardiaco sin necesidad de cirugía. De modo que, implícitamente, Berman deposita en este libro, si no una solución para la concordia auricular y ventricular del corazón de la patria, sí un testimonio esperanzado.

¿Cómo? Sugiriendo la construcción de una suerte de resistencia cultural activa como alternativa a la “resistencia civil pacífica” que perpetró los “plantones”, y, sobre todo, como opción al surgimiento de grupos guerrilleros que atentan contra el Estado de derecho –que, por desgracia, se está viviendo en días recientes.

¿Qué deseamos los mexicanos?, cabe preguntar. En lo personal, me quedo con el método claridoso y activo de Sabina Berman: preguntar, estar aquí, poner atención, dudar, cuestionar, registrar voces significativas. ~

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