Vida de Szymborska

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Anna Bikont y Joanna Szczฤ™sna

Trastos, recuerdos. Una biografรญa de Wisล‚awa Szymborska.

Traducciรณn de Elzbieta Bortkiewicz y Ester Quirรณs

Valencia, Pre-Textos, 2015, 676 pp.

Wisล‚awa Szymborska (1923-2011) pertenece a una generaciรณn de poetas polacos con nombres como Czesล‚aw Miล‚osz, Zbigniew Herbert, Tadeusz Rรณลผewicz o Stanisล‚aw Grochowiak. Para comprender la cultura literaria que precede y da pie al mundo en que se formรณ Szymborska es de enorme utilidad el erudito y memorioso libro de Aleksander Wat (1900-1967) Mi siglo. Confesiones de un intelectual europeo, al que hay que sumar al menos El pensamiento cautivo y Otra Europa, de Miล‚osz. Anna Bikont y Joanna Szczฤ™sna, en Trastos, recuerdos. Una biografรญa de Wisล‚awa Szymborska, han llevado a cabo una detallada obra sobre la vida de esta gran poeta. No solo investigaron en sus publicaciones y documentos, sino que pidieron testimonios a los amigos y conocidos de Szymborska, y a ella misma. Lo mejor de la obra tiene que ver con la cercanรญa a la autora, ademรกs de una investigaciรณn que, aunque incompleta aรบn, es notoria. Lo peor, la falta de contraste y de valoraciรณn del personaje. Estรกn tan cerca, la admiran y respetan tanto que no pueden verla, no dirรฉ que totalmente, serรญa una ingenuidad, sino con la amplitud y complejidad necesaria. Sin embargo, recomiendo vivamente la lectura a quien ame la poesรญa y el mundo de Szymborska. Desde esa actitud me he acercado a las mรกs de seiscientas pรกginas sobre una autora que afirmรณ que su vida estaba en sus poemas, y aunque esta biografรญa estรก llena de anรฉcdotas y a veces de minucias, tambiรฉn se ha alimentado, y mucho, de su poesรญa. La autora estรก dentro, aunque, como siempre, se nos ha escapado un poco. Sin duda la encontraremos completa en su obra, donde la biografรญa se ha trascendido en una vida que, en alguna medida, ya es tambiรฉn la nuestra. Esa es la paradoja de la relaciรณn entre vida poรฉtica y biografรญa. La propia poeta dijo alguna vez que estaba “convencida de que los recuerdos que tengo de los otros todavรญa no han alcanzado su forma definitiva”, con lo que seรฑala la dificultad de ver a los demรกs y de conocerse a sรญ mismo.

A diferencia de cualquier novelista joven de tres al cuarto, hasta la fecha de recibir el Nobel, a los 73 aรฑos, solo habรญa concedido unas diez entrevistas, breves. Nacida en Poznan, el 2 de julio de 1923, desde 1929 viviรณ en Cracovia. Tenรญa diecisรฉis aรฑos cuando se produjo la ocupaciรณn de Polonia por las tropas nazis en 1939, que fue seguida en el este por la de la Uniรณn Soviรฉtica. Durante la guerra muriรณ el 20% de la poblaciรณn polaca. La Repรบblica Popular de Polonia abarcรณ el periodo de 1945 a 1989. Szymborska fue una joven estalinista, afiliada al partido (poup) entre 1950 y 1966, cuando devolviรณ el carnรฉ en solidaridad con Leszek Koล‚akowski. Se reprochรณ no haberlo hecho antes, pero no sabemos bien por quรฉ no lo hizo. Reconociรณ la confusiรณn polรญtica de la joven que llegรณ a dedicar en 1954 un poema laudatorio a Stalin con motivo de su muerte (“Nada de Su vida pasarรก al olvido”). Es cierto que en esa admiraciรณn la acompaรฑaron sesudos intelectuales obnubilados de muchos otros paรญses. Szymborska fue muy crรญtica con esos textos de su obra “comprometida”, que llevaron como tรญtulo Por eso vivimos. Dice con ironรญa que en esa รฉpoca ella, respecto a lo que convenรญa a la humanidad en tรฉrminos polรญticos, “creรญa saberlo todo mejor”. La maravillosa poeta que conocemos, y la prosista de esas notables y divertidas Lecturas no obligatorias, es otra, y en parte surge como reacciรณn a esos tiempos oscuros: un espรญritu escรฉptico sostenido por una insoslayable cordialidad. Lo dice Adam Zagajewski: “Construyรณ su obra madura sobre la base de repensar aquellos aรฑos.”

Szymborska tuvo dos parejas en su vida, el poeta Adam Wล‚odek, con quien se casรณ en 1948 (se separarรญan, manteniendo una gran amistad, en 1954), y el narrador Kornel Filipowicz, desde el 67 hasta su muerte en 1990, aunque ambos residรญan en casas distintas. Filipowicz fue una influencia decisiva en su mirada a la naturaleza. Hay que seรฑalar que Szymborska llevรณ siempre una vida muy modesta, incluso tras recibir el Nobel. No necesitaba mucho y su amor por los objetos entraba dentro del kitsch mรกs barato. Tuvo pocos libros, y apenas viajรณ antes del famoso premio, aunque hay que destacar su estancia en Parรญs en 1957-58, becada junto con Mroลผek y Nowak. Se ganรณ la vida con sus colaboraciones y como redactora de la revista Correo literario. No tuvo casa propia, ni hijos. Fue lectora desde niรฑa, pero siguiendo su instinto, certero en cuanto que contribuyรณ a la elaboraciรณn de su mundo, ajeno a la historia de la literatura y las modas. Le gustaban Dickens, Swift, Twain, Samuel Pepys, y adoraba a Montaigne, de quien dijo alguna vez que su nombre se pronunciaba “acentuando la รบltima sรญlaba, y arrodillรกndose”. No Dostoievski (demasiado psicolรณgico y emocional para este espรญritu algo distante de la tradiciรณn romรกntica) sino Thomas Mann, con decisiรณn. Simpatizaba con el personaje Sherlock Holmes, y tuvo fascinaciรณn por el cine de Fellini, tambiรฉn por Chaplin, Orson Welles, Kurosawa, Hitchcock y Woody Allen. Tenรญa debilidad por los juegos, por la elaboraciรณn de collages. Escribiรณ toda su vida limericks. La mayor parte de su obra estรก compuesta en verso libre, sabiendo bien la enorme dificultad que conlleva (“no soporta ni una sola palabra sobrante”). Mรกs gustos: Rilke y Cavafis. Y en pintura, Vermeer. Leyรณ a Antonio Machado, del que hablรณ con admiraciรณn, aunque dice que es “un tesoro local”, “el secreto del paisaje espaรฑol”. ¿Leyรณ su Juan de Mairena? No lo creo, pero le habrรญa sin duda gustado. No escribรญa ni hablaba casi nunca de poesรญa y poรฉtica, y menos aรบn de su propia poesรญa. No tuvo perros ni gatos en su casa, solo un papagayo. Aunque vivรญa en un paรญs profundamente catรณlico, Szymborska no tardรณ en practicar un agnosticismo no exento de una sencilla actitud de reverencia ante la vida. Veรญa lo grande en lo pequeรฑo y sospechaba de lo grandilocuente, asรญ fuera el cosmos. No le gustaba participar en actos pรบblicos, dar recitales de su poesรญa ni los grandes eventos; era una solitaria que cultivaba la amistad. Tanto su poesรญa como su prosa nos hablan de un mundo inteligente, tocado por el humor, la ironรญa y la compasiรณn. Es reveladora en su mirada y sus poses fotogrรกficas: hay en sus ojos picardรญa y una cercanรญa distante. Es una mirada, casi siempre sonriente, que nunca comprenderemos del todo, irreductible. Una suerte de filรณsofa que a la hora de expresarse es poeta; una poeta que piensa desde la poesรญa. Esa mirada nos dice que la vida es dura, pero que a pesar de todo hay un poco de magia cuando menos lo esperamos. Finalmente, no olvidemos que le gustaban la cerveza, el vodka y fumar. En los fastos del Nobel se saliรณ con el rey de Suecia a fumar un cigarrillo. No podรญa aguantar mรกs, y su majestad se lo agradeciรณ mientras, a su vez, encendรญa un pitillo. Su biografรญa nos hace comprender mejor su poesรญa, y esta a nosotros mismos pero resueltos en momentos afortunados: “No hay vida / que no sea, aunque solo por un instante, / inmortal.” Eso es lo que me parece que hay en su poesรญa: una vida que, por un instante, es inmortal. ~

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(Marbella, 1956) es poeta, crรญtico literario y director de Cuadernos hispanoamericanos. Su libro mรกs reciente es Octavio Paz. Un camino de convergencias (Fรณrcola, 2020)


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