Vidas y obras

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Guillermo Sheridan

Seรฑales debidas

Mรฉxico, Fondo de Cultura Econรณmica, Mรฉxico, 2011, 299 pp.

 

Pocos prรณlogos tan exactos y breves como el que Guillermo Sheridan eligiรณ a manera de epรญgrafe para Seรฑales debidas. En carta a Lou Andreas-Salomรฉ, nos dice Rilke: “Mira: yo tampoco deseo apartar violentamente al arte de la vida, y sรฉ bien que en algรบn lado, en algรบn momento, son lo mismo…” Las que aquรญ se presentan son, en efecto, seรฑas y seรฑales de nuestros poetas (los Contemporรกneos, sobre todo); “lecturas biogrรกficas” que no intentan rebatir las que ya existen o las futuras, sino que han sido escritas para dialogar con ellas.

En estos recorridos por vida y obra, lo mismo vemos a Tablada obsesionado por hacer de su casa un monasterio zen, que imaginamos la emociรณn de Owen observando el “Trip to the Moon” en el cyclorama  de Coney Island –donde quizรก naciรณ El rรญo sin tacto, guiรณn cinematogrรกfico que enlaza a Owen con Garcรญa Lorca y Emilio Amero–. No menos atractivo es ver a Henrรญquez Ureรฑa regaรฑando a Reyes y mรกs tarde seducido por los ricos de La Habana, o la animadversiรณn que despertรณ entre nuestros escritores la llegada de los refugachos  y la “maniobra” contra la Casa de Espaรฑa –segรบn la calificรณ Reyes, atareado en desbrozar el camino a sus “espaรฑoles intelectuales nรกufragos”–. Pero quizรก el mรกs elocuente retrato de los que construye Sheridan sea el dedicado a Gorostiza. En รฉl somos testigos del momento dramรกtico en que el autor de Muerte sin finle confiesa a Pellicer: “No serรฉ mรกs una de nuestras alcobas literarias, sino el sรณtano irrespirable de las cosas prematuramente envejecidas […] No sรฉ escribir, Carlitos, esa es la dolorosa verdad…”

Hay, en Seรฑales debidas, algรบn mea culpa  frente a personajes como Torres Bodet –con quien reconoce haber sido injusto–, y el libro contiene un repertorio de avisos sobre los peligros de “la academia y su lamentable hijastra, la correcciรณn polรญtica”, que han prohijado interpretaciones multiculturalistas  que, por ejemplo, encumbran a Novo a los “altares contestatarios”, deseando que nos olvidemos de “su sumisiรณn bufona a la high society, de su solidaridad con Dรญaz Ordaz, para merecer una segunda oportunidad por el hecho de haber sido gay”.

Sheridan encuentra linajes, familias, que exceden el coto del terruรฑo y buscan asilo en la tradiciรณn moderna. Estรกn aquรญ los poetas mexicanos y sus contemporรกneos espaรฑoles, pero tambiรฉn sus revistas, antologรญas y la crรญtica que han suscitado. Como en todos sus ensayos, aparecen apuntes de una reflexiรณn mรกs amplia que, de reunirse en un volumen, supondrรญa una brรบjula para orientarse en el mapa movedizo de nuestra historia literaria, pues su aguja imantada estรก construida con esos raros artefactos de valoraciรณn cultural: las revistas, los diarios, la correspondencia.

Al internarse en el territorio, surgen tambiรฉn las preguntas. De ellas, destaca una central en la crรญtica de poesรญa: “¿Cรณmo entender, con lenguaje crรญtico, el deseo de entender del lenguaje poรฉtico?” Reflexionando sobre algunas interpretaciones acerca de Cuesta, Sheridan plantea entonces un problema que recorre el libro. Dice allรญ que el reto de la biografรญa, sobre todo la de un poeta, es “reconocer en la escritura no la confirmaciรณn de una actitud predestinada por el medio o la herencia, sino, precisamente, la ansiedad de una expresiรณn que rebasa esas certidumbres, algo que no puede explicarse por esas certidumbres, que resultan en todo caso irrelevantes frente a lo que de ellas se evade; algo que no es su consecuencia sino su sublimaciรณn”. Asรญ, el riesgo de una lectura psicolรณgica es olvidar que los poetas son “actores y sujetos de una denodada atipicidad construida como escritura”.

Mรกs tarde, al preguntarse sobre las vetas biogrรกficas que se desprenden de Sindbad el varado, retoma este asunto y recuerda la sentencia de Garcรญa Ponce cuando aseguraba que la poesรญa no era una novela policรญaca cuyo misterio era necesario desentraรฑar, pues este debรญa permanecer “intocado”. En la poesรญa de Owen, la fuerza de sus imรกgenes nos conducรญa solo al “lugar del poema. En รฉl podemos encontrar una y otra vez una historia que se cuenta precisamente porque se nos escamotea”. Pero, dice Sheridan, “el lugar poรฉtico es una realidad superior en la que priva un deleite inefable lleno de sรญ. Ello mismo justifica, y aun hace imperativo, el deseo de saber de quรฉ manera estรก hecho ese lugar  –que sรญ tiene importancia–; apreciar que no todo lo que se escamotea, por el puro hecho de serlo, supone pertenencia a ese lugar; que no siempre lo inaccesible lo es por haberse fugado ya hacia ese lugar poรฉtico, sino que puede ser inaccesible –o mejor, difรญcil– precisamente por su afรกn de acceder al lugar poรฉtico”.

Habrรก a quienes les incomode la lectura que Sheridan hace del Sindbad; a mรญ, entre ellos. Leer el poema a la luz de la simbologรญa de los padres, de su ausencia y de la bastardรญa del poeta, puede ser enriquecedor pero tambiรฉn restrictivo y, aunque nos permite intuir cรณmo estรก hecho aquel lugar, de algรบn modo impalpable construye un cerco a la palabra y la imagen. Hubiera preferido que me dejara a solas con mi Owen intacto, pero entonces ocurriรณ el milagro al que debe aspirar la crรญtica: suscitar el regreso a las obras, y yo volvรญ al poema para corroborar que la poesรญa siempre se salta las trancas. No me ocurriรณ asรญ con las huellas que Sheridan sigue sobre la lectura que Owen hizo de Radiguet, Gide, o Swinburne –entre otros–, tan sugerentes como los guiรฑos que encuentra en la amistad/amor entre Owen y Villaurrutia. Y es que, en la tensiรณn que nace entre el crรญtico que quiere entender “el deseo de entender de la poesรญa” y sus aproximaciones o conjeturas, ganamos nosotros, los lectores.

No es, Sheridan, un perdiguero acadรฉmico buscando adornar su vitrina con trofeos de caza. No es, tampoco, un detective, sino el familiar que va, se acerca al cuerpo cuando todos se han ido y le acerca un espejo para ver si la superficie se empaรฑa. Entonces puede decirnos que aรบn hay seรฑales de vida. ~

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(Ciudad de Mรฉxico, 1961) es poeta, ensayista y editora de poesรญa en Letras Libres. Este aรฑo su libro Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crรณnica de una amistad (Ariel, 2020) recibiรณ los premios Mazatlรกn de Literatura y Xavier Villaurrutia.


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