Foto: Monozigote, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Contra la banalidad

La reafirmación del individuo, como mostró Pásternak, es el argumento más definitivo contra cualquier totalitarismo.
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Pásternak, o sea пастернак, significa pastinaca. El apellido no es muy glamoroso, pero Boris Pásternak le dio más lustre que cualquier linajudo a su apellido de nobleza. Este inmenso poeta se echó encima una gran tarea, pues dijo en alguna ocasión: “Toda mi vida ha sido una lucha cuerpo a cuerpo contra la banalidad, en favor del talento humano, que ha de ser libre y enérgico”.

Doctor Zhivago muestra algo de esta lucha, tanto por parte del protagonista como por el significado de la novela como un todo. No era una argumentación contra el comunismo, sino una reafirmación del individuo, del espíritu del individuo, lo cual es el argumento más definitivo contra el comunismo o cualquier totalitarismo. Apenas iniciadas sus páginas, un personaje dice: “Cualquier forma de gregarismo es el refugio de la mediocridad… Sólo los solitarios buscan la verdad y rompen con todos aquellos que no la amen lo suficiente”.

Afortunadamente no he visto la película, pero supongo que mis subrayados en el libro no aparecen en los diálogos fílmicos.

“Tolstói afirma que cuanto más persigue un hombre la belleza, más se aleja del bien”.

“La vida es simbólica porque está llena de significado.”

“Digno de envidia es el destino de los pisoteados. Ellos tienen algo que contar de sí mismos.”

“¿Por qué son tan ociosamente faltos de talento los escritores amantes del pueblo, sea cual sea su nacionalidad?”

“El arte presente en las páginas de Crimen y castigo trastorna más que el crimen de Raskólnikov.”

“Todo hombre, al nacer, es un Fausto capaz de comprenderlo, probarlo y expresarlo todo.”

“Lo fabuloso no es otra cosa que lo común tocado por la mano del genio.”

“El hombre nace para vivir, no para prepararse para vivir.”

“¡Qué absoluta nulidad debe de ser uno para representar en la vida un solo papel!”

“No amo a los justos, a aquellos que jamás cayeron, que nunca dieron un traspié. La suya es una virtud muerta, de escaso valor. A ellos no se les revela la belleza de la vida.”

“El arte sirve siempre a la belleza, y la belleza es la felicidad de poseer una forma; la forma, a su vez, es la llave orgánica de la existencia, pues todo ser vivo debe poseer una forma para existir, y de este modo el arte, incluida la tragedia, es el relato de la felicidad de existir.”

Y así muchos más subrayados.

Yo no lo sé de cierto, pero supongo que Yuri Zhivago, pensador, filósofo del arte y poeta, dice en la película cosas como: “Oh Lara, yo te amo”.

George Steiner cuenta que en el Congreso de Escritores Soviéticos de 1937 le dijeron a Pasternak: “Si hablas, te arrestaremos; si no hablas también te arrestaremos por insubordinación irónica”. Entonces Pasternak sube al escenario y, ante la expectativa de los dos mil asistentes, simplemente dice: “Treinta”. Luego de unos segundos de incertidumbre, comprenden que se refiere al “Soneto 30” de Shakespeare. Y todo el público comienza a declamarlo de memoria. Al final, no arrestan a Pásternak.

Max Hayward, diplomático inglés y traductor de literatura rusa, atestigua sobre algo ocurrido en 1948, cuando vivió en la Unión Soviética. El Partido Comunista organizó una velada poética para escupirle al Occidente y alabar la “democracia popular soviética”. Anunciaron a unos veinte poetas para la ocasión, incluyendo a Pásternak. La mera aparición de su nombre en el cartel lo comprometía. Si no se presentaba, era desacato; si se presentaba, era muestra de que ya lo habían subyugado.

Comenzó el evento y en el escenario estaban todos los poetas convocados, excepto Pásternak. El primer poeta comenzó declamando obviedades e injurias, dirigidas especialmente a Churchill por aquel discurso en el que había popularizado el término “cortina de hierro”. “From Stettin in the Baltic to Trieste in the Adriatic, an iron curtain has descended across the Continent.” Antes de llegar a su último verso, el público estalló en aplausos, pero no por su poema, sino porque en ese momento aparecía Pásternak en el escenario.

Hayward escribe: “El recital continuó con una sucesión de poetas que declamaba sus invectivas rimadas según la aprobada moda submayakovskiana.”

Al final, llegó el turno de Pásternak. El mero anuncio provocó una ovación que parecía no tener fin, hasta que el poeta bajó del escenario y pidió silencio. Entonces dijo: “Por desgracia, no tengo ningún poema para el tema de esta velada, pero voy a leerles algunas cosas que escribí antes de la guerra.”

El público aplaudía con entusiasmo cada poema, mientras las autoridades culturales soviéticas se tragaban la píldora. Ya para terminar, alguien del público le pidió su traducción al ruso del “Soneto 66”. El maestro de ceremonias interrumpió el evento haciendo sonar una campanilla. El 66 es más subversivo que el 30. Sobre todo el noveno verso: “And art made tongue-tied by authority”. Pasternak fue suficientemente sabio para no recitarlo. Comoquiera ya había dinamitado la intención política de esa noche.

Hayward dice que Pásternak sólo tradujo dos sonetos de Shakespeare: el 66 y el 73. No el 30.

¿Es la anécdota que cuenta Steiner una corrupción de la de Hayward? ¿O son dos eventos distintos? Aunque creo que la verídica es la de Hayward, me gusta más contar la de Steiner.

Soy novelista, no historiador.

Pásternak también tradujo Hamlet. Lo hizo decir cosas que Shakespeare no escribió, pero la censura soviética le permitía al inglés palabras que le estaban vedadas a Pásternak. También escribió un poema llamado “Hamlet”, que puede leerse al final de Doctor Zhivago. Dejo aquí mi traducción de los últimos cuatro versos:

Mas la rutina ya está dispuesta,
Inevitable es el final del camino.
Estoy solo, todo se ahoga en hipocresía.
Vivir la vida no es recorrer un sembradío.

Soy novelista, no poeta. ~

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(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.


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