Con la llovizna sus ramas exhalan aromas
que impregnan el aire y nos abrazan
de pronto a mí y al perro.
Él y yo sabemos que los árboles nos cuidan,
que como dioses traspasan las rendijas
y velan lo que hacemos.
Conversan entre ellos
y hay un silencio de agua en lo que dicen.
Cargan la ligereza de los pájaros,
forman un universo que no vemos.
Hoy bendigo a estos fresnos
porque me atan aquí tal como soy,
febril y olvidadiza.
* * *
Como el árbol tumbado en esta esquina,
así me siento hoy.
Quizá duerme bajo los otros árboles
sin poder despertar de la gran pena
en que quedó sumido.
(Ciudad de México, 1954) es poeta, ensayista y traductora. Entre sus libros de poesía se encuentra Ser y seguir siendo (2013).