Esta semana escuchรฉ a un hombre despotricar en una fruterรญa de Madrid. Era un espaรฑol con naranjales en Valencia. Se lamentaba de que estaba al borde de la ruina, pues los intermediarios le pagan apenas a veinte centavos de euro el kilo y los precios siguen a la baja por tanta naranja que se importa del norte de รfrica, cultivadas con mano de obra barata y โcasi esclavaโ. Paguรฉ mis aguacates mexicanos y pensรฉ en la antigua Roma.
Cuando lleguรฉ a casa, fui al nicho de clรกsicos en mi librero. Ahรญ me puse a barajar pรกginas hasta dar con lo que buscaba. Will Durant dice de manera natural que la revoluciรณn en Roma del siglo segundo antes de Cristo se debiรณ primeramente a โla importaciรณn de cereal cultivado por esclavos proveniente de Sicilia y รfrica, lo cual arruinรณ a los agricultores italianos al reducir el precio de los granos localesโ.
Se habla mucho de que el ser humano no ha transformado su esencia en miles de aรฑos, pero yo noto que tenemos muchas diferencias con los antiguos griegos y romanos. Supongo que el citricultor de Valencia no estaba pensando en promover una insurrecciรณn, sino en lamentarse de su suerte para luego volver a casa y mirar una serie.
En su Historia de Roma, Tito Livio cuenta sobre algunas leyes decretadas por Publio Valerio. Nos dice que entre las mรกs populares estaban โlas que concedรญan el derecho de apelar al pueblo contra la sentencia de un magistrado y la que permitรญa consagrar a los dioses a la persona y los bienes de cualquiera que albergase proyectos de convertirse en reyโ. Bonito eufemismo: โconsagrar a los diosesโ significa matar, y no fueron pocos los hombres asesinados por la sospecha o certeza de que querรญan convertirse en reyes.
El mismo Publio Valerio se sintiรณ en riesgo por su propia ley, pues se puso a construir una enorme mansiรณn en la colina Velia y la gente comenzรณ a murmurar que era una edificaciรณn digna de un rey. Publio Valerio, alias Publรญcola, hubo de derrumbarla para evitar que cualquier romano lo acuchillara con todas las de la ley, y se buscรณ una existencia mรกs modesta.
Aunque en aquel entonces no se habรญa planteado explรญcitamente lo que hoy se llama utilitarismo, que justifica acciones que procuren la mayor felicidad para una mayor cantidad de personas, se entendรญa que eso precisamente se procuraba al liquidar a un reyezuelo o autรณcrata. Pero la รฉtica, las costumbres y las leyes han caminado por otros senderos desde los aรฑos de Publรญcola.
La historia nos ha mostrado que ciertos paรญses se van al diablo por falta del oportuno y afilado espรญritu romano; pero tambiรฉn enseรฑa que aquel espรญritu romano no salvรณ a Roma de irse al diablo. Fascinantes son las lecciones ambiguas.
Antes que publรญcola, romana o utilitarista, hoy prevalece la รฉtica dostoyevskiana, especรญficamente la de Ivรกn y Alioscha Karamazov.
Pensemos en todos los grandes villanos de la historia, y pensemos que todos ellos fueron niรฑos. Ivรกn pone a Alioscha a imaginar que tiene el poder de darle la felicidad a todos los seres humanos. Mas para para eso es โmenester, de modo indispensable e ineludible martirizar a ese niรฑito que se aporreaba con sus puรฑitos el pecho, y sobre sus no vengadas lรกgrimas fundar ese edificioโ. Alioscha responde que no se avendrรญa a tocar a ese niรฑo.
Yo comรญ mis aguacates y al dรญa siguiente me encontrรฉ con el escritor y periodista Carlos Rubio Rosell, que reciรฉn llegaba de Valencia. Me hizo dos regalos. Una novela de Andrรฉi Platรณnov y una bolsa con naranjas. โTenemos un huertoโ, me dijo.
Ahora mismo estoy mirando las naranjas sobre mi mesa. Son tan regordetas, bellas y aromรกticas que da pena comรฉrselas. Sin duda valen mรกs que veinte centavos por kilo. Hace dos mil doscientos aรฑos habrรญan valido una revoluciรณn.
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.