Plutarco nos cuenta sobre la destrucciรณn de Tebas por รณrdenes de Alejandro: โLa ciudad fue tomada, saqueada y arrasadaโฆ Y, dejando aparte a los sacerdotes, a todos los huรฉspedes de los macedonios, a los descendientes de Pรญndaro y a los que habรญan votado en contra de la defecciรณn, hizo vender como esclavos a los demรกs, que serรญan unos treinta mil; los muertos ascendรญan a mรกs de seis milโ.
El historiador Arriano relata tambiรฉn este evento. Dice que a los vencedores les pareciรณ bien โarrasar hasta los cimientos la ciudadโฆ asรญ como convertir en esclavos a los niรฑos, mujeres y a todo tebano superviviente, respetando tan solo a los sacerdotes y sacerdotisasโฆ Alejandro, por respeto al poeta, salvรณ de la destrucciรณn la casa de Pรญndaro, asรญ como a sus descendientesโ.
Entre la muerte de Pรญndaro y la destrucciรณn de Tebas habรญan pasado mรกs de cien aรฑos, de modo que la descendencia del poeta serรญa numerosa y en ella se contarรญan bisnietos, tataranietos y bistataranientos. Mientras veรญan marchar a los demรกs a la esclavitud, debieron de recordar los versos de su antepasado:
Y la palabra vive por mรกs largo tiempo que los hechos,
aquella que, con el favor de las Gracias,
hace brotar la lengua del profundo del alma.
Plutarco cuenta otro episodio en el que los atenienses fueron esclavizados para trabajar en las canteras de Siracusa y asegura que la mayorรญa de ellos murieron de enfermedad o hambre. Si bien, โalgunos se salvaron gracias a Eurรญpidesโ. Quienes conocรญan de memoria versos del poeta eran liberados, luego de compartirlos con sus captores. โAsรญ, ciertamente, dicen que muchos de los que entonces volvieron a casa sanos y salvos saludaban amistosamente a Eurรญpidesโ.
Remata con otra anรฉcdota poรฉtica. Cuando llegรณ a Siracusa โun barco que huรญa de unos piratas, en un primer momento no lo dejaron entrar y lo rechazaron. Mรกs tarde, en cambio, preguntaron a los caunios que iban en รฉl si conocรญan cantos de Eurรญpides y como dijeron que sรญ, les dejaron meter el barco en el puertoโ.
Si la poesรญa abriera hoy fronteras serรญa bastante mรกs popular. O quizรกs si la poesรญa fuera hoy bastante mรกs popular abrirรญa fronteras.
Eurรญpides no solo salvรณ a esta gente, sino a la propia Atenas. Cuando el general espartano Lisandro derrotรณ a los atenienses, tenรญa la intenciรณn de arrasar con la ciudad, pero durante una velada en la que bebรญan los generales victoriosos, uno de ellos โcantรณ el comienzo de la pรกrodos de la Electra de Eurรญpides: โHija de Agamenรณn, he venido, Electra, a tu atrio yermoโ; entonces todos rompieron a llorar y les quedรณ claro que era una tarea cruel destruir y arrasar una ciudad que habรญa engendrado a hombres tan importantesโ.
En otras traducciones, esa cita que les causa llanto dice: โHija de Agamenรณn, Electra, al fin he llegado a tu rรบstico albergueโ o โHija de Agamenรณn, oh noble Electra, llego a tu pobre mansiรณnโ o โHija de Agamenรณn, Electra, me he acercado a tu morada del campoโ. Ninguna de las cuatro versiones, ni la original, es para hacer llorar a nadie, a menos que se conozca el resto de la obra.
Aquellos hombres pusieron la belleza dramรกtica y poรฉtica por encima del tema de Electra, en cuya esencia estรก el mal destino de un tirano.
Hay que rastrear muchos siglos en el pasado para encontrarse con situaciones como estas, en las que un poeta, unos versos, una obra son fuerza de salvaciรณn delante de un poder. Recordemos que en aquella Grecia antigua uno de sus dioses preferidos era dios de la poesรญa, sin que รฉl mismo fuera poeta.
Al repasar la historia, hallaremos muchรญsimos ejemplos mรกs de escritores perseguidos, asesinados, ejecutados, encarcelados, censurados, acosados, ignorados, amenazados y desterrados, โlas cuales si se escribieran una por unaโ, dirรญamos al estilo de San Juan, โpienso que ni aun en el mundo cabrรญan los libros que se habrรญan de escribirโ.
No hay que viajar en el tiempo para hallarlos, pues tenemos suficientes en la prensa cotidiana. Ni siquiera hay que remontarse a lejanas geografรญas o culturas, pues los tenemos a tiro de piedra y en nuestra lengua.
La literatura sigue incomodando.
Y eso que somos muy pocos los que leemos.
Y menos aรบn los que la entendemos.
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.