¿Qué cal ardiente alimentaste
en tu ciudad de tiempo
ya vacía?
María Baranda
I.
Ocho líneas paralelas
amarillas
más que líneas
bloques
Ocho bloques sobre el conjunto de piedras
que es esta ciudad desteñida
donde la muerte mantiene su dominio
donde sólo la muerte
Digo que es una lija el suelo
que los vasos sanguíneos se me rompen
Digo que el amarillo
entre esta acera y la siguiente
es todo
menos brillante
es todo
menos amarillo
es todo
lo que queda
de este día
II.
Hace tiempo que no anochece
Sigo cortando espinas con los dedos
pero nada sucede más que la sangre
y el pendular de un cuerpo cóncavo
al final de la torre
donde habitan insectos de coraza irrompible
III.
Abiertas las ventanas
las cortinas en una sola orilla
Todos
miran
en la misma dirección
esperando un suceso de proporciones indecibles
Todos buscan con los ojos
entre las ramas de la tarde
pedazos de un cielo que ya no recuerdan
IV.
Ésta
que me atraviesa como una fibra metálica
es la hora en que conozco
ya no el fragmento
sino el extenso canto que me nombra:
Tiene mi cuerpo una oración perdida
bajo la sombra de un laurel
Tengo por manos dos hojas
que permanecen verdes en invierno
entre los restos de Cuauhnahuac
bajo el papel picado
y la calle que sube
hasta el lugar del roce originario
V.
Una humedad salada
aunque el mar está lejos
se me adhiere detrás de las rodillas
(Ciudad de México, 1991), ha publicado el libro La luz cuando amanece (Ediciones Simiente, 2012) y ha participado en las antologías Breve memoria de un instante (Moria/Ediciones Simiente, 2011), Moyolnohnotsani (Fondo Editorial del Estado de Morelos, 2014), Poetas parricidas (Cuadrivio, 2014) y Compendio de literatura apócrifa: Se ruega su publicación (Proyecto Diorama, 2014).