Hubo un dรญa que durรณ muchos aรฑos
pero no lo suficiente para la graduaciรณn:
reconocer los tonos del cielo.
No era un dรญa inmenso, sino tramposo
y usaba mis sueรฑos para deshacerme la memoria.
Tenรญa la elegancia de cambiarse el traje.
Se burlaba de mรญ presentรกndose
cada vez con un nombre distinto.
Un pestaรฑeo, una siesta, un abandono:
mismo color, todas las sutilezas en la cloaca.
El atardecer en la aurora
y mis ambiciones sobrevolรกndome
como moscas cubriendo los astros.
Yo me arrullaba a cualquier hora repitiendo mis palabras
y despertaba sin comprender.
Mis piernas, la piel, las uรฑas de los pies y las plantas resecas,
mi vientre y su interior no reconocรญan mi voz;
como mis tรญas y mi madre
que escuchaban en su cuerpo la voz de mi abuela.
A ella le tocรณ ser la diva de nuestra historia
quizรก porque a su cuerpo lo atravesaron las enfermedades,
quizรก por aquella fotografรญa en blanco y negro
en la que me parecรญa mรกs hermosa que Marรญa Fรฉlix.
Perdiรณ su รบtero, su apรฉndice, la vesรญcula,
su memoria
y no sabemos cรณmo recordarla.
Su voz fue cruel y fue amable, muy amable cuando volviรณ a ser niรฑa,
muy cruel cuando aparecรญa la anciana.
ยฟCuรกntas veces habrรก vivido el mismo dรญa?
ยฟA quiรฉn escucharon sus รณrganos?
Los mรญos aprendieron a callar las voces con brebajes,
buscaban fuerza en el ejemplo opuesto,
en los varones ausentes de sรญ mismos
que huรญan de un honor que no les permitรญa llorar.
Y sรฉ que tenรญan muchas ganas de llorar.
Y sรฉ que para no llorar se lastimaban.
Su noche durรณ todos los aรฑos
y al despertar tampoco reconocรญan su voz,
la voz que hacรญa promesas.
Hubo un dรญa en que no supe amarme
y durante muchos aรฑos no amรฉ a mi madre, ni a mis tรญas, ni a mi abuela
porque no me enseรฑaron a sonreรญrme en el espejo.
Decรญan: mรญrate mucho al espejo y se te aparecerรก el diablo.
Y a mรญ el diablo se me aparecรญa en el cuerpo
cada vez que no sabรญa cรณmo gozar.
A mรญ el diablo se me aparece en el cuerpo
cuando me callo las voces con brebajes
y desconozco si soy mujer o seรฑor o la misma niรฑa aรบn.
Lo obvio tambiรฉn es verdadero,
pero sรณlo sabemos enseรฑar a distinguir el porte.
Sucede el mismo dรญa generaciรณn tras generaciรณn
porque los sentimientos nunca serรกn elegantes
y no reconocemos nuestro propio cielo.
No supe amar ni a mi madre, ni a mi padre, ni a mis abuelos, ni a mis hermanos.
Pero ya no siento culpa.
Antes de que amanezca siempre estarรก la noche.
(Ciudad de Mรฉxico, 1988). Ha publicado los poemarios Espejos (Editorial Gato Negro, 2013) y Un dios lubricante (www.undioslubricante.com, 2015; Fondo Editorial del Estado de Morelos, 2018).