Me levanté una bonita mañana
a sentir sonar el mundo.
Me puse a escribir con el oído
muy pegado hacia la mesa,
pero sólo pude escuchar
el quisquillar de las cucharas,
el susurro de las tazas, los dilemas de mi pan.
Entonces, puse mi oreja sobre el muro
y me dediqué a seguir el rojo de los cables
hasta la cobriza luz de un foco.
Encendí el apagador
para que la noche se fuera. Afuera
era una bonita mañana,
pero aun así prendí la luz
para que me vieran
para mandar señales como un faro:
cada dos segundos sí, cada dos segundos no.
Mandé señales al señor que pasaba:
Era el señor de la pala que alargaba su jornada en mi oído,
me arrastró hasta el sonido del traj, traj, traj,
de pronto un rin
y la pala que choca contra el piso:
rin, traj, traj, rin, traj, traj.
Era uno pero sonaba como tres.
Y yo me detuve a mirar esa música de manos
que entraba en mí como litros de sol
ahogándome en esa líquida mañana.
Abdulrazak Gurnah sobre su novela Afterlives y la hipocresía colonial
Publicado originalmente meses antes de su consagración con el Nobel de Literatura, este ensayo ofrece claves para entender la obra de Gurnah, a la par que repasa su vida, desde su llegada al…
Recuerdo de Dubravka Ugrešić
En sus libros, divertidos y con ritmo, describe el deslizamiento del mundo en una pista de perniciosas imbecilidades. Su escritura distingue en lo cotidiano los contornos de lo mítico.
Inspiración humana
A los poetas que tejen versos maravillosos se les atribuye inspiración celestial. Pero la poesía es cosa humana.
“Los libros que usted deseaba leer”: Chéjov en Austral
En la octava entrega de Memorias de un leedor, la grisura que domina los cuentos de Chéjov.
RELACIONADAS
NOTAS AL PIE
AUTORES