Me levantƩ una bonita maƱana
a sentir sonar el mundo.
Me puse a escribir con el oĆdo
muy pegado hacia la mesa,
pero sĆ³lo pude escuchar
el quisquillar de las cucharas,
el susurro de las tazas, los dilemas de mi pan.
Entonces, puse mi oreja sobre el muro
y me dediquƩ a seguir el rojo de los cables
hasta la cobriza luz de un foco.
EncendĆ el apagador
para que la noche se fuera. Afuera
era una bonita maƱana,
pero aun asĆ prendĆ la luz
para que me vieran
para mandar seƱales como un faro:
cada dos segundos sĆ, cada dos segundos no.
MandƩ seƱales al seƱor que pasaba:
Era el seƱor de la pala que alargaba su jornada en mi oĆdo,
me arrastrĆ³ hasta el sonido del traj, traj, traj,
de pronto un rin
y la pala que choca contra el piso:
rin, traj, traj, rin, traj, traj.
Era uno pero sonaba como tres.
Y yo me detuve a mirar esa mĆŗsica de manos
que entraba en mĆ como litros de sol
ahogĆ”ndome en esa lĆquida maƱana.
Luisa Josefina HernƔndez, la Peregrina
Luisa Josefina HernĆ”ndez (1928-2023) no se acercĆ³ a la narrativa por puro divertimento. Lo hizo para explorar temas que confluĆan en uno solo: la condiciĆ³n de la mujer.
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