JosƩ Gaos
Materiales para una autobiografĆa filosĆ³fica
Advertencia y selecciĆ³n de Adolfo CastaĆ±Ć³n
Ciudad de MĆ©xico, Bonilla y Artigas/Conaculta, 2016, 430 pp.
Aurelia Valero Pie
JosĆ© Gaos en MĆ©xico. Una biografĆa intelectual 1938-1969
Ciudad de MĆ©xico, El Colegio de MĆ©xico, 2015, 490 pp.
JosĆ© Gaos no tuvo una vida de pelĆcula de acciĆ³n. Su existencia fue como el color de sus trajes: gris. No dio la vuelta al mundo, no fue amante de una artista famosa, no estuvo al frente de un ministerio. Sus aventuras, sin embargo, fueron de otro tipo, de las que suceden en la soledad de una habitaciĆ³n. Gaos dejĆ³ un archivo personal de miles de folios que estĆ” resguardado por el Instituto de Investigaciones FilosĆ³ficas de la UNAM. En ese mar de manuscritos se hallan los testimonios de una vida dedicada rigurosamente al pensamiento en una circunstancia que puso a prueba a todos los intelectuales espaƱoles. Gaos se adaptĆ³ tan bien a MĆ©xico que dijo aquello de que Ć©l no era exiliado sino transterrado. El impacto de Gaos en la vida intelectual de nuestro paĆs en el siglo XX fue mayĆŗsculo. Entre sus discĆpulos en el campo de la filosofĆa destacan nada menos que Leopoldo Zea, Emilio Uranga y Luis Villoro. Su larga y estrecha amistad con Alfonso Reyes fue un convite de ideas y letras que enriqueciĆ³ a ambos. Conocer la vida de Gaos es una manera de conocer los tiempos en los que le tocĆ³ vivir tanto en EspaƱa como en MĆ©xico.
Aunque ya ha sido reseƱada en las pĆ”ginas de esta revista, no puedo dejar de mencionar el estupendo libro de Aurelia Valero JosĆ© Gaos en MĆ©xico. Una biografĆa intelectual. El estudio no solo estĆ” impecablemente escrito, sino que estĆ” sĆ³lidamente documentado en el archivo del filĆ³sofo. Valero pasĆ³ aƱos leyendo todo lo necesario para su investigaciĆ³n: cuadernos, apuntes, notas, tarjetas, cartas. En una de esas inmersiones, descubriĆ³ un fĆ³lder amarillento con unos manuscritos de Gaos, Uranga, Villoro, Guerra y Rossi. Esos textos, originalmente leĆdos en el Seminario de FilosofĆa Moderna de Gaos en 1958, aparecieron en el libro FilosofĆa y vocaciĆ³n (fce, 2012).
Fernando SalmerĆ³n planeĆ³ la ediciĆ³n de las obras completas de JosĆ© Gaos en diecinueve volĆŗmenes. Los primeros se publicaron en 1982 y, a la fecha, solo quedan dos pendientes que aparecerĆ”n muy pronto. Los gruesos tomos de las Obras completas, publicadas por la colecciĆ³n Biblioteca Mexicana de la UNAM, resultan, sin embargo, poco hospitalarios. Como sucede con las obras completas de otros autores, parecen un frĆo mausoleo. Por eso es de celebrarse la reciente apariciĆ³n de la antologĆa Materiales para una autobiografĆa filosĆ³fica a cargo de Adolfo CastaĆ±Ć³n. En este volumen, CastaĆ±Ć³n selecciona algunos de los textos autobiogrĆ”ficos de Gaos que ya habĆan aparecido en las Obras completas y, ademĆ”s, incluye un opĆŗsculo de Ćngeles Gaos titulado Una tarde con mi padre.
El plato fuerte de esta antologĆa es el libro Confesiones profesionales, de Gaos. Esta obra que apareciĆ³ en 1958 en el fce es quizĆ” la mĆ”s conocida de todas las del filĆ³sofo; sin duda porque su lectura es fĆ”cil y amena (la prosa filosĆ³fica de Gaos es caliginosa y enmaraƱada, quienes lo escucharon nunca lograron explicarse por quĆ© alguien que hablaba con tanta claridad se enredaba tanto en su escritura). A Gaos se le recuerda por haber propuesto una peculiar filosofĆa de la filosofĆa. SegĆŗn esta teorĆa, la soberbia es la fuerza interior que mueve al filĆ³sofo para definir su vocaciĆ³n y, luego, cuando se da cuenta de las miserias de su profesiĆ³n, para permanecer en ella durante la vejez. De ahĆ que Confesiones profesionales sea un tĆtulo muy acertado para este pequeƱo volumen. Uno de los pasajes mĆ”s memorables, que le gustaba mucho a Octavio Paz, es cuando Gaos describe por medio de columnas intercaladas cĆ³mo intenta leer un libro de Ć”rida filosofĆa germana a bordo de un autobĆŗs de la lĆnea urbana JuĆ”rez-Loreto (de la cual, aƱos despuĆ©s, EfraĆn Huerta escribiĆ³ otro texto memorable).
CastaĆ±Ć³n incluye varios textos de Gaos en los que reflexiona sobre su condiciĆ³n de transterrado y, en general, sobre el carĆ”cter del exilio espaƱol en AmĆ©rica. El filĆ³sofo encontrĆ³ en MĆ©xico una nueva EspaƱa, un paĆs de destino en el que podĆa cumplir la misiĆ³n pedagĆ³gica y cultural que habĆa comenzado en su paĆs de origen. Gaos escribiĆ³ en MĆ©xico la mayor parte de su obra filosĆ³fica. El Ć”rbol forĆ”neo dio aquĆ sus mejores frutos. La metĆ”fora del Ć”rbol nos permite recordar a Eduardo Nicol, que sostenĆa que Ć©l era un exiliado y no un transterrado porque era un ser humano y no una planta. MĆ”s allĆ” del reclamo burlesco de Nicol, la devociĆ³n con la que Gaos sirviĆ³ a MĆ©xico y se entregĆ³ a sus causas sigue resultando conmovedora. No hay comparaciĆ³n entre Gaos y Nicol en este aspecto y esa es una de las razones por las cuales Gaos es y serĆ” recordado con gratitud y cariƱo como uno de los grandes maestros del MĆ©xico del siglo XX.
En otra secciĆ³n del libro CastaĆ±Ć³n incorpora tres escritos de Gaos que no son estrictamente autobiogrĆ”ficos pero que pueden leerse en esa clave. Uno de ellos es una conferencia que impartiĆ³ en Puerto Rico con el tĆtulo revelador de āFilosofĆa e infelicidadā. Pero quizĆ” lo mĆ”s interesante sea la selecciĆ³n de aforismos y cartas que se incluye en la antologĆa. Gaos abre su alma en esos textos privados. Sus aforismos nos revelan a un hombre lĆŗcido, aunque proclive a la melancolĆa. Entre las cartas destaca la abierta que enviĆ³ a Alfonso Reyes en la que rompe pĆŗblicamente con JosĆ© Ortega y Gasset por haber criticado injustamente al polĆgrafo mexicano.
El texto de Ćngeles Gaos nos pinta a su padre de una manera muy distinta. No es el hĆ©roe intelectual de otros relatos, sino un hombre como todos, con virtudes y defectos. Cuando ella tenĆa quince aƱos, JosĆ© Gaos abandonĆ³ la casa familiar. La excusa que ofreciĆ³ es que necesitaba estar solo para poder concentrarse en su trabajo, aunque su esposa y sus hijas dedujeron que āno siempre estarĆa tan soloā. Ćngeles Gaos nos describe a un hombre con una absoluta incapacidad para expresar sus sentimientos. Cuenta que cuando se enterĆ³ de que su padre padecĆa un mal cardiaco, ella le dijo: āĀ”CĆ³mo es posible que estĆ©s malo del corazĆ³n si casi no lo has usado!ā
En varios de sus escritos, sobre todo en De la filosofĆa, su contribuciĆ³n mĆ”s importante a la disciplina, Gaos sostuvo que toda filosofĆa es, a fin de cuentas, una confesiĆ³n personal. Si llevamos esta tesis al extremo, tal como lo hizo el propio Gaos, llegaremos a la conclusiĆ³n impactante de que la filosofĆa no se puede enseƱar, de que no hay filosofĆas mejores que otras, de que no tiene sentido criticarlas o suscribirlas. Ninguno de sus discĆpulos aceptĆ³ esta conclusiĆ³n tan dramĆ”tica. Surge entonces una pregunta: ĀæquĆ© sucesos de la vida de Gaos lo llevaron a formular una filosofĆa de la filosofĆa de ese talante tan escĆ©ptico? En algĆŗn sitio de la biografĆa de Aurelia Valero y de la antologĆa de Adolfo CastaĆ±Ć³n tendrĆa que encontrarse la respuesta a esta interrogante. ~