Aunque solemos pensar a los faros casi siempre sobre islas, junto a bahรญas o mar abierto, tambiรฉn existen a la orilla de los rรญos. El rรญo Hudson, que atraviesa buena parte del estado de Nueva York, fluye escoltado por faros de todo tipo (es poco sabido, por ejemplo, que la misma Estatua de la libertad es tambiรฉn un faro). Algunos de ellos han ido desapareciendo, y sobre la isla de Manhattan sobrevive hoy en dรญa tan solo uno: Jefferson’s Hook.
El barrio aledaรฑo a Jefferson’s Hook es Washington Heights, lugar donde habita una extensa poblaciรณn de Repรบblica Dominicana. Ocho de cada diez personas hablan espaรฑol en las banquetas, los restaurantes venden mangu, cuatro golpes, salchichรณn y sopa siete potencias. En cada esquina hay un puesto de frituras o de fruta abierto las 24 horas, y los domingos la gente saca las sillas y el dominรณ a las banquetas, como si fuera el porche de su casa. Por las noches empieza el reggaetรณn y los coches se abren a la vendimia de todo tipo de sustancias. Jefferson’s Hook, mejor conocido como The Little Red Lighthouse, estรก cerca de la estaciรณn 175 de la lรญnea azul del metro, justo debajo del Washington Bridge. Para llegar a รฉl es necesario atravesar un parque y pasar sobre un puente que va por encima de las vรญas del tren. Pronto se distingue junto a las rocas: es un faro muy pequeรฑo, de metal y de color rojo escarlata con la punta verde. Impresiona de inmediato el contraste de la arquitectura redonda del pequeรฑo faro rojo frente al enorme Washington Bridge, con su angulosa y sรณlida ingenierรญa gris. Por adentro el faro estรก completamente pintado de negro, y desde su plataforma de observaciรณn se alcanza a ver la punta sur de Manhattan, ese cรบmulo de rascacielos, allรก donde se juntan el Hudson y el East River.
Los faros, junto con las mรกquinas de escribir y los discos LP, se fueron volviendo obsoletos conforme progresaba la tecnologรญa. Aunque en muchos lugares siguen siendo รบtiles, por ejemplo, en donde los pescadores salen a pescar de noche, su existencia es cada vez menos necesaria porque cada vez mรกs barcos utilizan GPS. Este hace las veces de faro, avisรกndoles dรณnde hay corrientes, rocas o zonas peligrosas, quรฉ tan cerca se estรก de la costa o si hay un puerto por ahรญ. En casi todas partes del mundo, los faros que perduran ya son automรกticos, de forma que los fareros, esos personajes extraรฑos que los habitaban, poco a poco han ido desapareciendo. La historia de Jefferson’s Hook es particularmente representativa de ese proceso por el que han pasado los faros.
Desde que los Wiechquaesgeek habitaban esas tierras, el Hudson era un lugar de pesca y trรกnsito desde Albany hasta la isla de Manhattan o el mar. Este fragmento del Hudson era particularmente riesgoso, y los naufragios eran tan comunes que hubo que instalar un palo rojo en seรฑal de peligro. A esto siguiรณ en 1880 la construcciรณn del faro, rojo tambiรฉn. Jefferson’s Hook realizรณ su trabajo con dignidad hasta 1931, cuando construyeron el Washington Bridge y sus luces opacaron de tal forma la del faro que al final hubo que extinguirla. Entonces la Guardia Costera decidiรณ subastar el faro, pero la gente se opuso. Se opuso gracias a un รกlbum ilustrado de 1942 llamado The Little Red Lighthouse and the Great Gray Bridge. El faro es el protagonista en ese cuento infantil que escribiรณ Hildegarde Swift. Es un faro orgulloso de su heroica tarea hasta que construyen el puente y se entristece porque siente que ha perdido su propรณsito. El cuento tiene un final muy distinto al de la realidad: el pequeรฑo faro descubre que el puente no es una amenaza, sino su hermano de metal, y que a pesar de su enorme existencia el faro sigue cumpliendo la importante funciรณn de auxiliar a los barcos. Popular entre el pรบblico lector infantil inclusive hoy en dรญa, el cuento tiene unas hermosas ilustraciones de acuarela de Lynd Ward, todas en rojo, azul y negro. Tanta empatรญa causaba el pequeรฑo faro rojo, que varios niรฑos mandaron dinero y escribieron cartas petitorias para detener su venta o comprarlo.
En 1951 se cediรณ su propiedad al departamento de parques y estuvo casi abandonado, con su luz apagada, hasta que en 1979 pasรณ a formar parte del National Register of Historic Places y lo restauraron. En 2002 se celebrรณ el 60 aniversario de la publicaciรณn de The Little Red Lighthouse y le regalaron al faro una nueva lente para que siguiera encendido, aunque fuera por pura nostalgia. Es la primera vez que un faro se salva, ya no gracias a su valor de uso, ni siquiera a su valor histรณrico, sino por su valor simbรณlico y literario. La gente se negรณ a que la vida fuera tan prosaica, a que la realidad no imitara a la ficciรณn. El faro sigue allรญ, como una especie de Santa Claus, para que los padres lleven a los niรฑos y les digan: ¿Ya ven?, aquรญ sigue el faro (sรญmbolo del pasado, en mรกs de un sentido), tan indispensable como siempre y llevรกndose de maravilla con la modernidad.
(ciudad de Mรฉxico, 1988), es ensayista. Por Foreign Body/Cuerpo extraรฑo (Literal Publishing, 2013) obtuvo el Premio Literal de Ensayo 2013 que convoca la revista Literal.