Postguerra: Una historia de Europa desde 1945, de Tony Judt

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Durante la primera mitad del siglo XX, Europa fue lรญder mundial en la prรกctica del terror de Estado. El nazismo y el estalinismo mostraron, cada uno a su manera, el terrible peligro inherente al uso del poder estatal en la consecuciรณn de grandes experimentos polรญticos. Tras la Segunda Guerra Mundial, los europeos estaban decididos a alcanzar el progreso en el futuro a travรฉs del cambio gradual y consensuado, y el proyecto europeo reflejaba dicha resoluciรณn. Aparentemente, la Europa prรณspera y pacรญfica que surgiรณ en la segunda mitad del รบltimo siglo demostraba que se habรญan aprendido las lecciones de la historia.

Pero esta sensaciรณn autocomplaciente, como muestra Tony Judt en Postguerra, se fundaba, al menos en parte, en una falsa conciencia. La Segunda Guerra Mundial dejรณ una Europa dividida. La mitad que acabรณ bajo el control soviรฉtico padeciรณ mรกs de cuarenta aรฑos de represiรณn totalitaria y hubo que esperar hasta la รบltima dรฉcada del siglo XX antes de poder disfrutar algo cercano a una vida normal. En Europa del Este la reconstrucciรณn se vio profundamente marcada por el legado de los aรฑos de entreguerras y, en algunos paรญses, fue acompaรฑada por una memoria muy selectiva del pasado reciente. El nazismo constituyรณ un fenรณmeno absolutamente europeo y, al cometer el crimen sin parangรณn del Holocausto, planteรณ preguntas que aรบn no tienen respuesta.

Existe mucha palabrerรญa simplista sobre los โ€œvalores europeosโ€, pero ยฟacaso รฉstos incluyen los valores racistas y antisemitas que llevaron a Hitler al poder? Si no lo hacen, como es de esperarse, ยฟde quรฉ manera deben identificarse los โ€œverdaderosโ€ valores europeos? Estas preguntas fueron evadidas al final de la Segunda Guerra Mundial y aรบn permanecen abiertas. El fin de la Guerra Frรญa reunificรณ al continente, pero no reafirmรณ a Europa en una nueva identidad. A cinco aรฑos de iniciado el siglo XXI, el significado de Europa es mรกs indeterminado que nunca.

Judt anota que en un principio pensรณ en escribir Postguerra al cambiar de tren en la estaciรณn central de Viena, en diciembre de 1989. Se trataba de un momento y un lugar sumamente adecuados para concebir dicho proyecto, pero (como รฉl seรฑala) tal vez fuera lo mejor que las circunstancias le impidieran durante muchos aรฑos trabajar en el libro. Al abrirse los archivos en Rusia y en otros lugares, mucho de lo oculto se volviรณ visible, y conforme la euforia que acompaรฑรณ a la caรญda soviรฉtica se desvaneciรณ, el contorno del nuevo paisaje europeo se volviรณ mรกs claro. Judt nos dice que antes que otra cosa su libro es una historia de la reducciรณn de Europa, de la pรฉrdida del estatus imperial e internacional que siguiรณ a la Segunda Guerra. Ciertamente lo es, pero tambiรฉn es mucho mรกs que eso. Postguerra, una obra maestra de la erudiciรณn histรณrica, nos proporciona una imagen de Europa durante los รบltimos sesenta aรฑos en la que el Este y el Oeste, la cultura y la geopolรญtica estรกn indisolublemente unidos, como lo han estado siempre en la realidad.

El tema de Judt es un continente que en 1940 parecรญa el emplazamiento de una civilizaciรณn fallida, pero que durante los siguientes cincuenta aรฑos disfrutarรญa de una paz y una libertad ininterrumpidas (al menos en la mayor parte de su zona occidental). Los รบltimos aรฑos han sido testigos de un tono cรกustico en las relaciones trasatlรกnticas: los neoconservadores norteamericanos fustigan a Europa por su supuesta debilidad al lidiar con el terrorismo, al tiempo que los europeos responden esgrimiendo una sabidurรญa superior extraรญda de su desastrosa historia reciente.

Judt, que escribe desde la posiciรณn de un historiador britรกnico que trabaja en una universidad estadounidense, se mantiene a raya de esta querella y presenta una evaluaciรณn admirablemente imparcial de los logros y los fracasos europeos. A fin de cuentas, pese a todas las imperfecciones daรฑinas y a veces odiosas del continente, Judt concluye su investigaciรณn magistral con una declaraciรณn de fe sobre el futuro de Europa.

En 2005, escribe, โ€œni Europa ni China tenรญan un modelo รบtil para proponer su imitaciรณn universal. Pese a los horrores de su pasado reciente โ€“y en gran parte debido a ellosโ€“, eran los europeos quienes ahora estaban situados de manera singular para ofrecer al mundo algรบn modesto consejo sobre cรณmo evitar la repeticiรณn de sus propios fallos. Pocos lo habrรญan predicho sesenta aรฑos antes, pero el siglo xxi aรบn puede pertenecer a Europaโ€.

ร‰sta es una conclusiรณn juiciosa y sin duda serรก ampliamente bienvenida. Sin embargo, vale la pena preguntar si al realizar esta evaluaciรณn Judt ha sacrificado el realismo en aras del optimismo. La reducciรณn de Europa, que es uno de los temas recurrentes del libro, no terminรณ en los aรฑos inmediatos a 1945. Irรณnicamente, la reducciรณn continuรณ conforme la Uniรณn Europea se expandรญa tras las secuelas del colapso soviรฉtico. La expansiรณn hacia el Este redujo casi a cero la capacidad de la UE para actuar como una fuerza coherente en los asuntos globales, una capacidad que nunca ha sido notable. Al crecer, la UE ha perdido cualquier tipo de coherencia, y la pregunta sobre el significado de Europa en verdad se ha vuelto capital ante las incertidumbres que rodean el acceso de Turquรญa. Las elites europeas podrรกn decir algo a la clase polรญtica de Turquรญa pero es casi inconcebible que Turquรญa logre granjearse su entrada a la UE al tiempo que Holanda โ€“uno de sus miembros fundadoresโ€“ considera seriamente la prohibiciรณn del atuendo femenino islรกmico en pรบblico. ยฟEs Europa la encarnaciรณn regional de un ideal universal, o son sus valores definitorios en cierta forma distintivos? ยฟCรณmo puede afirmar la UE ser un club cristiano cuando la cristiandad se ha vuelto una tradiciรณn minoritaria en la mayor parte de los paรญses miembros? Por otra parte, ยฟcรณmo puede ser multicultural cuando varios de sus Estados-naciรณn estรกn rechazando el multiculturalismo mรกs allรก de toda medida?

El hecho es que Europa no tiene una concepciรณn de lo que es o de lo que quiere ser. Durante la Guerra Frรญa el tema estaba resuelto de antemano. La UE ocupaba un nicho fabricado por las superpotencias y, dentro de ese espacio, prosperรณ. Con la caรญda del comunismo se vio compelida a diseรฑar un futuro para sรญ misma, y muchos sostenรญan que debรญa desarrollarse como una fuerza global independiente respecto de Estados Unidos. Pero Europa es una regiรณn poblada en su mayor parte por naciones con historias y culturas distintas. Nunca serรก Estados Unidos, incluso aunque esta transformaciรณn fuese deseable. Al tratar de reformar el continente como una suerte de Estado federado el resultado ha sido una condiciรณn de semiparรกlisis en las instituciones europeas y un abismo prรกcticamente infranqueable entre la poblaciรณn de Europa y sus elites. Ahora la cuestiรณn no es hacia dรณnde va Europa, sino cuรกnto tiempo puede mantenerse unida bajo su forma presente.

En las circunstancias actuales, la idea de que la UE encarna un modelo universal โ€“que Judt aparentemente respaldaโ€“ es tan irreal como la nociรณn neoconservadora de que una versiรณn estadounidense de la democracia puede instalarse en Iraq. Dado su nivel de conocimiento, que no siempre ha demostrado en el pasado, Europa puede continuar siendo una regiรณn pacรญfica. Pero ese tiempo en que Europa โ€“o cualquier potencia occidentalโ€“ podรญa presentarse como un modelo para el mundo, ha terminado. ~
     ยฉ The Independent
     Traducciรณn de Marianela Santoveรฑa

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