Ilustraciรณn: Mariana Motoko

Las generaciones de feministas: Un mosaico

Desde los orรญgenes del movimiento feminista en el siglo XVIII hasta la actualidad, parece que hay una tendencia por separar los intereses y preocupaciones de sus integrantes, como si las demandas de las primeras generaciones de feministas hubieran quedado superadas o si la producciรณn teรณrica del pasado fuera obsoleta para entender las problemรกticas actuales. Interesados en descubrir cuรกles son los puntos de encuentro entre las diferentes generaciones de feministas, les preguntamos a cuatro acadรฉmicas que se han dedicado a los estudios de gรฉnero por aquellas lecturas que han orientado sus reflexiones, por los ecos que resuenan entre las diferentes generaciones de feministas, por las diferencias y similitudes que perciben entre la teorรญa y la prรกctica del feminismo y por las preocupaciones esenciales para sus generaciones. Sus testimonios arrojan luz sobre las ideas compartidas que inspiran a los feminismos y, a la vez, sobre las luchas que siguen pendientes.
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GABRIELA CANO

Mis pensadoras imprescindibles son Joan W. Scott y Judith Butler. Vuelvo a ellas una y otra vez. En Scott he descubierto una elaboraciรณn de gรฉnero que me ha resultado de lo mรกs iluminadora para desnaturalizar quรฉ es ser y constituirse como un hombre y quรฉ es ser y constituirse como una mujer. Ella ha seguido reflexionando sobre el gรฉnero y rechaza su burocratizaciรณn, pues lo entiende ante todo como una interrogante intelectual y polรญtica. La suya es una visiรณn alejada de la โ€œperspectiva de gรฉneroโ€ que hoy se usa mucho en el terreno de las polรญticas pรบblicas โ€“en donde sin duda es de gran utilidad para impulsar la equidad y justicia para las mujeresโ€”pero que ha terminado siendo una fรณrmula que no funciona como herramienta intelectual. Scott alertaba sobre la pรฉrdida del filo crรญtico y el estancamiento en que podrรญa caer el gรฉnero al institucionalizares. No quiero decir, desde luego, que desechemos el concepto de gรฉnero sino que lo utilicemos manteniendo su fuerza crรญtica y polรญtica. Por otro lado, sigo leyendo a Butler por sus ideas sobre la performatividad del gรฉnero, no como un acto teatral, sino como un acto performativo o un acto del habla. Ella me ha permitido pensar que las identidades de gรฉnero y las identidades sexuales no estรกn contenidas ni preestablecidas por el cuerpo de la persona, sino que son algo que se ejecuta. Butler ha sido clave en mis investigaciones histรณricas sobre personas con identidades transmasculinas como Amelio/a Robles y Carlos Balmori/Concepciรณn Jurado. Sus historias evidencian la plasticidad y el carรกcter performativo del gรฉnero, al tiempo que ayudan a comprender cรณmo opera el poder del gรฉnero en la sociedad.

Tambiรฉn he revisado con interรฉs la obra de Paul B. Preciado y Chimamanda Ngozi Adichie, por mencionar solo a dos que se leen entre las nuevas generaciones. El libro de Preciado, Pornotopรญa. Arquitectura y sexualidad en Playboy durante la Guerra Frรญa, firmado todavรญa por Beatriz Preciado, me pareciรณ muy novedoso y sugerente, quizรกs mรกs que sus รบltimas obras. La autora mexicana a la que no dejo de leer es Rosario Castellanos, sobre todo sus obras que suelen considerarse menores, pero que no por ello carecen de profundidad filosรณfica: las piezas periodรญsticas, que son muy graciosas, lo mismo que la tesis, Sobre cultura femenina (FCE, 2005). Esta obra de juventud, pese a estar inacabada, plantea preguntas de gran actualidad. Cada vez que la releo me suelto a reรญr. La ironรญa de Castellanos, la primera y una de las mejores lectoras mexicanas de Simone de Beauvoir, sigue calando hondo. Sus ensayos feministas son de gran actualidad.

Yo me formรฉ con la crรญtica al androcentrismo en el pensamiento, en la cultura y, por supuesto, en la historia. Fui testigo de los primeros coloquios y talleres acadรฉmicos sobre los que entonces se llamaba โ€œestudios de la mujerโ€ y, a travรฉs muchas lecturas, fui comprendiendo cรณmo esta crรญtica transformaba el pensamiento. Ahora, las feministas jรณvenes reclaman materias con enfoque feminista en las carreras historia, geografรญa, literatura y tienen toda la razรณn en ello. Los estudios acadรฉmicos de gรฉnero atraviesan a las distintas ramas del conocimiento y deben incorporase a la educaciรณn universitaria desde sus primeras etapas y no reservarse a los niveles especializados. He visto que estรกn leyendo de nuevo a Kate Millet, una de las autoras de mayor influencia en los setenta. Millet llevรณ a la discusiรณn intelectual la nociรณn de que โ€œlo personal es polรญticoโ€, es decir, que el mundo privado, la vida cotidiana, la familia y el trabajo se articulan por medio de relaciones de poder que instalan mรบltiples desventajas y formas de discriminaciรณn hacia las mujeres. En su momento me entusiasmรฉ con Millet, pero luego me alejรฉ de sus anรกlisis sobre los efectos del patriarcado en la literatura porque me resulta un concepto en exceso amplio y que no me ayuda a plantear preguntas de investigaciรณn de gรฉnero en la historia para armar relatos complejos y matizados. Su relectura podrรญa abrir las puertas a un diรกlogo intergeneracional. El renovado interรฉs por ella y por Silvia Federici sugiere que las tensiones intelectuales y polรญticas entre el feminismo y el marxismo han adquirido una nueva vigencia. Las posturas anticapitalistas de Federici y su รฉnfasis en transformar las condiciones de trabajo de las mujeres y el salario que reciben, sin duda, tienen una gran importancia polรญtica.

No veo un solo feminismo, sino muchas maneras de entenderlo. El pensamiento y la prรกctica polรญtica feminista no son unitarios, sino multifacรฉticos. El feminismo es un discurso de derechos (humanos, individuales, laborales, civiles) que se articula en diversas agendas y movilizaciones polรญticas. Es tambiรฉn un hecho histรณrico que transcurre en el tiempo y es susceptible de narrarse. El gran reto al escribir su historia es dar cuenta de su complejidad interna y en relaciรณn con los entornos polรญticos en que se ha inscrito. Las tensiones entre la teorรญa y la prรกctica del feminismo tienen que ver con las estrategias polรญticas que utilizan sus distintas corrientes. En los รบltimos tiempos, ha surgido un nuevo activismo feminista que protesta en contra de la violencia y discriminaciรณn de gรฉnero, tan persistente como la desigualdad social. Este activismo feminista tiene un sello latinoamericano y ha protestado frente los lรญmites del pragmatismo polรญtico y de la malograda institucionalizaciรณn de las polรญticas pรบblicas de gรฉnero.

Entre las preocupaciones de las feministas de mi generaciรณn, y que aรบn se mantienen vigentes, puedo enumerar la autodeterminaciรณn en todos los aspectos de la vida โ€“desde luego en la sexualidad y el cuerpoโ€“, la posibilidad de expresar el deseo sexual y de formar relaciones homo y heterosexuales, la maternidad elegida y la despenalizaciรณn del aborto, la crรญtica al androcentrismo en el pensamiento y la cultura, asรญ como la denuncia y lucha en contra de la violencia sexual hacia las mujeres.

El feminismo de hoy exige avanzar la agenda incumplida del feminismo de los setenta y ochenta. Fueron las feministas de esas dรฉcadas quienes conceptualizaron por primera vez la violencia de gรฉnero como un hecho social que implicaba relaciones de poder y como una forma de control sobre las mujeres. Hasta entonces se veรญa como una realidad quizรก indeseable, pero inatacable porque correspondรญa al รกmbito privado y familiar en el que el Estado prรกcticamente no tenรญa intervenciรณn. Las feministas de la segunda ola articularon nociones que antes no existรญan: el acoso y el hostigamiento sexual en el trabajo y en la calle, la violaciรณn en el matrimonio y, por supuesto, el feminicidio. Con esos conceptos se transformรณ la percepciรณn social de la violencia hacia las mujeres como una conducta inaceptable. Su tipificaciรณn como delito fue uno de los mayores logros del feminismo que, sin embargo, se ha mostrado insuficiente. Las exclusiones, estereotipos, prejuicios y violencia no solo han persistido sin que en algunos รกmbitos se han agudizado: puede pensarse incluso que hay un contragolpe antifeminista que busca atacar los logros del feminismo. Son reacciones muy potentes, como propone la eliminaciรณn del delito de feminicidio. Lo que estamos descubriendo es que la institucionalizaciรณn de los cambios que buscรณ el feminismo ha sido insuficiente y, paradรณjicamente, ha revitalizado las desventajas que enfrentan las mujeres. Es en esa coyuntura donde notamos la intensidad del activismo feminista de la actualidad. ~

GISELA KOZAK ROVERO

En 1989, mientras fui asistente de investigaciรณn de Mรกrgara Russotto en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rรณmulo Gallegos (Caracas, Venezuela), leรญ a Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Betty Friedan, Gayle Rubin y Lidia Falcรณn, asรญ como a las crรญticas de la literatura femenina latinoamericana Lucรญa Guerra, Francine Masiello, Nelly Richard, Jean Franco, Helena Araujo, Mary Louise Pratt y Marta Traba. La perspectiva de gรฉnero atravesรณ desde entonces mi vida como escritora, docente e investigadora latinoamericana pues esas lecturas me hicieron sensible a las mรกs diversas formas que asume la discriminaciรณn en la sociedad, cultura y literatura. No faltaron en mi formaciรณn las teรณricas y crรญticas literarias Birutรฉ Ciplijauskaitรฉ, Hรฉlรจne Cixous, Luce Irigaray, Susan Gubar, Sandra Gilbert, Adrianne Rich, Elaine Showalter, Patrocinio P. Schweickart, Julia Kristeva y Toril Moi. Las distinciones entre literatura femenina, feminista o, simplemente, escrita por mujeres constituรญan un acalorado debate. Kristeva, Cisoux e Irigaray proponรญan una estรฉtica disruptiva que cuestionara el dominio patriarcal en la literatura, en todas sus convenciones y modelos. Como narradora y ensayista este debate no hizo mella en mi trabajo. Pero como crรญtica literaria preferรญ la claridad expositiva de las anglosajonas y latinoamericanas, mรกs interesadas en la sociedad y en la cultura, que la vรญa tomada por las francesas, orientada por el psicoanรกlisis.

Mi camino en cuanto a escritora que ejerce la docencia y diversas formas de escritura โ€“como la acadรฉmica, la narrativa y la ensayรญsticaโ€“ se definiรณ por el encuentro con las plumas de Clarice Lispector, Marรญa Luisa Bombal, Marta Brunet, Luisa Valenzuela, Sylvia Molloy, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska. Finalmente me interesรฉ por el feminismo lรฉsbico, en particular por el trabajo crรญtico de Molloy. Pero la conciencia feminista, es decir, el caer en cuenta de los riesgos, dilemas y discriminaciones que implica ser mujer, llegรณ en la adolescencia con tres novelas: La mujer rota, de Simone de Beauvoir; Ifigenia. Diario de una seรฑorita que escribiรณ porque se fastidiaba, de Teresa de la Parra; y Carta a un niรฑo que nunca naciรณ, de Oriana Fallaci. La novela es el gรฉnero por excelencia del despertar feminista para las escritoras.

Tengo serias diferencias con las polรญticas identitarias que han sustituido al individuo por el sujeto. En este sentido creo haber perdido contacto con parte de las nuevas generaciones acadรฉmicas feministas, sobre todo con las que no reconocen la estirpe occidental del feminismo ni los logros de la economรญa de mercado, a la que confunden con el neoliberalismo. Me interesan figuras controversiales: Ayaan Hirsi Ali, la somalรญ a la que le quitaron la nacionalidad holandesa, o la catalana de origen marroquรญ Najat el Hachmi, que pone en evidencia la existencia de un antirracismo machista. Por รบltimo, no tengo afinidad con Judith Butler ni con Donna Haraway, pero respeto a Rita Segato, con todas las diferencias teรณricas y polรญticas que nos separan. Me parece que mis afinidades con las mรกs jรณvenes estรกn en el terreno de la literatura: Rita Indiana, Chimamanda Ngozi Adichie, Mariana Enriquez, Marรญa Fernanda Ampuero, Fernanda Melchor, Mรณnica Ojeda y Marรญa Gainza.

Las feministas de generaciones anteriores han sido mis maestras al transmitirme sus propias visiones sobre el feminismo, ademรกs de enseรฑarme los grandes clรกsicos como El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, entre tantos otros. Martha Nussbaum con Las mujeres y el desarrollo humano: el enfoque de las capacidades y Celia Amorรณs con su visiรณn del feminismo ligado a la ilustraciรณn son dos grandes referencias en mi vida actual. Soy una feminista ilustrada de estirpe liberal con la atenciรณn puesta en la diversidad cultural. En Mรฉxico he leรญdo con mucha atenciรณn Etica y feminismo, de Graciela Hierro, pues la agencia feminista parte de una decisiรณn que implica valores preferibles a otros. Respeto tambiรฉn la incidencia pรบblica del trabajo de Marta Lamas y destaco su libro Acoso ยฟdenuncia legรญtima o victimizaciรณn?

Para mi generaciรณn ha sido clave seรฑalar las diferencias reales y medibles entre el trato a los hombres y a las mujeres. La discriminaciรณn de la mujer sigue siendo tremenda entre los sectores mรกs pobres del mundo en cuanto a acceso a la educaciรณn, a servicios de salud y al mundo laboral, asรญ como a tener capacidad para decidir sobre su propio cuerpo. Las democracias liberales, como bien lo indica el รndice de desarrollo humano relativo al gรฉnero de la onu, han logrado mejores estรกndares para las mujeres, pero todavรญa persisten desigualdades y discriminaciones. Quienes contamos con acceso a la profesionalizaciรณn y gozamos de visibilidad y respeto a nuestro trabajo nos lo hemos ganado haciendo el doble โ€“y si se es lesbiana, el tripleโ€“ que los varones. Por fortuna ha habido avances al respecto. Veo con gran entusiasmo la permanente exposiciรณn mediรกtica y acadรฉmica de los logros y luchas de las mujeres en todos los campos. Las nuevas generaciones han creado un ambiente feminista pรบblico. Lo llamo feminismo โ€œpopโ€ sin ninguna connotaciรณn negativa, al contrario. Pienso, por ejemplo, en el efecto que causaron el #MeToo y el performance โ€œUn violador en tu caminoโ€. Desde luego, la otra gran preocupaciรณn de mi generaciรณn, ademรกs de la visibilidad y la pobreza, ha sido en torno al feminismo interseccional, es decir, al que atraviesa la clase, raza, gรฉnero y orientaciรณn sexual. ~

KARINE TINAT

Yo me formรฉ en Francia y despuรฉs del doctorado tuve la oportunidad de conocer a Franรงoise Hรฉritier, quien me invitรณ a formar parte de su seminario sobre cuerpo y afectos en el Laboratorio de Antropologรญa Social del Collรจge de France. La lectura de toda su obra y la colaboraciรณn con ella dejaron una huella indeleble en mi prรกctica etnogrรกfica y en mi pensamiento feminista. Algunos aรฑos mรกs tarde me fue confiada la Cรกtedra Simone de Beauvoir en El Colegio de Mรฉxico y leรญ toda su obra. Estas lecturas son las que mรกs han influido en mi formaciรณn como estudiosa del gรฉnero. Luego, por supuesto, vinieron otras mรกs actuales y mรกs centradas en los debates actuales. Las lecturas nos impactan siempre y tienen un eco en nuestra vida personal. Sobre todo aquellas que abogan por la deconstrucciรณn de las jerarquรญas que siguen imperando entre hombres y mujeres. Ponemos en tela de juicio nuestras configuraciones de gรฉnero en la familia y en la vida cotidiana porque, una vez que te pones los lentes de gรฉnero para ser mรกs consciente de las desigualdades, difรญcilmente las puedes dejar de lado.

Me parece que existen muchas diferencias y coincidencias entre la teorรญa y la prรกctica del feminismo. Una diferencia que noto es que hay un abismo entre la teorรญa queer que aboga por la eliminaciรณn de toda dicotomรญa entre lo masculino y lo femenino y la prรกctica feminista que nos enfrenta casi siempre al patriarcado, a las representaciones y a los roles tradicionales de gรฉnero. Pero como coincidencia identifico que siempre luchamos teรณricamente y de manera empรญrica contra el determinismo y el esencialismo. No nacemos mujer, hombre, trans, queer, intersexual, humano, nos hacemos. Siempre hay que disolver las jerarquรญas sociales, genรฉricas, sea como sea.

Las feministas de mi generaciรณn estamos en la lucha contra las violencias de gรฉnero, el feminicidio, el sexismo ordinario. Nos preocupa mucho el futuro de nuestras sucesoras, de nuestras hijas (en un sentido amplio). Me da gusto ver cรณmo muchas jรณvenes โ€“feministas y no feministasโ€“ se estรกn sublevando con fuerza contra los sistemas que siempre nos han mantenido en posiciones inferiores, vulnerables y desprotegidas. Mi preocupaciรณn y compromiso como acadรฉmica feminista es generar pensamiento alrededor del cuerpo, la identidad de gรฉnero, la alimentaciรณn y la violencia en todas sus facetas, incluyendo la que uno se aplica a sรญ mismo por razones de gรฉnero, asรญ como reflexionar sobre lo nefasto de ciertas configuraciones familiares y genรฉricas. ~

AMNERIS CHAPARRO

Las lecturas que mรกs han influido en mi trabajo son aquellas que me hacen ver los matices de los temas, que me hacen entender que una problemรกtica no es blanca o negra, sino que recorre un conjunto enorme de colores. Estas abarcan desde clรกsicos del feminismo del siglo XX hasta textos mรกs contemporรกneos. Uno de los libros que mรกs significado tiene para mรญ por la manera en que defiende que las mujeres construyamos cosas para nosotras es Un cuarto propio, de Virginia Woolf. Algunas pensadoras que no puedo dejar de mencionar son Simone de Beauvoir, Sherry Ortner, Judith Butler, Martha Nussbaum, Anne Phillips y Estela Serret. Todas ellas son autoras que despiertan inquietudes sobre cรณmo funciona el mundo, nunca dan respuestas absolutas pero sรญ nos permiten entender el carรกcter estructural de planteamientos individuales, como la desigualdad que las mujeres experimentamos dรญa a dรญa. Para mรญ estas lecturas son un gran espejo del mundo.

Usualmente se piensa que hay una brecha entre la teorรญa y la prรกctica. Pero yo no lo veo asรญ. En esta cuestiรณn siempre pongo como referencia el trabajo de Celia Amorรณs, quien dice que conceptualizar es politizar. El pensamiento feminista se nutre de planteamientos teรณricos, que a la vez implican un posicionamiento polรญtico, porque el feminismo involucra herramientas de pensamiento tanto teรณricas como prรกcticas para reinterpretar el mundo, para dar cuenta de los mecanismos con los que se reproduce la subordinaciรณn, para hacer una crรญtica de las desigualdades que existen, para desvelarlas, para desnaturalizarlas. La teorรญa y la prรกctica del feminismo van de la mano, con sus fallas y con sus aciertos. Hacer feminismo es hacer teorรญa y hacer prรกctica polรญtica a la vez. Es una falsa dicotomรญa pensar que hay unas acadรฉmicas feministas que solo se dedican a ver los conceptos de manera abstracta y que en la calle estรกn las activistas que hacen la polรญtica real. El espรญritu mismo del feminismo es teorรญa y prรกctica.

Me llama la atenciรณn que aunque ahora hablamos de feminismos, es decir, reconocemos que hay una pluralidad de experiencias y posturas, muchas veces antagรณnicas entre ellas, sigue existiendo un proyecto central que estรก presente desde el feminismo ilustrado: la humanizaciรณn. Esta idea radical de que las mujeres son seres humanos no solo recupera los ecos de los movimientos de los sesenta, sino que tambiรฉn tiene mucho que ver con el feminismo en sus inicios en el siglo xviii. El feminismo nos recuerda que las mujeres necesitan ser tratadas con las mismas condiciones que los demรกs seres humanos, que necesitan tener los mismos derechos y las mismas oportunidades. Yo creo que ese espรญritu ha atravesado los distintos feminismos, a pesar de que cada uno estรก enfocado en preocupaciones diferentes, como la raza, el sistema econรณmico, la violencia. Sin embargo, lo que tienen en comรบn todos ellos es este proyecto de humanizaciรณn. Una puede pensar โ€œes tan obvio que las mujeres somos seres humanosโ€, sรญ, en tรฉrminos objetivos, pero en tรฉrminos del imaginario social las mujeres seguimos enfrentando situaciones donde no nos tratan como tales. No me refiero solo a la desigualdad laboral o a las diversas formas de acoso u hostigamiento, sino a flagelos como la violencia feminicida, que es la culminaciรณn de la deshumanizaciรณn. Como plantea Anne Phillips en The politics of the human, la idea de la humanidad no es una idea que se da, sino que se conquista todo el tiempo. Las mujeres hemos luchado constantemente por reconocernos y que se nos reconozca como seres humanos.

Formo parte de una generaciรณn de feministas tan diversa como sus preocupaciones. Me parece que la violencia es una de las preocupaciones centrales porque estamos ante un fenรณmeno que ha ido creciendo de manera estrepitosa. Aunque tenemos muchas leyes y un discurso muy articulado sobre por quรฉ sucede la violencia de gรฉnero, aรบn seguimos padeciรฉndola. La violencia supone una cadena de violaciones a los derechos fundamentales de las mujeres. Tambiรฉn considero que una parte de esta generaciรณn de feministas estรก muy preocupada por la precarizaciรณn econรณmica. El neoliberalismo ha generado fรกbricas de personas precarizadas y estas en su mayorรญa son mujeres, quienes histรณricamente han sido invisibilizadas y explotadas como fuerza de trabajo. En consecuencia, tenemos un problema de feminizaciรณn de la pobreza. Considero entonces que la violencia y la precarizaciรณn econรณmica son las dos preocupaciones centrales del feminismo de mi generaciรณn. ~

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es doctora en historia por la UNAM, profesora investigadora de El Colegio de Mรฉxico y especialista en historia de gรฉnero y de la diversidad sexual. En 2019 el Colmex publicarรก su Historia mรญnima del feminismo.


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