No es una novedad que el cine plasme deseos femeninos en el ocaso; cada vez se ven en las pantallas mรกs mujeres indรณmitas, decididas y hasta obscenas en su madurez, lo que contribuye tambiรฉn a igualarlas libidinalmente con los hombres, haciendo tabla rasa de ciertos tรณpicos mรญsticos crecidos en torno a ellas y reflejando asรญ la verdad de las liberaciones explรญcitas. Con todo, los memoriosos y los entrados en aรฑos recordamos especialmente dos filmes de ese registro temรกtico: El graduado, de Mike Nichols (1967), con su pegadiza canciรณn, y la adaptaciรณn en Espaรฑa y con la Guerra Civil espaรฑola de trasfondo que Manuel Lombardero, sobre un guion de Rafael Azcona, hizo en 1996 de la estupenda novela de Stephen Vizinczey En brazos de la mujer madura, muy superior a la que, manteniendo el tรญtulo original del libro, In praise of older women, filmรณ casi veinte aรฑos antes (1978) en Canadรก un cierto George Kaczender con reparto estelar y escaso brillo narrativo.
Las dos casadas y madres en torno a la cincuentena que protagonizan El doble mรกs quince del director vasco Mikel Rueda y Reina de corazones de May el-Toukhy entran en la categorรญa de las invisibles del รบltimo estreno de Gracia Querejeta, es decir las mujeres que, teniendo belleza y formas no devastadas todavรญa, raramente o nunca provocan la mirada de interรฉs de los hombres. Es muy sugerente y hasta inquietante que en la pelรญcula de Rueda a Ana (Maribel Verdรบ) no se la haya visto de antemano en el chat erรณtico que sostiene, segรบn sabremos despuรฉs, con un muchacho joven, ocultos ambos en la conversaciรณn digital bajo pseudรณnimos. El espectador sabe de ella cuando, en un muy logrado arranque, Ana espera nerviosa junto a su coche en un no manโs land al que se acerca en su bicicleta un tambiรฉn desconocido adolescente en edad escolar. Rueda es un formalista, cosa que en principio yo agradezco, siempre que las figuras de estilo cumplan la encomienda que tienen en Ophรผls o en Antonioni, por citar grandes maestros no del todo ajenos a la inspiraciรณn del cineasta nacido en Bilbao. El sintagma visual recurrente, y como tal un poco cargante, es el desenfocado, al que acompaรฑan encuadres vaciados de actividad y con informaciรณn objetual o paisajรญstica que โdeliberadamente, uno deduceโ se pretende ajena a la trama. Esta opacidad manierista, que en la parte final recuerda y quizรก rinde homenaje a las citas con desencuentro de Lโeclisse y a las travesรญas por espacios urbanos despoblados de Lโavventura, tiene el contrapunto de una dialogaciรณn que incurre en la verbosidad y la redundancia; la veteranรญa de Verdรบ la supera, pero no siempre lo logra el joven Germรกn Alcarazu, al que no le faltan, sin embargo, presencia y desparpajo.
En El doble mรกs quince hay elipsis y escamoteos que funcionan muy bien, como, por ejemplo, el modo de reflejar en la gran pantalla, a un lado, los mensajes que la pareja chateadora se cruza en sus ordenadores; es al contrario un hรกndicap o un anticlรญmax que la escena de cama entre la casada infiel y el colegial de quince aรฑos eluda toda visible carnalidad, y no creo que esa decisiรณn se haya tomado para escapar del puritanismo legislativo, ya que Alcarazu, y esto se sabe por la prensa, es de aspecto aniรฑado pero mayor de edad en la vida real. La cineasta danesa de origen egipcio El-Toukhy no cae en tal despropรณsito. Su pelรญcula, de un erotismo indisimulado, tiene aromas de thriller que hacen pensar en el cine de Paul Verhoeven, aunque ningรบn vรญnculo une a Anne, la madre de dos niรฑas gemelas y abogada especialista en casos de menores hostigadas, con la perversa vengadora de hombres interpretada por Isabelle Huppert en Elle. Y por mucho que Anne (excelente Trine Dyrholm) no salga a buscar tan a ciegas el sexo como la Ana espaรฑola (sorprendente coincidencia de nombres), la base de su curiosidad y de su atrevimiento es la misma que lleva a esta รบltima a quedar con un desconocido en un descampado: el cansancio del rito matrimonial, los antojos de la aventura, el rejuvenecimiento en la piel del mรกs joven, experiencias y bรบsquedas frecuentes entre los maduros heterosexuales y una buena parte de la comunidad gay.
En Reina de corazones (Dronningen) la propia mecรกnica de los cuerpos expande el territorio dramรกtico; hay algรบn componente tecnolรณgico (la grabaciรณn de las preguntas que el chico Gustav le hace a ella, en una variante del llamado cuestionario Proust), pero bรกsicamente, frente a los extrarradios urbanos y las ferias de Mikel Rueda, El-Toukhy se circunscribe a la casa donde vive Anne con su marido mรฉdico, Peter, y sus hijas y a la que llega Gustav, el hijo adolescente de un primer matrimonio del padre. La casa y asimismo el bosque prรณximo, un escenario encantado, como de cuento de hadas, donde se inicia la apasionada historia de Anne y su hijastro, que la directora y coguionista se esfuerza en subrayar, de modo forzado y un poco incongruente, con varias citas a Alicia en el paรญs de las maravillas y, en unas alusiones, mรกs crรญpticas pero atractivas en su enigma, a los sapos que aparecen muertos en el rรญo local con una de sus vรญsceras, el hรญgado, extraรญda minuciosamente del cuerpo de los batracios. Se trata de un giro no tanto argumental como anecdรณtico, que al principio parece insinuar la presencia de un psicรณpata suelto en la vecindad, pero pueda tal vez encerrar una idea de plaga bรญblica que castiga a los habitantes del lugar. La idea que en estos momentos mรกs nos preocupa, aunque por el momento la amenaza mortรญfera del coronavirus no tenga resonancias religiosas.
El desenlace del filme no hay que contarlo, como es natural, pero sรญ puede cuestionarse, sin dar demasiadas pistas. Que Anne muestre tamaรฑa crueldad ante los hechos que acontecen, tanta determinaciรณn y tan fuerte sentido del mantenimiento de la paz familiar y el statu quo, es un factor de desconsuelo para quien, como es mi caso, se enamorรณ vicariamente o quedรณ al menos seducido por esta apasionada mujer sin trabas ni remordimientos. ยฟEs aceptable la decepciรณn amorosa respecto a las criaturas de ficciรณn? Asรญ ha sido siempre en la historia de la novela, y el cine lo fomenta al dar al pรบblico cuerpos vivos y rostros conocibles. Que una historia de desenfreno y traspaso del lรญmite acabe siendo una agria parรกbola sobre el poder del marco institucional resulta lรญcito, claro estรก, para quienes han concebido y hecho la pelรญcula, pero decepcionante y acomodaticio en el campo de las expectativas no menos legรญtimas forjadas en la mente del espectador. O hablando ya de los imposibles, el deseo frustrado de entablar relaciรณn con tal personaje o tal intรฉrprete de una pelรญcula amada. ~
Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).