Una antología de la copla flamenca

Este volumen recoge los versos organizados según los distintos palos, con una introducción técnica pero muy clara a cada uno de ellos, y un breve estudio de las letras flamencas, hasta donde lo permite un género tan lábil.
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Según René Guénon, lo que hay de popular en las tradiciones no es su origen, sino su mantenimiento. Es la transmisión lo que determina lo popular de una costumbre, un dicho o una manifestación artística. Entre los numerosísimos libros dedicados al flamenco, hay muchos que recogen coplas que nos han llegado ya como anónimas, aunque muchas veces asociadas a este o aquella cantaora, si en el momento de grabarlas estaban tan especialmente inspirados como para fijar una interpretación que se ha acabado por hacer canónica. Quizá el más conocido de esos libros sea Cantes flamencos, la antología de Antonio Machado padre (Demófilo), de gran valor etnográfico pero que por la naturaleza de su tema no puede ser exhaustivo. Ningún libro podría serlo, pero no se busca la exhaustividad en estas recopilaciones, sino quizá algo más parecido a la gran variedad que puede producir un mundo acotado. Son libros de poesía popular, que pueden resultar muy útiles para compositores, letristas y poetas, e interesantes para todos. En ellos encontramos ritmos y tonos afinados a lo largo del tiempo, más o menos familiares según cómo nos hayan acunado de recién nacidos, y una manera de expresar emociones aparentemente sencilla, a veces candorosa y a veces brutal, pero que deberá ser completada por el deje de cada cantaor. Curiosamente tienen algo funcional.

Precisamente con una compilación de coplas inaugura la editorial Renacimiento su Biblioteca de flamenco. En su catálogo ya había muchos libros dedicados al tema, pero inician con una Antología poética de la copla flamenca una colección específica. A esta antología le seguirán otros títulos como Arqueoflamenco, de Juan José Antequera Luengo, La Bienal según Bohórquez, de Manuel Bohórquez, y Poética y didáctica del flamenco, de José Cenizo. 

Este primer libro de la colección propone, como explica su subtítulo, Una aproximación al flamenco a través de sus letras. Lo ha coordinado Domingo Giménez Cánovas, y en él han participado un grupo de escritores, aficionados, profesores, bailaores, críticos como José Cenizo Jiménez, Rafael Domínguez Villa, Catalina León Benítez, Francisco Antonio Linares Lucena, José Francisco Ortega Castejón, María del Mar Prats Yusta y María Victoria Verdú González. Lleva un breve prólogo de José María Velázquez-Gaztelu, titulado Letras y memoria y donde, a partir del recuerdo de las grabaciones de diversos cantes por parte de Antonio Mairena que impulsó Caballero Bonald, explica la intuición que tuvo a principios de los años setenta de que “la conclusión que pueda sacarse de una letra flamenca, o incluso la traducción del sentido que se deriva de esa misma letra, recae en el tratamiento que le otorga su intérprete. La letra, pues, es un elemento vivo en la voz de la persona que la transmite”. De modo que quizá cuando hojeemos libros como este apenas estemos teniendo un atisbo de lo que pretenden recoger. Leer las coplas impresas, dispuestas en sus estrofas de tres, cuatro, cinco versos sobre la página, es como si un misterioso y viejísimo náufrago nos contase historias de la Atlántida, o sin irnos tan lejos, se me ocurre ahora, como si leyésemos un libro de sinopsis de películas, en lugar de ver las películas. Es un disfrute diferente que tiene un mismo origen.

Esta Antología poética de la copla flamenca recoge los versos organizados según los distintos palos, con una introducción técnica pero muy clara a cada uno de ellos, y un breve estudio de las letras flamencas, hasta donde lo permite un género tan lábil. Además incluye un índice de letristas y cantaores que han interpretado las letras. El flamenco se disfruta de repente, cuando acontece, pero como no se prodiga tanto y es escurridizo e imprevisible, lo ideal para seguir la lectura será ir buscando distintas versiones de cada copla que nos intrigue, para ir comprobando la intuición de Velázquez-Gaztelu y adiestrando el gusto propio. Pongo aquí algunas muestras que saco del libro. Una serrana: “Nadie ponga su viña / junto a un camino, / porque todo el que pasa / corta un racimo. // Y de ese modo / se la van vendimiando / sin saber cómo”. Una soleá larga: “Cuando me vuelvas la espalda / y dieras el primer paso / que las carnes de tu cuerpo / se te caigan a peazos”. Una granaína: “Mirad tos si era bonita / que hasta el mismo enterraor / así que la vio su cara / tiró l’azá y la besó… / dijo que no la enterraba”. Una malagueña: “Cuando se cae una rama / del árbol que la sostiene, / el viento juega con ella / y al fin la rama se pierde”.

La afición a leer sobre flamenco es una cosa diferente a la afición al flamenco. Cada vez parece más lejos, más rico, más inaccesible en el horizonte. Leer sobre flamenco se parece a ir de viaje en coche y ver los pueblos aproximarse a los lados de la carretera, verlos como pueblos mágicos y desear, mientras los dejamos de lado, parar en ellos la próxima vez que pasemos por allí.

Antología poética de la copla flamenca
VV.AA. Coordinación de Domingo Giménez Cánovas
Prólogo de José María Velázquez-Gaztelu
Renacimiento, 2024
183 pp.

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Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).


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