ยฟGolpe militar contra un gobierno popular? ยฟInsurrecciรณn democrรกtica contra una dictadura? ยฟCuรกl fue la dinรกmica que culminรณ con la renuncia del presidente Evo Morales? Presentadas de manera esquemรกtica, ninguna de las dos imรกgenes precedentes da justa cuenta de lo ocurrido, aunque ambas contienen algo de verdad: la primera insiste demasiado en el โmecanismoโ del derrocamiento y subestima a los actores; la segunda echa luz sobre algunas fotos y omite el resto de la pelรญcula, cuyo final se aleja bastante de un movimiento democrรกtico.
La tesis de este artรญculo es que lo que comenzรณ como un conjunto de movilizaciones, que abarcaban a distintos sectores sociales, por un conteo transparente de los votos concluyรณ en un gobierno de facto. Este fue reconocido por el Tribunal Constitucional, el mismo que avalรณ una nueva postulaciรณn de Evo Morales, saltรกndose el referรฉndum de 2016 y la Constituciรณn. Pero la sucesiรณn constitucional estรก cuestionada, las reciรฉn conformadas autoridades intentan gobernar al margen o contra el Parlamento, la nueva mandataria no se percibe a sรญ misma como el canal para hacer viables unas nuevas elecciones transparentes y tiene ansias refundacionales que se proponen destruir material y simbรณlicamente los pilares del โrรฉgimenโ anterior.
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Desde antes de la campaรฑa electoral de 2005, el entonces acadรฉmico y ensayista รlvaro Garcรญa Linera proponรญa como salida a la crisis hegemรณnica posterior a la Guerra del Gas de 2003 una โsalida pactadaโ entre el bloque indรญgena-plebeyo emergente, hegemรณnico en el occidente andino-valluno, y el bloque oligรกrquico-empresarial con peso en el oriente agroindustrial (no confundir con las viejas clases seรฑoriales coloniales). Tras el contundente triunfo electoral del Movimiento al Socialismo (MAS) en diciembre de 2005, el ya vicepresidente convocaba a โuna salida pactada en la redistribuciรณn del poder en el paรญs, que incorpore gobernabilidad social y parlamentariaโฆ e incluya mecanismos de articulaciรณn para que los intereses de los derrotados sean, en parte, reconocidos por los victoriososโ.
Si bien los 14 aรฑos del gobierno del MAS tuvieron momentos โde fuerzaโ โcomo en 2008, cuando desde Santa Cruz se buscรณ conseguir autonomรญa de factoโ, en general esta salida pactada funcionรณ. Lo cierto es que el ciclo polรญtico que llevรณ al poder a Morales, producto de rebeliones sociales y victorias electorales, fue siempre un ciclo del occidente boliviano. Allรญ, las viejas elites se encontraban en crisis y una nueva โemergencia plebeyaโ, con un proyecto nacionalista-popular, las corriรณ del poder. Pero en el oriente perviviรณ la lรณgica empresarial y el apoyo a las polรญticas de libre mercado.
Aunque es cierto que el MAS fue conquistando parcialmente estas regiones, sus victorias fueron siempre inestables y conseguidas, sobre todo, desde el aparato estatal. Entretanto, las clases medias urbanas mรกs “blancas”que votaron varias veces por Evo, tampoco se sintieron contenidas en el proyecto del MAS, siempre visto como demasiado plebeyo y rural. Estas votaron por Evo Morales en 2005 para darle una oportunidad a un liderazgo indรญgena tras la crisis de las viejas elites; luego como el abanderado de la unidad nacional contra el โseparatismoโ cruceรฑo โnotablemente en 2009, cuando en el referendum revocatorio obtuvo el 67% en favor de su continuidad en la presidenciaโ y, finalmente porque Morales garantizaba estabilidad polรญtica y econรณmica. Pero, sobre todo desde 2016, comenzaron a oponerse activamente.
Como seรฑalรณ Fernando Molina, esta salida negociada conllevaba como pacto implรญcito la posibilidad de alternancia, que es lo que se quebrรณ tras el referรฉndum de febrero de 2016 y los cuestionamientos al conteo de votos en octubre pasado. A partir de allรญ vimos a sectores, sobre todo clases medias, que salen de manera masiva a las calles en diversas regiones del paรญs, pero con epicentro en Santa Cruz. Estas protestas fueron atrayendo a sectores enfrentados por diversas razones al MAS: la regiรณn urbana de Potosรญ, que quiere mรกs beneficios del litio, cocaleros disidentes, etc., que se sumaron con sus propias frustraciones, enconos y demandas bajo la bandera de la โdemocraciaโ, que no deja de reflejar un tipo de republicanismo sui gรฉneris โdesde abajoโ.
En Santa Cruz, Luis Fernando Camacho emergiรณ como lรญder del Comitรฉ Cรญvico local, una instituciรณn que agrupa a las fuerzas vivas de la regiรณn con hegemonรญa empresarial. Con su liderazgo carismรกtico e incluso histriรณnico, este empresario conservador de 40 aรฑos blandiรณ Biblias y mostrรณ โvirilidadโ para enfrentarse a Morales y finalmente desplazar a Carlos Mesa, segundo en la elecciรณn y con una ideologรญa mรกs moderada. A partir de entonces la oposiciรณn comenzรณ a radicalizarse,โtanto desde abajo como desde arribaโ, lo cual condujo al amotinamiento policial y al abandono de la neutralidad militar, que terminรณ por โsugerirโ al presidente que renunciara. Si bien es cierto que ya lo habรญa pedido incluso la Central Obrera Boliviana (COB), el pedido militar โque usรณ la palabra โsugerenciaโ para evitar violar la Constituciรณnโ se pareciรณ mucho a un golpe. Sobre todo porque fueron los militares quienes le colocaron a la senadora Jeanine Aรฑez la banda que la consagrรณ como presidenta interina sin quรณrum del Parlamento.
El comandante de las FFAA, Williams Kaliman, relevado tras la asunciรณn de Aรฑez, era un hombre cercano a Morales, lo llegรณ a llamar โhermano presidenteโ y se declarรณ un โsoldado del proceso cambioโ y jefe de unas FFAA โanticolonialistasโ. Su salida muestra que รฉl mismo habรญa perdido la iniciativa. En estos 14 aรฑos, las Fuerzas Armadas fueron aliadas de Morales y recibieron beneficios materiales: algunos cargos y fondos pรบblicos, incluidas algunas embajadas. Tambiรฉn los militares fueron involucrados en las polรญticas sociales, como el pago del bono Juancito Pinto, y compartรญan con el gobierno un discurso nacionalista. Pero si los atrajo la nacionalizaciรณn del gas en 2006, probablemente tomaran con menos entusiasmo la construcciรณn de una Escuela Antiimperialista donde debรญan tomar cursos, asรญ como algunas simbologรญas con resonancias castristas, ciertamente puramente simbรณlicas.
Sin embargo, pese a que muchos resaltaban la alianza MAS-FFAA, la renuncia de Morales dejรณ en evidencia que su poder se basaba en el apoyo popular y no en los militares. Cuando este se debilitรณ, debiรณ renunciar.
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El nuevo gobierno, con hegemonรญa cruceรฑa, tiene figuras demasiado radicales para emprender una transiciรณn pacรญfica. La ministra de Comunicaciรณn, Roxana Lizรกrraga, amenazรณ a la prensa โsediciosaโ y mostrรณ el departamento presidencial donde vivรญa Morales como un trofeo de guerra. No obstante, las imรกgenes proyectadas estaban lejos del โlujo de jeque รกrabeโ que la nueva ministra, ella misma periodista, quiso trasmitir. Fue una imagen casi calcada de las โrevelacionesโ en la prensa tras el derrocamiento de Juan D. Perรณn en la Argentina en 1955, denominado por el nuevo rรฉgimen el โtirano prรณfugoโ (su nombre no podรญa ser pronunciado en pรบblico).
El ministro de Gobierno (interior), que durante el debate del aborto dijo que las mujeres โliberalesโ harรญan bien en tirarse de un quinto piso o buscar otras formas para suicidarse, amenazรณ a los parlamentarios subversivos. Y la represiรณn ha dejado ya mรกs de 20 muertos, en medio de un discurso recurrente sobre presencia de subversivos extranjeros en el paรญs. Estos incluirรญan a los mรฉdicos cubanos que fueron expulsados.
La presidenta interina, que al asumir el poder dijo que Dios habรญa vuelto al Palacio, declarรณ tambiรฉn que el Estado laico fue una impostura [ยฟquiso decir imposiciรณn?] del MAS. Y siguiรณ asรญ el discurso de Camacho, quien usรณ la Biblia y el discurso religioso para fomentar las movilizaciones, en las que hubo hasta pastores pentecostales que anunciaron que satanรกs habรญa sido expulsado de Bolivia. Tras la renuncia de Morales, Camacho desfilรณ por las calles paceรฑas en un carro policial, vivado por uniformados.
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โยฟQuรฉ podรญa ofrecer al paรญs un conglomerado de pastores, cocaleros y bloqueadores, amamantados por las ONG?โฆ La Asamblea Constituyente ha sido muy democrรกtica, de acuerdo. Pero hasta la irresponsabilidad de pretender que legislen los analfabetosโ, escribiรณ el periodista crucero Manfredo Kempff en el periรณdico La Razรณn de La Paz el 23 de junio de 2007. Y esta semana, el fรญsico y columnista Francesco Zaratti escribiรณ una columna titulada โCรกncer de Boliviaโ en la que compara a Morales con esa enfermedad y sostiene que el paรญs โestรก a punto de librarse de uno de los peores tumores de su historiaโ.
Son estas imรกgenes, que remiten a los esfuerzos de las รฉlites desplazadas de correr del poder a los intrusos, las que fueron transformando un movimiento con un trasfondo democrรกtico en una apuesta de revancha polรญtica y social.
Fernando Molina escribiรณ hace mucho tiempo que โdetrรกs de estos desencuentros actรบan dos elites polรญticas. Una que asciende bajo las banderas de la igualdad y quiere distribuir la riqueza y el poder con un alto costo institucional; y otra que se resiste con la bandera de la libertad y la defensa de la institucionalidad. Bolivia vive la enรฉsima versiรณn de la pelea que la ha paralizado desde siempre: la lucha por una cantidad insuficiente de recursosโ. No importa la fecha, porque esta constataciรณn es vรกlida en cualquier momento.
La cuestiรณn es que, hoy, la movilizaciรณn social parece incapaz de reeditar la revoluciรณn que llevรณ a Evo Morales al poder. El MAS, que en sus aรฑos en el poder fue burocratizando su base social, fortaleciendo lazos clientelares y apelando a empleados pรบblicos mรกs o menos coaccionados, estรก desgastado polรญtica y moralmente. Pero la oposiciรณn tambiรฉn parece dรฉbil para concretar su ansiada contrarrevoluciรณn. Mรกs allรก del propio Morales estรก aรบn una parte importante de la Bolivia popular que, como nunca antes, ocupรณ partes del estado y del poder. Solo la fantasรญa de proscribirla puede ser potencialmente explosiva. La duda es si la salida pactada podrรก plasmarse, esta vez, en un proceso electoral que abra un escenario en el que la disputa se canalice en a travรฉs de un proceso electoral transparente.
Periodista e historiador. Jefe de redacciรณn de la revista Nueva Sociedad.