Breve historia de las encuestas: El arte de observar a la democracia (II)

Tras las elecciones de 1994, la industria de las encuestas creciรณ y se consolidรณ, pero tambiรฉn enfrentรณ cuestionamientos sobre la falta de veracidad y calidad de algunos estudios, especialmente en 2000 y 2006. Esta es la segunda y รบltima parte del panorama histรณrico de los estudios de opiniรณn en Mรฉxico.
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Tras las elecciones de 1988 y 1994, analizadas en la primera parte de este artรญculo, la industria de las encuestas comenzรณ a consolidarse. En el periodo entre 1994 y 2000 nacieron empresas como Consulta Mitofsky, Buendรญa y Laredo, Parametrรญa, ARCOP, Demoscopia, entre otras. A la vez, periรณdicos como Reforma y El Universal fortalecieron sus รกreas de investigaciรณn y comenzaron a medir de manera periรณdica temas como la aprobaciรณn presidencial.

La elecciรณn del aรฑo 2000 se caracterizรณ por el fortalecimiento de instituciones electorales como el Instituto Federal Electoral, y los cambios en la cultura polรญtica mexicana que llevaron a la ciudadanรญa a llevar por primera vez a la presidencia a un partido de oposiciรณn. 

Durante esos comicios se levantaron cerca de cincuenta encuestas. Revistas como Nexos realizaron seguimiento de las encuestas publicadas y pusieron a debate su calidad y veracidad:

Serรญa conveniente que las agencias de investigaciรณn en opiniรณn pรบblica y las instituciones interesadas en estudiar el prรณximo proceso electoral federal realizaran un esfuerzo especial para efectuar encuestas de carรกcter nacional que permitan subsanar la carencia de investigaciones pรบblicas de ese alcance. Si no aumenta la oferta de estudios nacionales, quienes analizan la contienda presidencial seguirรกn recurriendo a las encuestas locales para explicar lo que ocurre en todo Mรฉxico. Asรญ, no extraรฑarรก ver que, como ya ha ocurrido, se empleen sondeos en Iztapalapa o alguna otra localidad para demostrar el ascenso imparable de algรบn candidato.

Durante aquella elecciรณn las encuestas se convirtieron en un referente. Los candidatos se proclamaban triunfadores a partir de sus propios sondeos y los resultados de las distintas casas encuestadoras no daban un pronรณstico claro del triunfador, lo cual generaba una enorme incertidumbre en el electorado. En junio de aquel aรฑo, por ejemplo, El Paรญs publicรณ un artรญculo en el que se afirmaba que Fox y Labastida estaban empatados en los sondeos electorales, citando declaraciones de ambos candidatos: 

El equipo de Labastida publicรณ un informe asegurando que de las 46 encuestas efectuadas entre enero y julio, 38 le favorecen, y ocho a Fox. En todas, Cรกrdenas, que compite por tercera vez a la presidencia, aparece siempre en tercer lugar. No tardรณ Fox en responder difundiendo cuatro encuestas del mes de julio que le conceden el triunfo, la รบltima por diez puntos.

Segรบn Murilo Kuschik, โ€œen la mayor parte de la campaรฑa (del aรฑo 2000) las encuestas de opiniรณn fueron utilizadas por las distintas fuerzas polรญticas como mecanismos para la inducciรณn del voto a partir de intentar mostrar a los electores que el candidato de su partido llevaba la delantera en la preferencia electoral.โ€. Aรฑade que, si bien antes de la elecciรณn local de 1997 las encuestas permitieron legitimar a la oposiciรณn al mostrar cifras que revelaban preferencias contrarias al partido oficial, para el 2000 la veracidad de estos instrumentos comenzรณ a cuestionarse.

Si en 1994 el problema central era la validez y la legitimidad del instrumento, en 2000 se tornรณ en un mecanismo mรกs en las manos de los asesores de campaรฑa y en un instrumento al servicio de las estrategias de campaรฑa, pues dejaron de escucharse discusiones con respecto al tamaรฑo de la muestra y la forma y el tipo de muestreo, a cambio de descalificaciones anticipadas, principalmente por parte de algunas empresas encuestadoras y miembros de la AMAI, contra encuestadores como Enrique Alduncin que, al recurrir a mรฉtodos poco ortodoxos (entrevistas callejeras, hogar y encuesta telefรณnica), intentaron establecer mรฉtodos alternativos para contrarrestar el fenรณmeno del temor de algunos encuestados, no solo acerca de la credibilidad de las empresas encuestadoras, sino del carรกcter del rรฉgimen. 

Asรญ, despuรฉs de una buena racha para la industria durante las elecciones del 1994, en la cual, pese a las diferencias metodolรณgicas, las casas encuestadoras coincidieron con el resultado final, en el aรฑo 2000 el prestigio de las encuestas se puso en duda, ya que se habรญan convertido en noticia y herramienta de campaรฑa y no solo en un instrumento de investigaciรณn social.

El sรกbado 24 de junio de ese aรฑo fue la รบltima fecha para publicar encuestas. La mayor parte de ellas seguรญa dando como triunfador, aunque con poco margen, a Labastida Ochoa, candidato del PRI (Tabla 1). Algunas de ellas fallaron. No fueron capaces de medir el triunfo de Fox y eso generรณ a la postre serios debates e hipรณtesis sobre la causa del error. 

Ulises Beltrรกn resumรญa asรญ el fallo de las encuestas en dicha elecciรณn: 

En las dos semanas previas a la prohibiciรณn de publicaciรณn de encuestas se difundieron resultados de catorce estudios. En siete, la distancia entre el primer y el segundo lugar era de entre uno y tres puntos, en seis la distancia era de entre cuatro y cinco puntos y solo uno reportรณ una distancia de diez puntos. Si se consideran las diez encuestas que no parecen asociadas a partidos polรญticos, en cuatro de ellas Fox aparece arriba y en seis Labastida. Asimismo, tres de las cuatro encuestas de medios, Reuters-Zogby, Reforma y AcNielsen- Milenio, le daban el triunfo a Labastida en cifras muy similares y con diferencias dentro de los mรกrgenes de error muรฉstrales; es decir, afirmaban lo que la mayorรญa pensaba.

Y afirmaba que la falla podรญa atribuirse a errores diversos: un mal muestreo, errores en el levantamiento, error para medir el llamado โ€œvoto รบtilโ€ por Fox, o una toma de decisiรณn de รบltimo momento por parte de los votantes. Asimismo, Beltrรกn considerรณ en ese momento que la prohibiciรณn de publicar resultados una semana antes de la elecciรณn hizo que las casas encuestadoras levantaran su รบltima mediciรณn dos o tres semanas antes de la fecha de los comicios y ello tambiรฉn pudo haber influido. Concluรญa que 

En realidad, si se miran los resultados de las encuestas en conjunto, aun cuando no pudieron cumplir su objetivo bรกsico de decirnos quiรฉn era el probable ganador y por cuรกnto margen, su desempeรฑo global fue relativamente satisfactorioโ€ฆ Sin embargo, los encuestadores difรญcilmente podrรกn quitarse la acusaciรณn de haber fallado como industria al no haber podido pronosticar al ganador, aun cuando ganรณ con un margen amplio.

El periรณdico Reforma publicรณ un dรญa despuรฉs de las elecciones un artรญculo en el que intentaba explicar la falla en su mediciรณn, y la atribuรญa al ocultamiento de la verdadera intenciรณn de voto por parte de los encuestados, por temor a represalias por parte del sistema. 

El debate suscitado por la falta de precisiรณn en las proyecciones de las encuestas durante la elecciรณn de 2000 alcanzรณ su punto mรกs รกlgido en 2006. En dicho periodo electoral se levantaron nuevamente alrededor de cincuenta encuestas (Tabla 2). Tras los cuestionamientos que recibiรณ en 2000, la industria demoscรณpica querรญa limpiar su nombre y cumplir con el objetivo de dar el resultado mรกs cercano posible. Pero la elecciรณn fue mucho mรกs compleja de lo previsto, pues las distancias entre los dos candidatos punteros, Felipe Calderรณn y Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador, no permitรญan que las casas encuestadoras tuvieran posiciones firmes acerca de quiรฉn serรญa el ganador. 

Ante lo cerrado de la contienda, los contendientes descalificaron la veracidad de las encuestas, y no hubo un consenso acerca de cuรกles fueron mรกs certeras. Lo cierto es que el porcentaje que dio el triunfo a Calderรณn fue tan pequeรฑo que difรญcilmente se hubiera podido predecir el resultado, dados los mรกrgenes de error con que generalmente se trabaja.

En un anรกlisis posterior de las elecciones de 2006 y 2012, que buscaba esclarecer si efectivamente existieron sesgos sistemรกticos โ€“es decir, a favor de uno u otro candidatoโ€“ por parte de las casas encuestadoras, se afirmaba que โ€œPosiblemente el dato mรกs importante para 2006 es que nueve encuestadores โ€“ARCOP, CEO, Covarrubias, Data OPM, El Universal, GEA-ISA, Indemerc mundial, Marketing Polรญtico y Reformaโ€“, que conjuntamente publicaron mรกs de la mitad de las encuestas durante la campaรฑa, estimaron a los tres principales candidatos sin sesgos sistemรกticosโ€.

Pese a las explicaciones y los muchos argumentos que se dieron para explicar la falta de certeza en el pronรณstico, la industria de las encuestas fue seriamente cuestionada despuรฉs de esta elecciรณn. Y para muchos, las encuestas se convirtieron en un โ€œaliadoโ€ del sistema y de los medios masivos de informaciรณn, en la consolidaciรณn del llamado โ€œfraude electoralโ€ de 2006. 

La de 2012 fue una elecciรณn mucho mรกs suave, polรญticamente hablando. Pese a los conflictos electorales y los enfrentamientos entre los principales punteros, Enrique Peรฑa Nieto y Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador, el triunfo del PRI realmente nunca estuvo en duda. No obstante, hubo crรญticas hacia las mediciones que anticipaban que la diferencia ente primer y segundo lugar serรญa mucho mรกs amplia de lo que realmente fue, a lo que se llamรณ โ€œla sobreestimaciรณn del PRIโ€. Esta sobreestimaciรณn incluso se presentรณ como un argumento en la impugnaciรณn de la elecciรณn presentada por Lรณpez Obrador, en la cual se afirmรณ que las encuestas electorales habรญan sido utilizadas como propaganda polรญtica para favorecer al PRI. Pese a todo, la industria saliรณ medianamente bien librada, al haber pronosticado acertadamente al triunfador.  

2018 se anticipa desde ya como una elecciรณn en la que habrรก un importante porcentaje de indecisos. Hasta el momento de publicar este texto, el total de las encuestas levantadas en la precampaรฑa ponen a Lรณpez Obrador a la cabeza, y el debate ha girado en torno a quiรฉn ocupa el segundo sitio. Los cuestionamientos a las casas encuestadoras tambiรฉn se han reducido de forma importante, y quizรกs en esta elecciรณn podremos contar con mediciones mรกs certeras y recuperaremos los debates de las elecciones del 94, que se centraban en los enfoques metodolรณgicos mรกs que en los cuestionamientos acerca de la integridad de la industria. 

Hoy, el principal desafรญo de los estudios demoscรณpicos es analizar diversos marcos que permitan identificar posibles fuentes de error poco exploradas en nuestro paรญs. Por ejemplo, cรณmo se explica la no respuesta en las encuestas en nuestro paรญs; cuรกles son los efectos generados en los resultados finales al realizar encuestas telefรณnicas, en vivienda o por internet; o quรฉ efectos generan los entrevistadores en campo al realizar una encuesta, entre otros.

Lo cierto es que luego de dรฉcadas de ejercicios y pruebas de encuestas e investigaciรณn electoral, nos resulta impensable un proceso electoral que no venga acompaรฑado de sus respectivas mediciones. La demoscopia (cuyo significado etimolรณgico es observar la democracia) se ha consolidado hoy como un actor fundamental del juego democrรกtico. 

 

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Politรณlogo apasionado, creyente de la metodologรญa por encuestas. Director General de la firma de opiniรณn pรบblica Defoe


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