Aunque coyuntural, es importante el acuerdo que adoptó la Asamblea Nacional venezolana sobre la defensa del derecho a la educación en el subsistema de educación básica, una materia que se había abierto paso en la conciencia del país, pero con falta de visión y liderazgo para asumirla y desarrollarla. ¿Por qué digo coyuntural? Porque responde a la interrupción del año escolar decretado por Miraflores, con acuerdos propositivos que garantizan el derecho a la educación de millones de niños y jóvenes venezolanos escolarizados, sin obviar la emergencia humanitaria compleja que padece la nación y el abandono sistemático por más de dos décadas del sector educativo, generando, como lo han afirmado calificados expertos, una “pobre educación para pobres”. Quiere decir que, cuando se trata de cuestiones trascendentes y en trance explosivo, por donde se le entre al tema se va inmediatamente al fondo. Como acaba de ratificar con su habitual puntería el padre Luis Ugalde, debe priorizarse la inversión educativa y hacer más con menos.
La Asamblea Nacional se ha dispuesto a completar el tratamiento del tema con la preparación de un segundo acuerdo, esta vez referido al subsistema universitario. El poder legislativo y su presidente, Juan Guaidó, demuestran así que siguen en pie y gozan de buena salud, razón por la cual la comunidad internacional y la mayoría nacional los ha ubicado en el lugar principal del cambio democrático. Las instituciones se sostienen conforme a lo que hagan y representen, no a lo que pregonen de sí mismas.
No sabemos qué hacen ni dónde están paradas la Constituyente y la Asamblea fantoche de Luis Parra. De hecho, cuando se anunció, trepidante, llegó a pensarse que esta pomposa institución sería la premisa de un cambio de dirigentes en la cima del poder chavista. No obstante, según se cree, el cambio parece haber ocurrido pero no con el presidente de la Constituyente sino con el emergente Tarek El Aissami. A la ANC puede haberle ocurrido la desgracia que redujo al silencio a la operación Parra. Quizás exagero, lo reconozco, pero tal vez no.
He recordado que a las instituciones, como a las personas, no puede juzgárseles por lo que pregonen de sí mismas, sino por lo que hagan y representen en la realidad. Con su aguda inteligencia, Nicolás Maquiavelo, a quien generalmente se reconoce como uno de los fundadores de la Política, en tanto que ciencia y arte, lo dijo con palabras de sobria consistencia: a los hombres no puede juzgárseles por sus declaraciones de virtud.
Valga lo dicho para explicar, contra todas las trampas puestas por Miraflores y mezquindades que intentan desconocerlo, que la AN y Guaidó no muestran signos de cansancio ni mengua de liderazgo. Solo desde una posición granítica, como la que tiene, puede apreciarse la verosimilitud de su reciente llamado a negociar una salida pacífica y democrática mediante un gobierno de emergencia nacional que, en tiempo prudencial, deje en manos del pueblo a través del sufragio la elección de su gobierno. Lo que le proporciona fuerza a esa propuesta es su coincidencia con la de Mike Pompeo y su equipo, quienes tuvieron el buen sentido de acompañarla de una agenda que incluye la solución de todos los obstáculos complicados, tales como las sanciones y la libertad de los presos políticos, en el marco de la superación gradual de cada uno de ellos.
También Nicolás Maduro ha dicho, en tono enfático, que está dispuesto a negociar. La aparente coincidencia de los polos de la relación política venezolana sugeriría que la negociación está en trance de arrancar. Sin embargo, el problema está en esa agenda: tan persistente como ineludible una vez que se acepte. Ni Maduro ni Guaidó presidirían el gobierno de emergencia y ambos podrían postularse a la presidencia de la república en las elecciones organizadas por ese gobierno. No sé si Maduro querrá postularse, pero considero muy importante que tenga ese derecho, al igual que Guaidó. Sería la oportunidad de salir del poder en condiciones civilizadas.
Dada la gravedad de la crisis venezolana, empeorada por la incidencia del coronavirus, luce fundamental un acuerdo de esta o parecida índole y el hecho de que se haya abordado el difícil tópico del proceso educativo. El exitoso primer acuerdo aprobado por la AN alienta a pensar que cualquiera de los problemas traumáticos que abruman a nuestra Venezuela podrán ser resueltos si la emergencia y el interés de la nación así lo demandan.
Es escritor y abogado.