En Canadá se han aplicado un conjunto de políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) que han traído importantes progresos para los grupos de la población discriminados en el pasado: LGBTQ+, afrocanadienses, migrantes, mujeres y pueblos originarios. No obstante, la sociedad está empezando a manifestar su descontento porque tales políticas se han convertido en una doctrina, cuya aplicación no conoce más límite que la libre interpretación dentro de cada comunidad educativa o laboral. En otras palabras, funciona como una versión secular de la Vox Dei (o DEI), la voz de dios.
El McDonald-Laurier Institute publicó un estudio en 2023 sobre la visión de los canadienses respecto a las políticas DEI. La opinión pública del país se ha acercado a posiciones de centroderecha y de derecha en respuesta a las “guerras culturales”, enfrentamientos entre opiniones divergentes sobre los fundamentos morales de la sociedad (sexualidad, religión, roles de género, consumo de drogas, identidad nacional o étnica). El fenómeno podría afectar negativamente las posiciones liberales y de izquierda que apoyan las iniciativas DEI, porque crece la percepción de que las “guerras culturales” producen divisiones innecesarias, reflejadas en el debate político del país. Un ejemplo: hace unas semanas el jefe de la oposición conservadora, Pierre Poilievre, acusó de “wacko” (loco), extremista y radical al primer ministro Justin Trudeau, en pleno debate sobre la descriminalización de drogas duras en la Columbia Británica. El presidente de la Cámara de diputados consideró este lenguaje impropio de la institución parlamentaria y Poilievre fue expulsado, para escándalo de sus partidarios.
No puede dudarse del éxito de las políticas DEI. Los ministerios federales y provinciales celebran en junio el mes del orgullo LGBTQ+ en las propias dependencias del gobierno, mientras que las municipalidades promueven el turismo inclusivo. Las empresas incluyen en sus campañas de publicidad y mercadeo a modelos de las minorías étnicas y estas son bienvenidas en las universidades y las escuelas que asignan cuotas a las personas afrocanadienses y aborígenes. En el caso de los pueblos originarios, además de las disculpas de las iglesias con un discutible pasado colonial y de las compensaciones monetarias, existen programas dedicados a estas comunidades con el fin de mejorar sus condiciones de salud, acceso a la educación y su presencia en las instituciones públicas y educativas. Canadá ya tiene su primera gobernadora general proveniente de los pueblos originarios, Mary Simon, quien actúa protocolariamente como Jefa de Estado en representación del rey de Gran Bretaña, en la senda que abrió la primera gobernadora general Michaele Jean, de origen haitiano.
Los partidarios de las políticas DEI afirman que tales avances son insuficientes; en consecuencia, es indispensable una constante supervisión de las prácticas culturales y sociales en todos los ámbitos. Sus críticos también se están manifestando: un reciente estudio realizado por el profesor David Millard Haskell, de la Wilfrid Laurier University (Ontario, Canadá), concluye que las políticas DEI tienen más impactos negativos que positivos. A partir de una revisión de las investigaciones que evalúan su aplicación en el ámbito laboral dentro de instituciones públicas y privadas, Haskell concluyó lo siguiente respecto a los entrenamientos DEI, procesos de inducción que se practican en todo tipo de organizaciones:
a) Reproducen una cámara de eco; es decir, los participantes repiten lo que “aprendieron” porque –como reflejan las evaluaciones post facto– temen perder sus empleos si no lo hacen.
b) No cambian, a mediano o largo plazo, los estereotipos respecto a determinados grupos. Fuera del lugar de trabajo la mayoría de los participantes sigue pensando igual que antes del entrenamiento.
c) En lugar de eliminar prejuicios o actitudes discriminatorias, los exacerban al condenar públicamente a las personas que mantienen, supuesta o abiertamente, determinados estereotipos y sesgos.
d) Los miembros participantes de los grupos identificados como “dominantes” –blancos, hombres, heterosexuales– terminan pensando que no aportan nada positivo a la organización o que esta no los valora.
Pero ha sido en el campo educativo donde existe la mayor controversia. Dos casos emblemáticos tuvieron lugar en el distrito escolar de Toronto, la ciudad más poblada de Canadá.
La profesora de francés Nadine Couvreux fue sometida en 2021 a un proceso disciplinario por haber pedido a sus estudiantes que leyeran un poema de Jacques Prévert. Traduzco del francés: “Fui al Mercado de los pájaros/Y compré pájaros para ti/mi amor/ Fui al mercado de las flores/Y compré flores para ti/Mi amor/Fui al mercado de la herrería/y compré cadenas/pesadas cadenas para ti/mi amor/Y después fui al mercado de esclavos/Y te busqué /Pero no te encontré mi amor”. En la carta de reprimenda, el director del distrito escolar dice que las referencias a cadenas y esclavos causaron malestar a algunos estudiantes por su carácter discriminatorio. La profesora fue acusada de insensible al bienestar de los alumnos pues el poema violó la política de equidad del distrito, la cual dicta que los miembros de la comunidad escolar tienen que sentirse seguros, incluidos y aceptados. La carta termina advirtiendo a la profesora que futuros incidentes de este tipo podrían significar su despido.
El otro caso es más grave por su desenlace trágico. En julio de 2023 se supo del suicidio de Richard Bilkszto, director de escuela jubilado y asesor del distrito escolar de Toronto. En un comunicado su abogada anunció su fallecimiento y explicó que las llamadas sesiones de equidad a las que fue sometido Bilkszto tuvieron un impacto negativo en su salud mental. En una oportunidad, el educador señaló que Canadá era un país menos racista que Estados Unidos; acto seguido, la facilitadora del Instituto KOJO, centro especialista en los entrenamientos DEI, lo acusó de supremacista blanco. La larga trayectoria de Bilkszto en el campo de la educación no fue tomada en consideración y su reputación se arruinó, por lo que demandó al distrito escolar, responsable de la humillación sufrida, y este, a su vez, demandó al Instituto KOJO para cubrir la indemnización que tendría que pagar. Después de su muerte, el procedimiento legal continúa abierto. No es fácil enfrentar el gran negocio de los consultores y gurús de la diversidad, la equidad y la inclusión, al estilo del citado Instituto Kojo.
Las políticas DEI han ido moldeando también la gobernanza de las universidades. Es lo que Geneviève Tellier1, de la Universidad de Ottawa, denomina la estrategia woke (viene del inglés awake, estar despierto) que implica educar a la población universitaria sobre sus prejuicios conscientes e inconscientes contra las personas racializadas, tanto negras como de los pueblos originarios. Este modelo de gobernanza woke ha generado nuevas estructuras burocráticas que se ocupan de la diversidad, la equidad y la inclusión de estudiantes, administradores y profesores, y además promueve la creación de espacios seguros (safe space) que reclaman grupos particulares como los estudiantes racializados o transgénero que se sienten amenazados. La hipervigilancia y la desconfianza hacia el saber humanístico y social del pasado se han impuesto; por ende, los eslóganes sustituyen al diálogo, la creatividad es descalificada y se utilizan discursos prefabricados comprados a lo que Tellier llama los emprendedores de la moral, principales abanderados de la Vox DEI.
La aplicación punitiva de la política DEI puede conducir a un ambiente de crispación que envenena el clima en las organizaciones educativas y en el entorno laboral. Esto se traduce en intimidación y, eventualmente, en el silenciamiento y la autocensura de puntos de vista que no acepten lo que se está viviendo como una imposición sobre asuntos morales, culturales y políticos sensibles para la población. En lugar de la deliberación democrática, se impone la política de la cancelación, un ataque a la reputación personal con consecuencias laborales y personales. Si bien el principio de justicia es un pilar de la democracia, no es menos cierto que la atomización de la sociedad en grupos de identidad, la creciente polarización de la retórica política, y la promoción de espacios de seguridad que excluyen toda opinión que disiente con la excusa de proteger a grupos particulares, suscitan inquietudes sobre nuevas formas de segregación y privilegios. La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley empieza a resquebrajarse cuando con el pretexto de la equidad y la inclusión se incurre en prácticas discriminatorias. ~
- Geneviève Tellier, “Retour sur l’affaire Lieutenant-Duval”, en Gilbert, A., Prévost, M., & Tellier, G. (Eds.), Libertés malmenées. Chronique d’une année trouble à l’Université d’Ottawa, Leméac Éditeur, 2022. Este ensayo forma parte de un volumen dedicado a la crisis que sacudió a la Universidad de Ottawa hace cuatro años, cuando fue suspendida una profesora por usar de forma pedagógica la palabra “nigger” en un curso sobre arte y movimientos sociales. Una estudiante se quejó y la Vox DEI condenó de manera sumaria a la docente, sin importar su trayectoria partidaria de la inclusión racial. El miedo de las autoridades ante la opinión estudiantil pudo más que el ejercicio efectivo de una justicia imparcial. ↩︎
Profesor en la Universidad de Ottawa, Canadá.