Charlie Hebdo

Fue la separaciรณn de religiรณn y polรญtica lo que permitiรณ el surgimiento de sociedades tolerantes, laicas y democrรกticas, donde ningรบn grupo religioso puede recurrir a la violencia para imponer su fe.
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Prefiero morir de pie que vivir de rodillas.
Stรฉphane Charbonnier, editor de Charlie Hebdo

El epitafio mรกs realista y desolador del asesinato del editor y colaboradores de Charlie Hebdo en Paris, lo escribiรณ en otra latitud, uno de los colegas de los cartonistas sacrificados, Amos Biderman. Biderman, cartonista del diario israelรญ Haaretz, cambiรณ el lรกpiz por la pluma por una vez y se atreviรณ a decir lo que muchos han callado. No tratemos de disfrazar las cosas, escribiรณ. “Los malos nos han ganado —estos tipos de la Yihad Islรกmica, Al-Qaeda o ISIL… Nos han derrotado en la lucha por la libertad de expresiรณn”.

Una derrota doble. Primero, porque ni las manifestaciones multitudinarias de duelo ni el recuento admirable de lo que cada uno de ellos hacรญa y era (el cรฉlebre Charbonnier, por ejemplo, dedicรณ aรฑos a enseรฑar a los niรฑos a travรฉs de cartones llenos de gracia en Mon Quotidien cรณmo era el mundo en que vivรญan y la importancia de la libertad), pueden borrar el hecho de que estรกn muertos.

Y una segunda derrota, porque la reacciรณn primera de los medios despuรฉs de la tragedia probรณ que la intimidaciรณn fundamentalista ha conseguido lo que parecรญa imposible: que periรณdicos de gran prestigio se autocensuren para apaciguar a los violentos. Mรกs de uno decidiรณ no publicar los cartones de Mahoma que les costรณ la vida a los periodistas de Charlie Hebdo.

La prensa y los medios de comunicaciรณn masivos se llenaron de “peros”. La correcciรณn polรญtica, que va de la mano de la intimidaciรณn, se apresurรณ a seรฑalar las muchas sutilezas del Islam para distanciar a como diera lugar a los asesinos de la religiรณn que profesaban, y a pasarle buena parte de la cuenta de la masacre a la situaciรณn precaria en la que viven los musulmanes en los suburbios de Paris, o al mismo Charlie Hebdo, que fue acusado de estar diseรฑado para “ofender”.

Charlie Hebdo es un periรณdico satรญrico, irreverente hasta la vulgaridad, heredero de una larga tradiciรณn francesa de crรญtica al poderoso —y en el caso de Charlie, a cualquier autoridad incluyendo las religiosas— que ha encarnado la libertad de expresiรณn que es el cimiento de las libertades democrรกticas. En Francia, como en otros paรญses que respetan la libertad de expresiรณn, los “ofendidos”pueden demandar a la publicaciรณn que los “ofende”y ganar —o no— el pleito en los tribunales, pero no tomar una ametralladora y volar en pedazos a quien, al ejercer la libertad de expresiรณn, los “ofende”. No hay peros que valgan: el asesinato del editor y cartonistas de Charlie Hebdo merece una condena sin reservas.

A los peros se ha sumado al eterno debate en los paรญses musulmanes sobre por quรฉ el Islam es mencionado como la causa de tanta violencia y derramamiento de sangre. Occidente encontrรณ la respuesta a esa pregunta en el siglo XVII. Los delegados que se reunieron en Westfalia para negociar la paz despuรฉs de la guerra religiosa de los 30 aรฑos que diezmรณ a la poblaciรณn europea, decidieron sabiamente separar a la Iglesia del Estado.

Los textos que alimentan a las grandes religiones del mundo, Islam y catolicismo incluidas, proclaman la necesidad de convertir o eliminar a los no creyentes: son dueรฑos de la verdad absoluta. Cuando este tipo de creencias absolutistas se alรญan con el poder, las consecuencias son siempre catastrรณficas. En Occidente, esas alianzas derivaron en guerras interminables, persecuciones, conversiones forzosas, misoginia, muertes en la hoguera y genocidio. Fue la separaciรณn de la religiรณn y la polรญtica lo que permitiรณ el surgimiento de sociedades tolerantes, laicas y democrรกticas, donde ningรบn grupo religioso puede recurrir a la violencia para imponer su fe.

Tal vez porque Mahoma fue un lรญder religioso y polรญtico, en el mundo islรกmico los mandatos del Corรกn son una religiรณn y, a la vez, un sistema legal. Un principio polรญtico operativo que, junto a la caridad o la devociรณn, legitima la yihad, y valida castigar con la muerte la blasfemia —que le costรณ la vida a los periodistas de Charlie Hebdo— y la apostasรญa. Un mundo que aรบn alberga teocracias donde el lรญder puede condenar a muerte (como lo hizo el ayatollah iranรญ Khomeini con el escritor Salman Rushdie) a un ciudadano de otro paรญs, que vive en otro territorio, por violar normas religiosas supuestamente universales. El reino de la intolerancia. Mientras el mundo islรกmico no transite a la modernidad polรญtica, siempre habrรก entre sus filas un fanรกtico que intente imponer sus creencias a balazos. 

 

 

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Estudiรณ Historia del Arte en la UIA y Relaciones Internacionales y Ciencia Polรญtica en El Colegio de Mรฉxico y la Universidad de Oxford, Inglaterra.


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