Claudia Sheinbaum: de crisis de comunicación a crisis de gestión

Ante la percepción pública de que la ciudad enfrenta una crisis de seguridad, así como ante la protesta por el clima de violencia contra las mujeres, la jefa de gobierno y sus funcionarios han minimizado los hechos, culpado a otros y mostrado falta de empatía.
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El manejo de crisis no ha sido el fuerte de Claudia Sheinbaum. Esta carencia se hizo patente durante la contingencia ambiental de mayo de 2019, en la que no actuó con decisión ni comunicó con empatía. Entonces señalé que esto era preocupante porque había dos frentes abiertos en los que una crisis de gran calado era cuestión de tiempo: el estado crítico de la infraestructura del Metro y la creciente inseguridad pública. Y así fue. Desde abril se han presentado casos de alto impacto que crean la percepción de que la ciudad enfrenta una grave crisis de seguridad:

Lejos de entender esto como la confirmación de que la ciudad enfrenta una crisis que exige medidas extraordinarias, Sheinbaum y sus funcionarios han cometido reiteradamente los mismos errores. Han minimizando los hechos, culpado a otros, y, por momentos, demostrado una tremenda falta de empatía.

Dada esta acumulación de eventos y errores en tan poco tiempo, podríamos estar pasando de una crisis de comunicación a una crisis de gestión, cuyo síntoma más grave es que la policía parece estar rebasada y fuera de control:

  • No previene el delito y algunos de sus elementos incluso atentan contra los ciudadanos.
  • No está plenamente capacitada para atender situaciones simples (brindar primeros auxilios en el Metro), ni complejas (reducir y capturar a un tirador activo en un espacio público).
  • No es capaz de mantener el orden en una manifestación, e incluso su director se ufana de que su política es “dejar hacer”, aun a riesgo de la integridad física de manifestantes, periodistas, peatones y de los propios policías, que ahora se exponen a ataques sin equipo antimotines básico.
  • Y no tiene la capacidad para cuidar sus propios edificios o la infraestructura pública de la ciudad, creando una sensación de vacío de autoridad.

Ante esto:

  1. La Jefa de Gobierno debe cambiar radicalmente las prioridades de su gobierno y enfocarse en replantear sus políticas de seguridad.
  2. Debe hacer ajustes a su equipo, contar con protocolos de manejo de crisis y una nueva estrategia de comunicación.
  3. Ella y sus funcionarios requieren entrenamiento de medios urgente e intensivo, sobre todo para cuidar sus primeras reacciones y declaraciones ante eventos adversos, ya que ahí han mostrado más debilidades.

El primer paso para cambiar es que la Jefa de Gobierno comprenda que no hay provocadores ni “grandulones”: hay millones de personas que esperamos que sus actos y sus palabras estén a la altura de sus promesas y de su responsabilidad.

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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